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La Memoria Histórica se reconoce en el aniversario de la II República

Homenaje y acto de entrega de restos de 2014 en Valdenoceda | Álvaro Minguito \ DISO Press

Este martes es el 84 aniversario de la II República Española, un periodo de la historia del país que solo duró cinco años y que fue apagado por la Guerra Civil, un periodo en el que España llegó a ser un país a la vanguardia de Europa en una posición que tras tres años de guerra posterior le costaría décadas volver a alcanzar, donde hechos como el sufragio femenino eran algo instaurado e irrebatible y que se acabó perdiendo años después.

Para muchas familias, especialmente en Castilla-La Mancha, este día supone acordarse de abuelos y bisabuelos que ya no están entre nosotros y que vivieron aquellos días de guerra y posguerra con la memoria latente de aquellos tres años. Muchos de ellos que yacen aún en cunetas, en campos o en parajes donde fueron fusilados, asesinados o enterrados posteriormente, y con muchas familias que ni 84 años después saben muy bien qué fue de aquel abuelo, tío o familiar que una vez salió de su pueblo y no volvió nunca más.

En la prisión que vivió los episodios más lamentables de la posguerra, la burgalesa de Valdenoceda, donde la mayoría de presos procedían de la provincia de Ciudad Real y también la mayoría moría de hambre, esta semana significará que los restos de Celedonio, Agustín, José y Nicasio volverán a su tierra para descansar con sus familiares. Los restos de once personas que han sido estudiados genéticamente y comparados con los de familiares y descendentes suyos serán entregados en este penal a sus familias tras una labor de años exhumando restos y tratando de devolver a su tierra a los centenares de presos muertos que malvivieron en esa cárcel.

Por ejemplo, Celedonio Molina fue en los años 30 alcalde de La Nava de Ricomalillo, una localidad de Toledo en la comarca de La Jara. Este alcalde fue juzgado después de la guerra en un juicio sin garantías legales ni ninguna defensa y mandado preso a esta prisión, donde en marzo de 1941 murió. Cuando partió en un tren de ganado (junto a los otros represaliados que ahora descansarán en sus municipios) dejó atrás a su hija que nunca volvió a ver. Precisamente ella ha sido la que ha permitido comparar genéticamente los restos, si bien el reencuentro 74 años después jamás se producirá ya que falleció hace una semana. Vivían en la localidad de Anchuras, en Ciudad Real.

Días después de Celedonio, y también del mismo pueblo, murió Nicasio Urbina en Valdenoceda. En Anchuras esperan sus restos después de tantos años sus nietos y sus sobrinos, los restos de un abuelo y tío que no llegaron a conocer, que murió de hambre en el mismo penal. Compartió transporte, población, y final con Celedonio. Ahora el grupo que trabaja en la exhumación de los cuerpos de esa prisión hará entrega a su familia de los restos de Nicasio.

Agustín Delgado era natural de Socuéllamos, donde estaba casado y tenía hijos. Su marcha a Valdenoceda se produjo tras otro juicio donde no tuvo ninguna defensa y se buscaba llevándolos a esta prisión “castigar” aún más a los presos mandándolos lo más lejos posible de sus familiares. Agustín murió en la cárcel el 13 de abril de 1941, y ahora sus restos serán entregados a nietos y sobrinos que se marcharon a vivir a Catalunya.

Aunque José Carrasco vivía en Picón (Ciudad Real), era natural de una localidad de Badajoz. Sus restos llevaban identificados desde 2010 pero no se le conocía ningún familiar, si bien la labor de los voluntarios ha dado ahora con uno de sus nietos, Josep, que vive en Barcelona. El último viaje que harán los restos de José será con su nieto que nunca conoció para ser enterrado con la que era su mujer y de la que se despidió en 1939.

Son los cuatro casos de restos que las familias recuperarán este año en Castilla-La Mancha del penal con peor recuerdo del fascismo y donde se iba para no volver. La labor que realizan los voluntarios y los laboratorios que trabajan con ellos son las claves de poder regresar los restos familiares a sus orígenes y darles un final justo. A día de hoy trabajan para identificar a más de 50 personas en toda España para poder devolver restos humanos y en su página web se pueden seguir las labores de identificación de restos.

Destaca de este año el caso de un represaliado que murió en esta cárcel y del que no se ha encontrado familia, Bonifacio García, que era natural de la localidad de Roa de Duero, en Burgos. A pesar de la cercanía no se ha conseguido dar con familia de esta persona pero una persona natural de esa pequeña localidad burgalesa que ahora vive en Estados Unidos se ha ofrecido para hacerse cargo de todo el traslado de sus restos hasta el pueblo burgalés y que allí sea enterrado dignamente. Un caso en el que una persona, sin que se sepa que tenga parentesco, ha querido correr con los gastos y los trámites de la gestión.

Aún son muchos los restos de personas que ni se conocen dónde están y dónde fueron a parar después de esta guerra tras un periodo que se conmemora hoy. Escasos cinco años en los que España vivió una época de paz, democracia y libertad que costó alcanzar décadas después.

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