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La UCLM se prepara para la integración de los futuros estudiantes refugiados con cursos de español

Estudiantado de la UCLM

Francisca Bravo Miranda

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La guerra en Ucrania ha provocado la llegada masiva de personas refugiadas a España. Entre ellas, también quienes quieren empezar sus estudios universitarios. Y la Universidad de Castilla-La Mancha ya ha recibido una treintena de solicitudes, que deberán resolverse en las próximas semanas. Algunos irán a Ciudad Real, otros a Toledo. Pero acoger a las personas en esta situación no es sencillo, aunque la institución educativa ha tomado ya medidas. Algunas nada más empezar la guerra.

Así lo explica el vicerrector de Cultura, Deporte y Responsabilidad Social, César Sánchez. La institución puso en marcha ya en febrero de este año, inmediatamente tras declararse el conflicto, una línea de ayudas para cinco contratos doctorales. “Esto era lo más fácil, por decirlo de algún modo, puesto que eran personas con carreras asentadas, y ya con líneas de investigación definidas”, explica Sánchez a elDiarioclm.es. En este caso, debido a la experiencia acumulada que ya traían, su integración y el desarrollo de su investigación fue “más sencilla”. Se dedicó un total de 190.000 euros a esta primera iniciativa. “La idea era atraer el talento y que pudieran desarrollar su labor”, señalan.

Hace pocos días, la Universidad volvió a publicar una convocatoria destinada a personas con condición de refugiado que estuviesen matriculadas en programas de doctorado.

El estudiantado nuevo

Pero a la hora de acoger a estudiantes que recién comienzan su carrera universitaria, la situación es diferente. “Hemos tenido que cambiar el ritmo”, resalta Sánchez. Para poder hacer frente a la situación y garantizar que las necesidades de las jóvenes personas, la universidad se puso en contacto con distintas asociaciones del Tercer Sector, que han ayudado a señalar lo que realmente hacía falta para los refugiados. Además, resalta el vicerrector, no sólo vienen de Ucrania sino que de otros países, como puede ser Afganistán.

“Hicimos una búsqueda y captación de información para que se pusieran en contacto con nosotros estudiantes que estuvieran en edad de iniciar su enseñanza universitaria y tuvieran interés en entrar en la Universidad”, resalta. El primero de los problemas que se planteaba era el del idioma. “Necesitan hablar español”. Pero por otro lado, también se necesitaba la posible convalidación de titulaciones. “Ucrania, por ejemplo, estaba en una situación compleja para poder llevar a cabo las transferencias de expedientes. También tuvimos que analizar cómo tratar la situación de quienes tenían ayudas con manutención y que a lo mejor podían ser incompatibles con la aportación que podía hacer la universidad”, asevera el vicerrector.

De este modo, el Tercer Sector apuntaba a que la prioridad era realizar cursos de español y también de la cultura. “Era ahí donde podíamos echar una mano”, explica César Sánchez. La integración es algo fundamental en un año de transición como el que viven estas personas, especialmente aquellos en edad escolar y preuniversitaria. “La universidad puede funcionar como una entrada de estabilización, para su normalización futura. Y debe ser lo más breve posible para que puedan continuar con sus estudios universitarios, hasta que puedan volver a sus países de origen”, explica.

Por supuesto, también se valoraron las becas. “Sin embargo, una vez matriculados, ya tienen acceso a becas o a matrícula gratuita, debido a su condición y debido a la orden de tasas que ha impuesto la propia Junta de Comunidades”, recalca. Por eso, señalan que lo importante es planificar cómo la entidad puede ser útil para su integración. Es por eso que ofertarán los cursos de español, aunque todavía hay muy pocos estudiantes en esta condición, a la espera de que se concreten las solicitudes que han recibido.

“Cuando se abrieron los contratos de líneas de investigación, se pusieron en contacto con la Universidad alrededor de 200 personas. Muchas podían venir en calidad de refugiados, pero otras no. Tuvimos que estudiar varias problemáticas, y por ahora se ha localizado a varias decenas de personas que siguen formalizando sus expedientes”, explica.

“Es que cuando hablamos de un perfil investigador, la integración suele ser total, a pesar incluso de sus circunstancias que son muy complejas. No hay problemas con el idioma, pero eso no ocurre con la educación preuniversitaria. Por eso ha sido necesario el trabajo conjunto con el tercer sector, para ayudar a suavizar que el choque no sea tan fuerte”.

Los cursos de español serán intensivos y gratuitos, y se ofertarán para distintos niveles de español. “Es una forma de recibir a estas personas y de fomentar su interculturalidad y trabajar en ella. Es algo muy importante en el contexto en el que vivimos”, concluye.

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