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ALBACETE

El teatro circo más antiguo del mundo fue tapado, abandonado y recuperado: ahora quiere ser Patrimonio de la Humanidad

Teatro Circo de Albacete

Alicia Avilés Pozo

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Nació de la necesidad de una sociedad ávida de espectáculo a finales del siglo XIX, y de la visionaria intuición que tuvieron a este respecto doce emprendedores de Albacete. Se inauguró en 1887 como teatro y como circo a cubierto, tuvo años de esplendor, posteriormente fue prácticamente escondido y tapado para hacerlo más “burgués” y después se cerró y abandonó. Hasta que a finales del siglo XX regresó del olvido tras comprarlo el Ayuntamiento de la ciudad. Se reconstruyó, sus ornamentos más históricos fueron sacados de las cuevas de escayola y renació.

El Teatro Circo de Albacete, el más antiguo del mundo que mantiene esa doble funcionalidad, quiere ahora ser Patrimonio de la Humanidad y ha iniciado un largo proceso para documentar su historia, su valor y su autenticidad. El objetivo: conseguir que la UNESCO ponga sus ojos en un edificio único en España, con una historia nada desdeñable y con una espectacularidad que no deja de sorprender.

Entre los hitos más importantes que ha acogido este edificio, además de la presencia de grandes letrados como Miguel de Unamuno y Benito Pérez Galdós, se encuentra el histórico paso del teatro ambulante ‘La Barraca’ de Federico García Lorca, que representó 'La vida es sueño’ por primera vez a cubierto. También fue el lugar donde Carmen Conde, la poeta, escritora y maestra (primera mujer en ingresar en la RAE) ganó uno de sus primeros certámenes literarios. Más recientemente, el cineasta José Luis Cuerda estrenó allí ‘Tiempo después’, su última película.  

Sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX cuando la sociedad albaceteña comienza a demandar tener un teatro grande y un circo, algo que en aquel momento era muy habitual en las ciudades. En España llegó a haber por entonces cerca de 90 teatros circo, porque ambos espectáculos hacían las delicias del público.

Un proceso diferente en Albacete

Se llamaban así porque aunaban elementos comunes: un escenario por un lado y una pista de circo por otro. Con estas características se construyeron los de Cartagena, Orihuela, Murcia, el Price de Madrid y el que hubo, de madera, en Ciudad Real, ya desaparecido. Sucedió que con la llegada de las carpas, de mayor dimensión, los circos empezaron a perder esa necesidad de estar cerrados, en lugares estables, y muchos de ellos se transformaron en lo que ahora conocemos como espectáculos ambulantes.

Pero en Albacete el proceso fue diferente. Cuenta Ricardo Beléndez, director-gerente actual de este emblemático edificio, que fueron doce vecinos los que crearon una empresa y construyeron el Teatro Circo en 1887. Al ser una ciudad, por entonces, relativamente pequeña y cuya economía “no era muy fulgurante” utilizaron un sistema muy rápido y rentable, además de muy común en Europa: construir en fábrica y trasladar posteriormente las piezas a la ubicación definitiva.

Así se hizo la estructura de hierro que todavía tiene este espacio, mediante fundición metálica en Valencia después trasladada a Albacete. El desplazamiento de columnas y estructuras tan pesadas y grandes fue posible gracias a la llegada del ferrocarril a esta ciudad. De hecho, la estación estaba a finales del siglo XIX a poco más de cien metros de la actual ubicación del Teatro Circo, muy fácil para la descarga.

Otra de las ventajas para esta iniciativa fue “el amor de la ciudad por el circo y por el teatro”. “Si no, no tendría explicación que se hiciera un edificio de más de mil butacas para una población que entonces no pasaba de 20.000 habitantes”, afirma el experto.

El primitivo edificio fue diseñado por el delineante de Obra Públicas Emilio Vergara, que trató de combinar en la sala los elementos propios de un teatro con los de un circo, mientras que las obras fueron dirigidas por el arquitecto Juan Peyronnet

En su estilo influyeron de forma imperante las corrientes modernistas y su predilección por los elementos “orientalizantes”. Es decir, el arte árabe. Hoy en día solo se conserva su parte interior, pero en su construcción original, todos los pasillos, accesos y barandillas estaban inspirados en la Alhambra de Granada. “Hasta el punto que ha llegado a catalogarse como un palacio árabe en la Mancha”. Hoy en día, de aquellos ornamentos se conservan las columnas en cuyos arcos pueden leerse inscripciones que rezan “Alá es grande, el único triunfador”.

