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Doce cosas que nunca has visto en Toledo y Cuenca, ciudades patrimonio de la humanidad

Vista de Cuenca desde el Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha (MUPA)

Carmen Bachiller

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El Toledo secreto o la Cuenca más desconocida. Estas dos ciudades Patrimonio de la Humanidad se abren al visitante que la descubre por primera vez o a quien decide volver para mostrar su rostro más desconocido y muy, muy atractivo.

Les proponemos dos particulares recorridos por paisajes, rincones o detalles del patrimonio natural y cultural de ambas ciudades (casi todos gratuitos) y lo hacemos comenzando en Cuenca.

1.- Los túneles de Calderón de la Barca, refugios antiaéreos de la guerra civil

Una de las visitas quizá todavía más desconocidas en la ciudad de Cuenca es la que permite viajar más de 80 años en el tiempo en los túneles de las calles Alfonso VIII se abrirán en breve pero mientras tanto se puede disfrutar de una visita guiada y teatralizada en el refugio antiaéreo que data de la guerra civil española y que se conoce como ‘Túneles de Calderón de la Barca’.

La representación teatral en la que se explican los pormenores de la época se realiza actualmente en un patio al aire libre que precede a la entrada a unos túneles recién restaurados por el Ayuntamiento que, por cierto, son circulares y se conservan las estancias donde comían y dormían sus moradores durante los bombardeos. Las reservas pueden realizarse a través de la Oficina de Turismo de Cuenca y nos aseguran que “la experiencia no deja indiferente”.

2.- El Cristo del Pasadizo

La arquitectura predominante en esta ciudad cambió a partir del siglo XIV cuando las murallas ya no era capaces de contener a la población. Fue entonces cuando se empezó a construir en altura, de ahí las famosas Casas Colgadas. Pero hay muchos más ejemplos.

En este rinconcito del Casco Histórico, el Cristo del Pasadizo, existe un pontido, o paso elevado entre las viviendas, (en Toledo se conoce como cobertizo, con sus diferencias) encontramos dos de estas curiosas y socorridas técnicas de los arquitectos de la época. Al entrar en el lugar se abre una fantástica visión de la Hoz del río Huécar. Para no perdérselo.

Por cierto, muy cerca está el Mirador de Florencio Cañas, junto a la antigua casa de José Luis Perales, al que se llega a través de estrechas calles de origen islámico. Desde allí no hay que perderse ni las vistas a la Hoz ni la espectacular imagen de la catedral de Cuenca iluminada.

3.- Un paseo desde el castillo hasta el río Júcar (para cansarse… o no)

Cuenca conserva parte de su recinto amurallado y desde el barrio del castillo, en un recorrido paralelo a su antigua muralla discurre una senda transitable entre la antigua ubicación del Salón Noble de Alfonso X El Sabio que baja hacia el río dejando a la vista las huertas medievales. 

Es una zona icónica y de relax para los conquenses que ofrece espectaculares vistas al Júcar al resguardo de la muralla, que suele ser muy desconocida entre los turistas porque tienden más a mirar (y pasear) por la Hoz del río Huécar buscando las vistas de las Casas Colgadas.

El recorrido lleva hasta el Recreo Peral, una zona de ocio y restauración en la que reponer fuerzas, o bien partir de este punto (hay parking) e iniciar la subida.

Por cierto, si están en el barrio del castillo, antes de bajar al Júcar pueden subir al interior del Arco de Bezudo (es gratis) y después acercarse hasta el Mirador de Miguel Ángel Troitiño - gracias a él Cuenca consiguió ser Patrimonio de la Humanidad- desde el que se puede contemplar una imagen diferente a la habitual de la Hoz del Húecar. La vista alcanza casi toda la ciudad.

4.- La Torre de Mangana

Contemplar la Torre de Mangana desde la plaza de la Merced es uno de los placeres favoritos de los conquenses. Se puede partir desde la plaza Mayor (en la que está la catedral) en dirección al Museo de las Ciencias en la plaza de la Merced que, una vez superado, nos deja una imagen que muchos de los habitantes de la provincia eligen como foto de boda, contando como fondo la torre andalusí de Mangana y tras ella, la sierra de Cabrejas.

No tiene pérdida teniendo en cuenta que bajo la zona de la torre se encuentra el parking municipal y puede ser un buen punto de entrada a la ciudad, ya que a pocos metros se encuentran algunos de los tesoros del patrimonio conquense.

5.- El Monumento a las Turbas

Este espectacular conjunto escultórico, ‘Turbas Generación’, obra de José Luis Martínez, se encuentra ya en la parte baja de la ciudad, muy cerca del puente de la Trinidad, en la calle San Juan. Representa uno de los momentos más conocidos de la Semana Santa conquense.

La escultura se ubica en un coqueto rincón que da la posibilidad al viajero de iniciar un recorrido por la calle San Juan (hacia arriba) para adentrarnos en el corazón de la ciudad, o bien pasear junto al río Júcar a través de un agradable paseo botánico que discurre, a través de una amplia pasarela de madera, hasta el Recreo Peral.

6.- El segundo banco más bonito del mundo

Después de una buena caminata por la ciudad se pueden reponer fuerzas sin dejar de disfrutar de espectaculares panorámicas en el que llama el ‘segundo banco más bonito del mundo’. Está en los jardines del Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha (MUPA).

Sentados en esta curiosa atalaya podremos contemplar las mismas vistas que el pintor flamenco Anton Van den Wyngaerde retratase en 1565, el oeste de la ciudad.

