Raquel Martí, directora de UNRWA España: “Tememos que la ocupación de Israel en Gaza se vuelva permanente”
Hace unos días, un trabajador de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) le comentó a Raquel Martí, la directora ejecutiva de este organismo en España, que actualmente los más de dos millones de personas dentro de la franja de Gaza están “peor que cuando les caían las bombas”. Peor que antes de la supuesta tregua pactada entre Estados Unidos e Israel y que ha convertido la franja, sobre el mapa, en un eje de líneas, fronteras invisibles, pero llenas de soldados israelíes que siguen disparando a la población gazatí.
¿Qué está pasando realmente con esta población? ¿Cómo está sobreviviendo? ¿Qué necesita? De todo ello hablamos con Raquel Martí, momentos antes de recoger el Premio Niké a la defensa de los Derechos Humanos que las Cortes de Castilla-La Mancha han otorgado a UNRWA en la primera edición de estos galardones.
¿Cuál es ahora mismo el despliegue de esta agencia de Naciones Unidas y la situación dentro de Gaza?
Tenemos 12.000 trabajadores en activo. Aunque Israel aprobó una ley para impedir que trabajemos en Palestina, exigiendo un visado israelí para poder trabajar allí y tuvimos que retirar a trabajadores internacionales, para nosotros no ha sido un gran problema porque la inmensa mayoría de nuestro personal es palestino: son refugiados, profesores, ingenieros, médicos y personal sanitario.
Gracias a ello, hemos podido seguir con el trabajo dentro de Gaza, pero evidentemente con toda la problemática prosigue incluso después del llamado 'alto el fuego', puesto que los trabajadores corren un gran peligro. De hecho, 381 han sido asesinados por Israel, muchos de ellos junto con sus familias. Es el mayor número de trabajadores de Naciones Unidas muertos en un conflicto.
¿Es un mal llamado 'alto el fuego'?
De eso no tiene nada más que el nombre, porque Israel ha seguido asesinando a palestinos, más de 370 desde que se decretó. Ha seguido demoliendo infraestructuras y ha seguido aumentando la línea amarilla pactada durante la tregua. Esa línea delimitaba dónde iba a estar establecido el ejército israelí y la ha ido desplazando hacia el este, donde se hacinan los 2,2 millones de personas que quedan en Gaza. Se va aumentando así la zona ocupada por Israel y disminuyendo el área donde está la población gazatí. Es en esta línea donde se están dando todos los incidentes.
¿Que está ocurriendo ahí?
Israel considera que todas las personas que se acercan a la línea amarilla son sospechosas y las asesina. Ha asesinado a dos niños, de 12 y 13 años, que estaban recogiendo leña. Es importante señalar que la demarcación está hecha sobre un mapa. Luego Israel ha estado colocando algunos bloques de hormigón de color amarillo para delimitar estas zonas, pero no en toda la línea. Eso es un mar de escombros y es imposible para la población saber exactamente dónde está el límite.
Son fronteras invisibles, parecen una trampa.
La población se acerca porque quiere llegar hasta sus casas para coger lo que quede o porque simplemente están recogiendo leña, como estos dos niños que han sido asesinados. Simplemente, no saben que están cruzando esa delimitación. Israel les dispara, les asesina. Ahora mismo la situación es mejor que antes del alto el fuego, no están constantemente bombardeados, aunque sí que ha habido bombardeos, pero la mayor parte de la población que ha muerto, lo ha hecho por fuego de artillería o de drones.
En este contexto, ¿cómo trabajan los equipos de la UNRWA?
Están haciendo mucho trabajo. En primer lugar, estamos intentando rehabilitar el mayor número posible de hogares para empezar a dar educación de nuevo. Los llamamos 'espacios de aprendizaje temporal', a los que están acudiendo unos 53.000 niños. Con estos espacios intentamos traer un poquito de normalidad a sus vidas. Están severamente traumatizados, es muy difícil para ellos focalizarse en estudiar y lo que hacemos en las primeras horas en darles apoyo psicosocial cuando lo necesitan, y luego ir poco a poco introduciéndoles en la educación, no tanto para avanzar sino para que recuerden lo aprendido hasta este momento, porque han perdido dos años de educación. También tenemos colegios que son refugios: hay 80.000 personas refugiadas en nuestras aulas.
¿Cuál es la situación a nivel sanitario en la población y en las infraestructuras?
