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El grito de alarma de los trabajadores de la Casa de la Beneficencia de Valladolid: “Estamos totalmente abandonados”

La Casa de la Beneficencia de Valladolid.

Ángel Villascusa

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Varios trabajadores de la Casa de la Beneficencia de Valladolid denuncian la situación de “abandono total” en la que se encuentra la residencia de mayores. Según han explicado a eldiario.es, de los 80 empleados, 33 están de baja con síntomas de coronavirus y, aunque la junta directiva ha reforzado la plantilla con auxiliares y voluntarios, los trabajadores consideran que sigue siendo insuficiente. Desde que se inició la pandemia de coronavirus han fallecido 12 ancianos, según anunció este jueves la directora del centro, Carmen Serrano, en un comunicado.

Según confirmó la Consejería de Familia, en el centro de mayores vallisoletano, 24 residentes dieron positivo en el test del COVID-19. Los empleados lamentan que no se hayan hecho más pruebas ni a enfermos ni a trabajadores, y denuncian que en estos momentos hay alrededor de 120 residentes con síntomas de coronavirus.

Los ancianos posiblemente infectados, explican, están aislados en las dos primeras plantas. El resto, unos cincuenta, están distribuidos en la tercera. El personal se queja de que debido a las bajas no dan abasto. “Estamos totalmente abandonados”, resume una trabajadora que ha preferido no dar su nombre por miedo a represalias. 

Los cuatro trabajadores con los que ha hablado eldiario.es cuentan que la escasez de personal y de material hace imposible dar asistencia a los usuarios del centro con normalidad, por lo que han pedido a la dirección del centro que se contrate a más personal cualificado. Si no es posible, alguno de los trabajadores plantea que las administraciones públicas tomen el control de la situación, como ha sucedido en la residencia de Ancianos de Adrada de Haza en Burgos. La Consejería de Familia ha confirmado a eldiario.es que esta semana se ha contratado a 30 trabajadores y que cuentan además con diez voluntarios.

“La UME estuvo aquí desinfectando. No entendemos por qué la dirección no les pide que vuelvan para ayudarnos”, asevera indignada otra de las empleadas. Además, estas semanas afrontan sus labores con escasez de equipos de protección individual, como sucede en residencias y centros sanitarios de toda la Comunidad. Las empleadas tienen que reutilizar “durante tres o cuatro días” los equipos, y, según cuentan no empezaron a utilizar mascarillas quirúrgicas hasta finales de la semana pasada. Un equipamiento imprescindible que les llega “a cuenta gotas”. 

Al contrario de lo que sucede en otras comunidades autónomas, Castilla y León sí ha informado del número de muertes en residencias de ancianos. Según cifras de la Consejería de Familia, hasta el viernes habían fallecido 131 personas en las residencias de la Comunidad, es decir, el 40,5% del total, y 442 estaban considerados casos confirmados. El Gobierno ordenó a la UME que ayudase a desinfectar y prestase asistencia en las residencias de ancianos donde hiciese falta.

Aunque las denuncias de varios familiares llevaron a la Junta a intervenir la residencia de ancianos de Adrada de Haza (Burgos),  fuentes de la Consejería descartan, de momento, tomar el control de más centros. Aunque explican a eldiario.es que son conscientes de que si alguna residencia no es capaz de asumir el creciente número de casos, no les temblará la mano. En el caso de Burgos, los servicios sociales dieron la voz de alarma al comprobar que sólo había 2 trabajadores para cuidar de una treintena de residentes.

La Consejería tampoco descarta tener que solicitar la intervención de la UME en otros centros de la Comunidad, sobre todo a la hora de buscar personal, ya que, según confirman a eldiario.es, están teniendo dificultades para encontrar a nuevos trabajadores con los que reponer las bajas. De hecho, el viernes a última hora de la tarde, la Junta confirmó que desalojaba la residencia burgalesa y que distribuía a los 31 usuarios en tres provincias de la Comunidad. 

120 ancianos aislados 

Para tratar contener el virus en esta residencia de Valladolid, los posibles infectados están confinados en la primera y en la segunda planta del edificio, donde se sitúan unos 120 usuarios con síntomas de COVID-19. “Por ellos poco podemos hacer. Les están dejando morir”, resume una de las trabajadoras, sobre la falta de material y de trabajadores en el centro.