Toledo, rincones y propuestas para redescubrir la ciudad

Y de una ciudad patrimonio, nos vamos a otra. Nos desplazamos a Toledo, la capital regional en la que, más allá de los grandes hitos que nos marcan las guías turísticas, hay otros muchos atractivos para descubrir y repetir. Y es que ni a Cuenca ni a Toledo se las puede conocer en uno o dos días.

1.- Toledo y el agua

El río Tajo que serpentea en un abrazo milenario al Casco Histórico de Toledo es la imagen de la eterna relación entre la ciudad y el agua, pero no la única. Os proponemos descubrir una de las grandes incorporaciones patrimoniales a la ciudad en los últimos años. Se trata de tres esculturas, en forma de fuentes, obra de la artista Cristina Iglesias.

El proyecto recibe el nombre de ‘Tres Aguas’. La primera escultura-fuente se encuentra en plena plaza Mayor de la ciudad, entre el Ayuntamiento y la catedral. No deja indiferente y, para los amantes de la fotografía, resulta espectacular captar el reflejo de la catedral, iluminada o no, sobre el agua.

La segunda puede verse en el Convento de Santa Clara, del siglo XIV, uno de los más antiguos de Toledo. Para conocer la tercera habrá que desplazarse hasta la parte baja de la ciudad para contemplar la mudéjar Torre del Agua en el campus universitario.

2.- Cerro de la Virgen de Gracia

Un buen paseo por la Judería toledana no es obstáculo para conocer sus rincones menos frecuentados por los turistas. En un cerro de la ciudad se encuentra la plaza Virgen de Gracia, cerca de la Puerta del Cambrón y del Monasterio de San Juan de los Reyes. Su balcón-mirador es uno de los preferidos de muchos toledanos, en una coqueta placita para contemplar el Tajo, los cigarrales y el propio Monasterio.

3.- La plaza y el paseo de la Cruz Verde

Otro de los rincones ‘secretos’ de la ciudad es el Paseo de la Cruz Verde encajado en lo que los toledanos conocen como 'La Cornisa' con vistas al Tajo. Se puede recorrer esta parte de la ciudad que los vecinos han convertido en un vergel aprovechando los rodaderos, esos taludes que caen hacia la ribera del Tajo. Es una zona tranquila para descansar y disfrutar del paisaje antes de emprender la siguiente caminata.

4.- La senda ecológica, el Valle y el Cerro del Bú

Desde la plaza de la Cruz Verde no queda demasiado lejos la posibilidad de dar un paseo por la senda ecológica de Toledo, un camino junto al cauce del río Tajo a veces muy cerca del agua, a veces en altura, que cuenta con unos cinco kilómetros de travesía.

Es una propuesta para toda la familia. Se puede recorrer el tramo entre dos puentes, el de Alcántara y el de San Martín y mientras se disfruta del paisaje se puede alzar la vista hacia lo que los toledanos conocen como El Valle (en realidad es una zona alta y escarpada, en la que cada 1 de mayo se celebra una popular romería). Cruzar el río en la Barca de Pasaje y ‘subir’ al Valle es algo que no hay que perderse, aunque también se puede acceder en coche.

Desde allí no hay que perderse las vistas de Toledo: la catedral, el Alcázar, la disposición casi imposible de las casas del Casco Histórico...Y si no se lleva refrigerio, pueden tomar algo en el kiosko-base o en cualquiera de los establecimientos, incluido el Parador de Toledo, en los alrededores.

Para los más atrevidos, recomendamos visitar, el Cerro del Bú. Su acceso está unos metros más debajo de la ermita de la Virgen del Valle. Se trata de los restos arqueológicos que han permitido descubrir nuevos aspectos de la época prehistórica, pero también medieval. Es otra estupenda atalaya desde la que contemplar la ciudad.

5.- El desconocido circo romano de Toledo

Si hay algo completamente desconocido de esta ciudad, tanto que está fuera de cualquier ruta turística es el circo romano. Originalmente tuvo 427 metros de longitud (solo el circo de Mérida, en Badajoz, es más grande con 440 metros), pero hoy apenas podemos ver unos interesantes restos excavados que pueden visitarse.

En él llegaron a reunirse entre 15.000 y 20.000 personas en un espectacular graderío en dos niveles para disfrutar de las carreras de caballos en las que más que la velocidad, primaba la habilidad de esquivar al rival para no ser derribado.

Puede visitarse de forma libre, se encuentra extramuros del Casco Histórico y es fácilmente localizable una vez que se sale por la Puerta de Bisagra de la ciudad, a apenas diez minutos caminando.

6.- Un refrigerio con vistas en la cafetería de la Biblioteca regional, en el Alcázar

Muchos de quienes visitan la ciudad desconocen que en el Alcázar toledano, además del Museo del Ejército se encuentra la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en el lado opuesto del centro museístico.

Entrar a esta biblioteca es mucho más que bucear entre libros. Sus amplios y elevados ventanales permiten una panorámica del Casco Histórico que solo pueden contemplar quienes la visitan. Sus gestores han colocado estratégicamente confortables sillones individuales junto a los ventanales que recorren la galería junto a la Sala de la Colección Borbón-Lorenzana en los que acomodarse para leer o simplemente para mirar hacia la ciudad.

En la parte alta de la biblioteca está la cafetería, a la que se puede acceder a través de las escaleras (son unos cuantos pisos) o en ascensor. Tomar un refrigerio (a precios de estudiante) y disfrutar de las vistas no tiene desperdicio. Durante los fines de semana solo abre los sábados por la mañana.

(*) CONTENIDO PATROCINADO POR LA JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA-LA MANCHA

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