El presidente de Cruz Roja pide más agilidad en la acogida de los refugiados
El presidente de Cruz Roja Española, el guadalajareño Javier Senent, sugiere una mayor implicación de las comunidades autónomas y los ayuntamientos en la integración de los refugiados y reclama herramientas más potentes y más ágiles para gestionar la acogida de estas personas. En una entrevista, considera que, en la atención a los demandantes de asilo, España lo está haciendo “francamente bien”, situándose “en una media alta de la Unión Europea” y ofreciéndoles un trato “digno y de calidad”.
Destaca que el sistema de acogida les garantiza la cobertura de sus necesidades básicas de alojamiento y manutención, así como asistencia psicológica, jurídica y sociosanitaria, el aprendizaje del idioma y la capacitación para que puedan encontrar un trabajo y normalizar su vida.
Muestra su preocupación por aclarar qué personas refugiadas quieren venir a España, debido a que la mayoría desean irse a otros países, y agrega que desde el punto de vista de la inserción sociolaboral es muy importante que se encuentren a gusto. En la actualidad, Cruz Roja Española cuenta con cerca de un millar de plazas de acogida repartidas por todo el país, después de multiplicar por cuatro su capacidad en el último año, y tiene previsto ampliar la red a corto plazo.
Ante esas voces que se levantan en algún momento diciendo que en España hay gente en el paro, subraya que la organización ofrece planes de empleo a dos tercios de nacionales y un tercio de extranjeros. “No podemos dejar a nadie tirado”, resalta. Hace hincapié en la generosidad y la solidaridad de los españoles y confía en que no surja ningún brote de racismo o xenofobia en nuestro país, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares de Europa.
“Los españoles hemos sido emigrantes en algún momento de nuestra historia y nos echaron una mano. La sociedad española comprende la situación de las personas desplazadas y las quiere acoger e integrar”, subraya Senent. El presidente de Cruz Roja Española ha visitado recientemente los centros de salud básicos que la organización ha instalado en Grecia en el campamento de refugiados del puerto ateniense de El Pireo, en Skaramagas -cerca de la capital griega- y en la isla de Quíos.
“El campamento de El Pireo está en un lugar aislado, donde hay una especie de contenedores grandes, en los que han hecho pequeñas viviendas. Las condiciones son bastante precarias. La comida es igual para todos, sin distinciones entre bebés, niños, ancianos, celíacos o diabéticos, aunque algunas organizaciones trabajan para conseguir productos específicos”, precisa.
Senent explica que el problema es que no saben ni cuándo ni dónde se van a ir, lo que crea mucha desazón, si bien se muestra optimista porque algunos asumen que esa situación puede prolongarse en el tiempo, de manera que se organizan poco a poco y van montando su negocio, vendiendo cosas.
En el campo de Skaramagas, indica, se han montado unas tiendas de campaña “más pensadas para militares que para familias con cientos de niños”, en una especie de pinar, donde hay riesgo de incendios, aunque se trabaja para mejorar las condiciones del terreno.
En el campamento de Quíos, los refugiados tienen libertad para salir, aunque está vallado y dispone de concertinas. Hay “tensiones” entre colectivos de diferentes nacionalidades porque algunos consideran a otros grupos se les trata mejor por su país de origen, detalla. Felicita a los médicos y las enfermeras de la organización que están trabajando en unas condiciones “muy duras y complicadas”, a la vez que pone de relieve el carácter abierto y afectuoso de los españoles en esta tarea.