“Es muy significativo porque lo construyeron cristianos gracias a que había un entendimiento cultural de la ciudad, aparte de que formaba parte de nuestra cultura y de la cercanía del legado andalusí”, subraya Beléndez.

Otra de sus características más relevantes es que se construyó también de forma muy “popular”, con mucho asiento corrido, mucha capacidad y doble doble funcionalidad. “Nació de y por la ciudadanía y por eso llegó a tener otras funciones como bailes de carnaval e incluso celebraciones de convites de bodas y numerosos acontecimientos sociales”.

Su origen y apertura fue un éxito. Y así permaneció durante más de 30 años. Pero llegó 1920, una de las fechas clave de su historia. Por entonces en Albacete se constituyó una clase burguesa más fuerte que comenzó a demandar más comodidades, mejor climatización y palcos privados. La empresa fundadora atendió estas peticiones y el edificio sufrió una profunda remodelación, algo que también sucedió en otras construcciones similares tras el desarrollo de las carpas de circo.

La diferencia es que el resto se transformaron para ser únicamente teatros mientras que en Albacete decidieron tapar con escayola parte de su decoración interior, dándole un aspecto más cálido. “Pero su estructura quedó conservada y después, cuando hubo que reconstruir, se pudo hacer manteniendo las estructuras originales, como una joya dentro de una casa nueva, que además es el espacio que ahora se usa”, detalla su director-gerente.

Tras sacarlo de este “escondite” de escayola, su uso fue cada vez más como sala de cine. Y en 1986 quedó abandonado y cerrado. Así permaneció hasta que el Ayuntamiento lo compró a finales de siglo pasado. Su restauración no fue fácil: en 1940 los propietarios habían decidido hundir toda la fachada para construir viviendas. Se accedía al antiguo teatro circo “por un portal”.

Tras una fachada del siglo XXI, un teatro circo del siglo XIX

Esto supuso una “enorme dificultad” que llevó a la Administración local, tras su adquisición, a iniciar un proceso de expropiación y grandes indemnizaciones para los vecinos. Al final, esa fachada “se recuperó”, pero forma parte de su singularidad porque cuando la gente acude al edificio actual, se sorprende de que tras una fachada contemporánea, se acceda a un teatro circo de 1887.

La reapertura se oficializó siendo alcalde de Albacete el socialista Manuel Pérez Castell, tras un proceso de restauración en colaboración con el Ministerio de Cultura y el Gobierno de Castilla-La Mancha: “Se descubre todo lo que se había tapado, el escenario se moderniza y la pista del circo se vuelta instalar. Recupera su doble funcionalidad”.

“Esto lo ha convertido en el único Teatro Circo que queda en España. Esa denominación la tienen otros, pero no conservan la doble funcionalidad, con escenario y pista a la vez. En todo el mundo quedaban tres y el de Albacete es el más antiguo de todos ellos. De hecho, se construyó solo cuatro meses antes del de Amsterdam. Y hay otros en Europoa, que son maravillosos, pero no mantienen la parte de circo con todos sus elementos característicos”, argumenta Ricardo Beléndez.

El proceso para la candidatura a ser Patrimonio de la Humanidad llevará, previsiblemente, mucho tiempo. En el teatro circo ahora están documentando todo su proceso de conservación, así como sus usos y prácticas. En breve arrancará además una campaña para que todo el mundo aporte sus recuerdos, programas, fotografías y cartelería. “Vamos a grabar historias y vivencias y queremos que la gente participe, porque esto es de toda la ciudadanía”.

Una vez conseguida esa documentación, el Gobierno de Castilla-La Mancha es la Administración que tiene que darle el visto bueno y presentarla al Ejecutivo español, que solo puede elegir una candidatura al año para presentarla a su vez a la UNESCO, entre las 17 comunidades autónomas.

“Pero una vez que estemos en la línea de salida, ya tendrá mucha importancia y antes o después llegará, lo vemos posible y lo conseguiremos”.

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