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Los colegios gueto en Castilla y León: “Hablar de libertad para elegir centro cuando no hay igualdad de oportunidades es demagogia pura”

Alumnos en un colegio público.

Ángel Villascusa

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En las próximas semanas empezará el proceso de matriculación para el curso 2021-2022 en Castilla y León. Un trámite que la Consejería de Educación ha adelantado para tratar de torpedear la aplicación de la LOMLOE (La Ley Celaá). En palabras del presidente de la Junta, el ‘popular’ Alfonso Fernández Mañueco, su gobierno busca, con este movimiento garantizar“ la libertad” de los padres para elegir centro. Pero no de todos los padres. En toda la comunidad existen un centenar de centros segregados (llamados gueto), en los que la mayoría de los estudiantes son de etnia gitana o población migrante. Diez de ellos en la provincia de Valladolid.

“Hablar de libertad para elegir centro cuando no hay igualdad de oportunidades es demagogia pura”, explica por teléfono Jorge Félix Alonso, secretario de la Plataforma Social de Valladolid. En los colegios castellanos y leoneses el sistema de elección de centro depende de un distrito único, un sistema, que según esta asociación, AMPAS, sindicatos, directores de institutos, y otros colectivos sociales, señalan como el causante de la segregación de población gitana e inmigrante en unos centros concretos.

“Son centros pequeños o de tamaño medio, situados en barrios y barriadas vulnerables o cercana a la exclusión. En realidad, son un problema derivado del desarrollo urbano que tiende a concentrar a esta población”, señala Pablo Redondo, de la Federación de Enseñanza de CCOO en Valladolid. Los centros están más envejecidos, tienen peores materiales y sufren más el absentismo y el fracaso escolar. En la capital, zonas como Barrio de España, Delicias y Pajarillos, que concentran a población gitana y cercana a la exclusión, albergan la mayor parte de estos colegios. “Sin duda se ha agravado por el distrito único   que ha favorecido que no se reparta a los alumnos por toda la ciudad”, sentencia Redondo.

Hace una semana, una veintena de asociaciones de Castilla y León reclamaron a la junta que lo sustituyese por un sistema de áreas o zonas de barrios de diferentes rentas. La propuesta, que está amparada por la LOMLOE, implicaría poner fin a una organización geográfica. También reclaman la puesta en marcha de comisiones de admisión, que puedan cerciorarse de una distribución equitativa del alumnado, y serviría tanto para centros públicos como para concertados.

Aunque, como defiende la Junta de Castilla y León, el distrito único actual permite, en teoría que una familia pueda matricular a sus hijos en cualquier colegio, desde las asociaciones critican las prácticas de las directivas de algunos centros. “Es triste, pero contribuyen a la segregación. Por ejemplo, si los alumnos no hablan castellano se les dice que no podrán seguir las clases. En los concertados se exige uniforme, con el coste que conlleva. O se organizan actividades extra, o materiales, que tienen un coste alto y que hay familias incapaces de asumir”, defiende.

David Dual Lozano, es vicepresidente de la asociación vallisoletana Gitanos en Progreso, critica la actitud del gobierno autonómico. “La Junta sabe que el Procurador en Común [el defensor del pueblo de Castilla y León] ha pedido que ponga fin a los centros gueto”. En 2016, el reclamó que aplicase un informe de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia del Consejo de Europa, en el IV informe de febrero de 2011, en el que se recomendaba a las autoridades españolas “revisar los procedimientos de admisión para garantizar un reparto equitativo de los alumnos inmigrantes”.

Han pasado cinco años de aquella resolución y lejos de solucionarse, el problema se ha acentuado. “Estoy lamentablemente convencido de que vamos a peor”, explica Dual, que además es padre de un alumno de un colegio de Delicias. “Es de justicia social, en el siglo XXI en una España moderna, siga existiendo este tipo de colegios, mientras se están formado centros elitistas, que concentran a un alumnado de cierto nivel socioeconómico”, denuncia.