“Algunos pasarán la enfermedad, pero otros, no lo lograrán”, denuncia otra empleada. Mientras, en la tercera planta se mantiene a unos 50 ancianos “limpios de virus”, aunque hay varios usuarios que están empezando a desarrollar síntomas, según confirman tres empleadas que han hablado con este diario. 

De los test que se han realizado en el centro, ninguno ha sido para los ancianos de más 80 años y tampoco para los trabajadores. De momento, la cifra de bajas se sitúa en 33 trabajadores, entre las que se cuentan gericultoras, limpiadoras o incluso la directora de la residencia, a la que sí se ha hecho la prueba.

Este diario ha tratado de contactar con las residencia desde el miércoles sin éxito, pero las trabajadoras consultadas denuncian que muchos de los nuevos trabajadores que se han incorporado no tienen experiencia. “Somos menos trabajadores cuando tendríamos que ser más. La situación es alarmante, porque alguno de los nuevos trabajadores que se han incorporado no saben ni cambiar un pañal”, relata una trabajadora del centro.

Varias de las sociosanitarias que han hablado con este diario llevan lustros trabajando en la residencia, la más antigua de Valladolid, y cuentan la tristeza que sienten al no poder atender de forma adecuada a los “abuelos”. “Sufrimos porque intentamos hacerlo lo mejor que podemos, pero no llegamos”, explica una de ellas.

Otra trabajadora sí confía en que el personal que se ha incorporado durante esta semana será suficiente para hacer frente a la epidemia, aunque señala que siempre y cuando no siga habiendo más casos. “Esta semana la situación se está normalizando un poco”, resume la sociosanitaria. 

Mientras los familiares se quejan de falta de información. La hija de una de las ancianas, que también prefiere no dar su nombre, cuenta a eldiario.es la situación de “miedo” que siente ante los pocos datos que les proporcionan desde el centro. “Mi madre lleva tres días enferma. Hoy ha estado toda la mañana llamando al timbre para que la atiendan, pero nadie ha acudido. Sólo han ido a darle la comida, y según me ha dicho, ayer se olvidaron de darle sus pastillas por la noche”, cuenta con la voz entrecortada.

La mujer, que vive fuera de Valladolid, se siente con suerte, porque al menos su madre tiene un teléfono móvil, por lo que puede hablar con ella. Sin embargo no todos los familiares tienen esa suerte y son varios los que se quejan de la falta de comunicación.

“Están totalmente desbordados, pero el problema no es de las trabajadoras”, defiende la hija de la usuaria. A su madre, que tiene más de noventa años, no le han hecho la prueba a pesar de haber tenido síntomas catarrales y estar con diarrea desde hace varios días. 

Descontrol durante la desinfección que hizo la UME

El pasado viernes, la Unidad Militar de Emergencias acudió a la desinfectar la residencia. Según cuentan las trabajadoras, la limpieza fue “por encima”. La UME, explican, desinfectó las habitaciones de la tercera planta, en la que se decidió confinar a los usuarios “limpios de virus”. Sin embargo, los militares no tocaron los objetos de los ancianos en las habitaciones y llegaron a dejar “una dentadura en la mesilla, una palangana llena de vómito y todas las pertenencias, las toallas puestas”, denuncia una empleada.

“Creo que la desinfección de la UME no ha servido para nada”, resume otra de ellas. Cuando llegaron los militares hubo a residentes que estaban en la tercera planta y que fueron llevados a las dos primeras porque tenían síntomas. Fue tan apresurado que varios de ellos no pudieron siquiera coger el pijama.

Una de las trabajadoras asegura que en las últimas semanas, antes de que los casos empezasen a explotar en las residencias, varias de ellas trataron de alertar a la dirección de la situación a la dirección del centro. “Les dijimos que teníamos que aislar a los pacientes cuando vimos lo que estaba pasando en Madrid, pero no movieron el culo”, cuenta.

“Nos decían que eramos unos alarmistas, que eran virus gastrointestinales o gripe. Estábamos en contacto con los abuelos sin mascarillas”, remata. Eldiario.es ha intentado contactar con los responsables de la Casa de la Beneficencia, sin éxito. 

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