Estamos rehabilitando clínicas que fueron dañadas durante la ofensiva israelí y estamos realizando una media de entre 12.000 y 14.000 consultas diarias. Sobre todo, intentamos controlar la desnutrición. En el último informe se han detectado unos 9.000 casos de niños gravemente desnutridos. También estamos haciendo vacunación infantil porque en estos dos años, muchos niños que han nacido bajo los bombardeos han perdido sus dosis de vacunación. Esto es fundamental porque hay una situación gravísima en las condiciones higiénico-sanitarias. Están apareciendo muchos casos de hepatitis y otras enfermedades.
Hay más de 170.000 heridos, muchos de ellos con secuelas de por vida, que necesitan tratamiento y rehabilitación. El sistema sanitario no da abasto con toda esta situación
El principal foco será la falta de agua.
No hay agua potable, está contaminada. Se han destruido muchos depósitos de aguas residuales, por lo que se han desbordado o están esparcidos por el suelo. Además, ahora está lloviendo y se mezcla toda la basura y los residuos. Esto está provocando un desastre a nivel medioambiental y ahora mismo el 60 por ciento de las enfermedades que se reportan son infecciones respiratorias, de la piel o diarreas. Todo ello se une a que el sistema sanitario está colapsado, aunque se han rehabilitado espacios de algunos hospitales destruidos para seguir dando asistencia a la población.
¿A cuántos heridos se está atendiendo?
Hay más de 170.000, muchos de ellos con secuelas de por vida, que necesitan tratamiento y rehabilitación. El sistema sanitario no da abasto con toda esta situación.
¿Cómo se está intentando corregir el suministro de agua y los residuos para eliminar el foco de esas enfermedades?
Estamos repartiendo agua en cisternas y rehabilitando pozos, así como arreglando platas de desalinización, puesto que el acuífero está contaminado. De hecho, antes de la ofensiva, había canalizaciones desde Israel que abastecían de agua potable a Gaza, pero las cortó. Ahora se coge el agua del mar y se le intenta quitar toda la sal. Esa es el agua, que no dejar de saber horrible, que se utiliza para consumo.
En cuanto a la basura, estamos recogiendo unas 600 toneladas de basura diarias y creando vertederos, porque muchos de los que utilizábamos se han quedado al otro lado de la línea amarilla, ya no podemos acceder a ellos. Entre estos basureros y escombros, quedan toneladas de remanentes de explosivos sin detonar. Ya han matado a personas, sobre todo niños que estaban jugando. Hay más de 50 personas que han muerto por ello. Hay que tener muchísimo cuidado cuando la población vuelve a sus casas derruidas.
¿Se les está informando al respecto?
Ahora está actuando el Servicio de Acción contra Minas de Naciones Unidas (UNMAS), que se dedica a la manipulación de explosivos. Nosotros apostamos por la sensibilización y educación entre la población para que conozcan estos riesgos, con un teléfono al que puedan llamar para que vayan a retirarlos.
Después de dos años de genocidio y devastación ¿cómo funciona el apoyo psicólogico y psiquiátrico?
En estos dos años ha habido más de 700.000 personas con problemas de salud mental. Realmente, la totalidad de la población de Gaza está devastada psicológicamente. No hay nadie que no necesite apoyo psicológico con todo lo que han vivido y visto. La situación es muy desesperanzadora.
Además, desde el alto fuego, parece que el foco mediático se ha diluido.
Sí, este es un grave problema que tenemos porque parece que ya no pasa nada y que la población no sufre y es todo lo contrario. De hecho, hace un par de semanas un compañero me decía que estaban peor que cuando les caían las bombas y se refería a las lluvias torrenciales. Hace un par de semanas sufrieron diluvios. Hay un millón de personas que están viviendo en tiendas de campaña, bajo lonas de plástico y refugios improvisados. Las lluvias han rajado los techos con el peso del agua y las escorrentías se llevan por todo por delante, empapando mantas, colchones y alfombras. Hay mucha gente que ha pasado noches a la intemperie, sin absolutamente nada.
Esto también provoca más enfermedades.
Claro, estamos empezando a atender a muchas personas con resfriados y esto va a aumentar teniendo en cuenta el deterioro de su situación, puesto que la mayor parte de la población no está ingiriendo los alimentos necesarios y no tienen defensas. Esos catarros se pueden convertir en neumonías y en infecciones pulmones. En ese sentido, la situación es catastrófica.
¿Ha mejorado la entrada de ayuda humanitaria?
