Youssef Taki, artista: “El privilegio de declararse apolítico es precisamente la prueba de que no vives esas violencias”
Youssef Taki, nacido en Uchda (Marruecos) en 1995 y llegado a España con nueve años, creció con una sensibilidad precoz hacia lo que sucedía a su alrededor. Esa atención temprana se ha transformado en una mirada lúcida capaz de leer la memoria y el presente, de convertir lo vivido en pensamiento y en obra.
Su práctica artística, atravesada por la experiencia migrante y una conciencia decolonial que transforma páginas recuperadas de mercadillos, imágenes halladas en travesías, fragmentos de memoria intervenidos. Una poética que reescribe lo borrado y confronta las violencias de la representación.
“No puedo ignorar lo que me atraviesa: mi parte migrante, mi parte marroquí, mi identidad racializada. Eso define lo que soy. Y la militancia no siempre es una elección: es una responsabilidad ante las violencias que sufrimos. El privilegio de declararse apolítico es precisamente la prueba de que no vives esas violencias”.
Artista e investigador, Taki despliega un pensamiento y una práctica artística que entrelazan la memoria personal, la representación migrante y una mirada decolonial que propone nuevas formas de resistencia cultural. Sus obras retratan con lucidez la España de esta tercera década del siglo XXI y, al mismo tiempo, dialogan con genealogías más amplias.
No es casual que su firma cierre la antología 'La tierra giró para acercarnos', publicación realizada por el Ministerio de Cultura en el marco del VIII Foro de Cultura y Ruralidades. Allí, Taki escribió: “Mediante la propuesta que presento aquí y el recorrido de todo mi corpus artístico, busco dar valor a la poética de lo cotidiano para generar distancia y conciencia sobre los daños que ejerce la representación estereotipada de la población migrante. Busco separar el espacio subjetivo y comunitario del espacio de la explotación, que percibe a la población migrante como reemplazable y reutilizable”.
En un mundo globalizado, intentar contener los desplazamientos es negar lo evidente y actuar en contra de cualquier horizonte común
En ese texto, como en su obra, la mirada se desplaza hacia los pueblos pequeños, municipios y villas donde la migración cumple una función vital de revitalización social y cultural. Taki advierte que, en demasiadas ocasiones, quienes llegan son tratados como amenaza y reciben un trato degradante, cuando en realidad representan una oportunidad de futuro común.
“En un mundo globalizado, intentar contener los desplazamientos es negar lo evidente y actuar en contra de cualquier horizonte común. El modo en que tratemos a la población migrante determinará el tipo de futuro que queremos tener juntos. Políticas de inclusión en el ámbito cultural, social y político ayudan a alcanzar una misma meta: igualdad de derechos y libertades”, escribe.
Formado artísticamente en la Facultad de Bellas Artes, donde actualmente desarrolla un doctorado en Arte y Humanidades en la Universidad de Castilla-La Mancha, Taki transmite una verdad que recuerda a la del futbolista que llega al estadio después de haber jugado incontables partidos en la calle.
En su caso, esa calle fueron los márgenes de un libro viejo en el que comenzó a escribirse una historia que todavía respira. Las páginas procedían de mercadillos de segunda mano donde un niño marroquí, recién llegado a España, garabateaba dibujos con la paciencia del que busca un lugar. Ese gesto se transformó años después en una práctica artística que hoy viaja entre exposiciones, residencias y aulas universitarias. “Ahora, para mí, adquiere un significado contundente y claro: es un símbolo de decolonialidad, de reescritura y cuestionamiento del relato oficial y etnocéntrico”, explica.
Trabajo la memoria desde lo personal hacia lo colectivo. Porque la historia oficial siempre deja huecos: borra, maquilla o ignora
Su trabajo no se limita a la estética: se convierte en archivo vivo, memoria migrante, denuncia decolonial y espacio de dignidad. “Mi trabajo se centra en la representación, la autorrepresentación y en generar nuevos imaginarios para subvertir procedimientos coloniales y neocoloniales”. La frase condensa una poética personal: intervenir lo heredado, reescribir lo borrado, dar forma a un archivo que es al mismo tiempo herida y cuidado.
La práctica de Youssef Taki se sostiene en la franja donde lo íntimo se enlaza con lo estructural. “Trabajo la memoria desde lo personal hacia lo colectivo. Porque la historia oficial siempre deja huecos: borra, maquilla o ignora”. Su obra nace de una escucha de la memoria, vital y corporal, donde palabra e imagen se anudan como fragmentos de un relato borrado. El artista suele repetir que “el archivo no es un lugar muerto, es un lugar que respira, que se activa en el presente”.