El vicepresidente de la asociación Gitanos en Progreso, reconoce estar preocupado por el futuro de sus hijos. “Yo tengo 44 años y cuando estaba en EGB, las clases estaban repartidas de manera más equitativa. En mi caso, solo éramos dos personas de etnia gitana y económicamente había diferencia entre todos los alumnos”, recuerda. Ahora, en el centro de su hijo, no sucede. “Mi hijo no está adquiriendo las mismas competencias que otros alumnos en otros centros. Estoy convencido. Lamentablemente convencido”, puntualiza.

La Junta de Castilla y León defiende que la elección de centro es una cuestión de libertad de los ciudadanos, sin embargo, consciente de que la guetificación es un problema, el ejecutivo puso en marcha el “Programa 2030” para favorecer la educación inclusiva de calidad mediante la prevención y eliminación de la segregación escolar por razones de vulnerabilidad socioeducativa. “Fue un buen proyecto del anterior consejero, Fernando Rey, pero estamos viendo que no da resultados”, explica Jorge Félix, de la Plataforma Social. “Dota de más recursos, de acompañamiento a los alumnos y favorece que haya más profesores, pero no es suficiente”, señala Pablo Redondo de CC.OO.

A pesar de los intentos por contactar con directores y secretarios de estos centros, la respuesta ha sido negativa. La dirección provincial de Educación ha dado orden de que no hagan declaraciones a la prensa ni para criticar ni para explicar los programas, sobre todo por la polémica de las pancartas en defensa de la educación pública que se vivió en la comunidad hace cosa de un mes. Sin embargo, Alberto Rodríguez ‘Bertoni’, director del Colegio Público Cristóbal Colón, accede a participar en este reportaje. Su centro, en el que “prácticamente el 100% de los alumnos pertenecen a una minoría”, se sitúa en la barriada 29 de Octubre, en Pajarillos, donde los desconchones de las fachadas son una constante, aparece un colegio colorido, alegre y vistoso, en mitad del Barrio de Pajarillos. “Lo hemos pintado nosotros con ayuda de los padres y del Ayuntamiento”, señala el director.

Para ‘Bertoni’, apodado así desde el 82 por un futbolista argentino, el distrito único tuvo una consecuencia clara: “La liberta de elección de unos provoca la concentración de otros en guetos”. Aunque no se desmarca de la petición de cambio de sistema de matriculación, el director cree que mientras no llega (si es que llega), los centros no pueden quedarse con los brazos cruzados. “Es difícil que la Junta es difícil que se eche para atrás. Lo que tenemos que hacer es adaptarnos y trabajar para tratar de integrar a los chicos”. Su colegio forma parte del proyecto Pajarillos Educa, del que forman otros 12 centros educativos, y en el que asociaciones del barrio y el Ayuntamiento de Valladolid, trabajan para conseguir que los alumnos hagan talleres, actividades y laboratorios que les mantenga activos a la vez que fomentan la relación con chicos de otros centros y posiciones socioeconómicas.

“Les proponemos acciones transversales”, señala. Se refiere a los laboratorios: de arte, música, cine, circo, que se llevan a cabo en las instalaciones en colaboración con el consistorio vallisoletano. Una serie de talleres fuera del horario lectivo en el que participan chicos de otros centros. Con estas actividades, indica Bertoni, los alumnos acaban interesándose y vuelven al colegio. “Tenemos a unas niñas que han vuelto a ir a clase gracias al laboratorio inserción social de la mujer que hemos puesto en marcha”. El objetivo ambicioso de este director es crear una cooperativa a medio plazo que sirva para formar profesionalmente a los chicos que no quieran seguir estudiando. Pero para ello, indica, son necesarios profesores implicados y que las administraciones les apoyen.

¿Y a largo plazo? Para Bertoni, la clave está empezar con la educación infantil. “Si consiguiéramos que los padres y los chicos de diferentes orígenes coincidieran desde pequeños podríamos plantar una semilla, para acabar con la exclusión en una o dos generaciones. Es esencial que compartan vida para que no haya miedo”, indica. Según el director, la relación entre los alumnos desde jóvenes es imprescindible para contribuir al fin de la polarización hacia las minorías. “Merece la pena intentarlo”. 

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