Ha mejorado y se está cumpliendo el número pactado de camiones. Son entre 500 y 600 diarios. Es lo que (Donald) Trump ha recogido en su plan. Pero hay un dato importante: antes del 7 de octubre de 2023, con una Gaza colapsada, que llevaba bajo asedio desde 2007 y cuando la economía ya estaba destruida y más de la mitad de la población dependía de la ayuda humanitaria para sobrevivir, entraban 500 camiones diarios con ayuda. Pero entonces había agua, combustible, granjas de producción, pesca y agricultura. Y con esos camiones diarios, la gente sobrevivía. Ahora, se marca esa misma cifra, pero hay un millón de personas desplazadas sin casa, no hay comercio, ni mercados, ni electricidad. Si sumas todas esas necesidades, esos camiones no son nada.
No se puede recuperar la vida en Gaza solo con ayuda humanitaria, tiene que entrar combustible y bienes para el comercio
Además, no se puede recuperar la vida en Gaza solo con ayuda humanitaria, tiene que entrar combustible y bienes para el comercio, para que la gente pueda adquirir productos en los mercados. El número de camiones diarios no es suficiente. Israel no deja entrar materiales de doble uso militar y civil, cuando casi la mayoría de los productos pueden serlo.
Por ejemplo, no podemos rehabilitar casi nada porque no tenemos cemento, no tenemos ladrillos. Necesitamos también prótesis para las personas con amputaciones, necesitamos audífonos, sillas de ruedas, gafas, que no se consideran ayuda humanitaria y no están entrando.
Todo eso impide la reconstrucción del territorio.
Estamos muy preocupados con eso, es casi imposible, sobre todo porque tememos la ocupación de Israel en la franja de Gaza se vuelva permanente. Es uno de los riesgos. Se ha hablado de crear 'comunidades alternativas seguras' y ahora mismo Israel está desescombrando una amplia zona para hacer una de ellas. Pero ¿a quién le va a dar esas casas y bajo qué condiciones?
Lo que ha dicho hasta ahora Israel es que a las personas que pasen la franja amarilla para ir a esas comunidades, se les hara un reconocimiento facial y no se les va a permitir regresar nunca más a la zona del este, prescidiendo de su comunidad. ¿Eso significa que va a haber un ejército israelí permanente? No lo sabemos, porque tampoco están siendo muy participativos con Naciones Unidas, cuando deberíamos ser el actor principal en la reconstrucción para que se garantizaran los principios humanitarios.
Nos preocupa muchísimo que el futuro de Gaza sea bajo ocupación y que todo esto que ha pasado no haya servido nada más que para incrementar el sufrimiento y para que el futuro de Palestina sea todavía más incierto.
Fuera de la franja, en Cisjordania. ¿Qué problemas está teniendo la UNRWA?
Estamos teniendo mucho problemas en Jerusalén este. Han asaltando nuestra sede. Quitaron la bandera de Naciones Unidas e izaron la israelí. Estaba cerrada desde hace meses porque habíamos recibido amenazas, habían tirado cócteles molotov. Los trabajadores internacionales se quedaron sin visados y tienen que trabajar en remoto desde Amán (Jordania) y el resto desde sus casas o en las oficinas de campo en Cisjordania.
¿Por qué esa actuación de Israel en la zona?
Porque considera que esa parte de Jerusalén forma parte de su estado soberano y Naciones Unidas reconoce que es parte del territorio palestino ocupado. Ya hace meses cerraron nuestras escuelas lanzando gases lacrimógenos y granadas aturdidoras, y había niños. Ahora amenazan con que nos van a cortar el agua y la electricidad, entiendo que en nuestros campos de refugiados y clínicas, que todavía están en marcha. Están asegurándose de que el trabajo de UNRWA sea inviable en esa zona.
¿Y en el resto de Cisjordania?
Tenemos 4.000 trabajadores, seguimos operando en clínicas, colegios y centros de distribución de ayuda. Los tres campos de refugiados del norte fueron bombardeados y su población forzada al desplazamiento.
Hay unos 32.000 desplazados de los que nos estamos ocupando con asistencia humanitaria. Pero siguen en una situación temporal, porque Israel se ha encargado de destruir todas las infraestructuras en estos campos para impedir que puedan volver.
Está aumentando mucho la violencia de los colonos y también las incursiones militares en los campos de refugiados, con detenciones indiscriminadas, destrucción de la propiedad palestina y vandalizaciones. Israel está aumentando sus políticas de ocupación y anexión del territorio. Lo lleva haciendo décadas pero desde octubre de 2023 lo ha acelerado.
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