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PODCAST | Eliseo Parra: “La cocina siempre ha sido el mayor almacén de instrumentos”

Eliseo Parra

José An. Montero, Inés Villodre y María Vecina

Radio Diferencia —

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Al principio del principio, estaba el cante acompañado con algo de percusión realizada con lo que se tenía a mano, un palo, una piedra, conchas, huesos. Tardaron milenios en aparecer los cuernos o las flautas de hueso que acompañarán melódicamente a la voz humana. Ha sido necesario recorrer muchos caminos y recibir muchas enseñanzas para destilar un trabajo tan rico, profundo y vanguardista como este 'Cantar y batir', donde la voz de Eliseo es acompañada únicamente por el ritmo de panderetas, almireces y panderos cuadrados. 

En un país que siempre parece mirar con envidia al exterior buscando referencias. Eliseo Parra es uno de los músicos que sirve como faro a quienes quieren acercarse a la riqueza inmensa de la música tradicional. Perteneciente a la última generación de músicos que recorrió los caminos escuchando y grabando en corrales y cocinas canciones que todavía andaban vivas por los pueblos. “En el folclore todo el mundo metía la cuchara porque no se cantaba para ganar dinero, sino que era necesario cantar para vivir”, cuenta Eliseo en esta entrevista. 

Una herencia musical que se dejó escapar al mismo tiempo que la gente emigró en los sesenta y los pueblos empezaron a abandonarse. De la mano de Eliseo recordamos aquellas primeras jotas que veía tocar en Sardón de Duero al final de las fiestas o cómo durante un concierto en Motril se cayó de un metafórico caballo y como San Pablo se preguntó qué hacía “ahí en medio tocando salsa” y decidió cambiar la senda musical. De la mano del sabio José Manuel Fraile Gil recorrió los caminos durante doce años escuchando a las señoras de los pueblos, una generación de “escucha viejas”, como diría en su entendimiento “donguti”,

Un disco de voz y percusión que evoca la voz rota de la tía Máxima de Peñaparda y los sonidos del pandero cuadrado tocada con porra, como sólo se tocan allí. Un trabajo experimental y vanguardista que evoca esos tiempos en los que se aprendía de oído y de practicar los ritmos con una lata y un palito mientras se cuidaban las cabras. “No les podías preguntar donde está el uno del compás, se aprendía como se sigue aprendiendo en muchos sitios. Los niños crecen en un ambiente donde la gente toca y canta y aprenden imitando a los mayores”.

Ritmos infinitos y ancestrales, como el ritmo cojo de “Aksak”, donde se reúne un compás binario y un compás ternario. “Soy de los que opinan que el género humano sin la música no puede vivir. Es el alimento del alma, del espíritu. Por eso cualquier civilización tiene su música y la tendrá”, afirma Eliseo Parra cuando arrancamos a hablar de su nuevo trabajo. “Batir también es tocar. Esa es la acepción que yo he escogido para el disco. Después de estos años de recogida, por bastantes pueblos, me he dado cuenta de que la cocina es el mayor almacén de instrumentos que teníamos a mano. El cántaro, la sartén, los platos tocados con tenedores o cucharas, el almirez, la botella, todo son instrumentos que encontramos en la cocina, porque ni siquiera una pandereta es fácil de hacer”.

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