Desde esa convicción, sus proyectos se componen de imágenes recuperadas de dispositivos perdidos en travesías migrantes, fotografías familiares rescatadas de cajones, documentos coloniales intervenidos con sombras y collages. En 'External Memories', por ejemplo, las tarjetas halladas guardan fragmentos de vida: cumpleaños improvisados, llamadas interrumpidas, retratos frente al mar. En su interpretación, “la intimidad de una videollamada se convierte en metáfora de un mundo quebrado”, un testimonio visible de vidas atravesadas por la distancia y la violencia de las fronteras.
Decía Edward Said que “la exterioridad de la representación está siempre gobernada por alguna versión de la perogrullada que dice que si Oriente pudiera representarse a sí mismo, lo haría; pero como no puede, la representación hace el trabajo para Occidente”. Frente a esa lógica, Youssef Taki construye un archivo insurgente que abre un lugar para la autorrepresentación migrante. En su práctica, la oralidad, la memoria mestiza y los fragmentos de archivo se entrelazan y se transforman en dispositivos de conciencia, capaces de devolver voz e imagen a quienes fueron reducidos al silencio.
La pregunta surge inevitable: ¿se puede hacer arte después de tanta violencia? “Yo creo que sí, es un derecho. Tienen el mismo derecho de expresarse una persona violentada que una persona que está al grito, que una persona que está siendo torturada. Ese grito desesperado lo cumple el arte”, afirma Youssef Taki. En sus palabras resuena el eco de Adorno y Primo Levi, que se interrogaron sobre la posibilidad de la creación tras el horror. El artista retoma esa pregunta para situarla en un presente donde Gaza, Palestina y el Mediterráneo revelan cuerpos atravesados por violencias sistemáticas. “Trabajar con materiales de archivo o con el dolor exige sensibilidad, pero es necesario: evita la desmemoria y genera conciencia”.
Esa violencia que hoy se despliega no surge en el vacío. “Colonialismo, esclavitud, guerras, emigraciones forzosas o voluntarias [...] han anulado las distancias, barnizado el universo con las modas, indumentaria y costumbres europeas y norteamericanas”, escribió Juan Goytisolo en 'Contracorrientes'. Ante esa herencia, Taki rehúye la estetización del sufrimiento. Advierte con claridad: “Hoy la deshumanización es evidente: basta con ver la televisión o las redes para ver cómo se trata a migrantes, palestinos o cualquier víctima de genocidio”. Y recuerda, como una brújula ética.
El arte no puede convertirse en un panfleto, porque pierde su autonomía y se transforma en otra forma de poder
Taki devuelve la mirada a las obras. En 'Fuera de lugar', los rostros impresos sobre páginas desgastadas aparecen como “las páginas no escritas del relato oficial”. En 'Cross Bodies', cuerpos fragmentados evocan trayectorias migratorias atravesadas por carreteras, ríos y mares. En 'Fragmentos', la materialidad misma del papel resquebrajado recuerda violencias estructurales. Goytisolo, de nuevo, lo expresó de manera precisa: “Víctimas en potencia de un sistema expresamente creado para su vigilancia, represión y tortura”.
“Mi obra siempre ha sido un espacio de choque y confrontación sobre cómo interpretamos y representamos el espacio”, explica Taki. “Pero el arte no puede convertirse en un panfleto, porque pierde su autonomía y se transforma en otra forma de poder. Nuestro deber como creadores es abrir un lugar de reflexión y poesía que despierte conciencia, que nos aleje de visiones productivas que cercan y extinguen los territorios”.
A pesar de su juventud, Taki habla con la sabiduría forjada en una memoria personal profunda, entrelazada con las sombras de generaciones anteriores que aún habitan en esas páginas intervenidas. En ellas se acumulan huellas, experiencias y alientos contenidos. Para Youssef Taki, “el archivo no es un lugar muerto, es un lugar que respira”.
La entrevista con Yousef Taki se realizó poco antes de su intervención en la segunda sesión de Sagita Magma. Seminario-Dopamina. Estética Política y Ontología de la Comunicación, celebrada el 30 de septiembre de 2025 en el campus de Cuenca de la Universidad de Castilla-La Mancha. El seminario, coordinado por Ignacio Escutia, Andrés M. García Romero y Laura Budia Piña, cuenta con la colaboración de la Facultad de Bellas Artes, la Facultad de Comunicación y la Facultad de Educación y Humanidades. El ciclo se prolongará hasta diciembre con trece encuentros que cruzan filosofía, arte y militancia.
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