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Alumnos que sufrieron abusos y humillaciones en el Institut del Teatre: “En los ensayos pasábamos mucho miedo”

Alumnos, exalumnos y profesionales de las artes escénicas se han manifestado este martes ante el Institut

Pau Rodríguez

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Las numerosas acusaciones de abuso de poder, maltrato psicológico e incluso acoso sexual por parte de varios profesores del Institut del Teatre de Barcelona han desatado un terremoto en la institución y en el sector de las artes escénicas catalanas de consecuencias hoy impredecibles. En una investigación del diario Ara, decenas de exalumnos y sobre todo exalumnas han señalado al menos a tres docentes, entre los que destaca el conocido dramaturgo Joan Ollé, que ha sido por ahora apartado. Pero aseguran que hay más.

El caso ha provocado ya las dimisiones de la directora del Institut del Teatre, Magda Puyo, y de la cúpula de su Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD). En sus respectivos comunicados, pidieron este viernes perdón a las víctimas por no haber sabido encontrar las “herramientas” para erradicar los comportamientos de esos profesores. 

“Espero que salgan a la luz todos los casos y que sirva para que a partir de ahora la gente se atreva a hablar y se queje ante este tipo de abusos”, explica Carla Berrocal, una actriz que pasó por el Institut entre 2010 y 2015. A ella le tocó padecer a Ollé en dos ocasiones. “Las denigraciones y humillaciones eran constantes: te decía que molestabas a la vista, que no valías nada… Si la tomaba contigo, te hundía tanto como podía”, relata en una conversación con elDiario.es. En esas sesiones, ella tenía 22 años, pero es que ya antes, en primer curso, con solo 19, tuvo que soportar comentarios denigrantes de otro docente del que no ha dado el nombre. “Antes de empezar una escena, me aparté el pelo de la cara y el profesor me dijo: 'A mi si una tía está a punto de hacerme una mamada y se aparta los pelos así, es que es una profesional”, rememora. Los comentarios de menosprecio, añade, continuaron durante el curso frente a todo el alumnado. Acabó llorando en alguna ocasión. “Era muy, muy molesto”, asegura Berrocal años después. 

Su testimonio se asemeja a la mayoría de los que aporta el reportaje de Ara, que señalan a Ollé y a otros dos, Berty Tovías y Jorge Vera. Sobre los dos segundos, ambos jubilados y que negaron los hechos, los testimonios aseguran que sexualizaban las clases y que llegaron a hacer algunos tocamientos a alumnas bajo el pretexto de los ensayos. En el caso del primero, las denuncias relatan no solo humillaciones y maltrato psicológico en clase, sino que también aprovechaba su posición dentro del sector del teatro para acercarse a las jóvenes con intenciones sexuales.

Además, Ollé solía acudir bebido a clase, según sus exalumnos. Los comentarios vejatorios eran constantes, también los homófobos, cruzando la línea de lo que sería aceptable en un dramaturgo o un profesor severo o exigente. Así lo explican sus exalumnas, algunas de las cuales desvelaron también episodios de acoso sexual. “Me tocaba la espalda, el culo, los brazos. Se acercaba a mi y me pedía besitos”, relató al diario catalán una joven que de segundo curso que quedó para entrevistarle en un bar cercano al centro.

Actores y docentes reconocen que lo sabían

Las múltiples acusaciones, hechas públicas el pasado domingo, han abierto una crisis sin precedentes en el Institut del Teatre y han provocado que más exalumnas hayan compartido sus malas experiencias a través de Twitter, con la etiqueta #NoÉsTeatre. También algunos profesores del Institut o conocidos actores han reconocido ahora que mucha gente conocía esas prácticas, pero nadie dijo nunca nada. “Sabíamos de la existencia de estas prácticas de acoso, todos hemos sido cómplices”, admitía el actor Marc Martínez. “Lloro porque lo sabíamos y por el silencio”, escribió Teresa Vilardell, directora de escena, guionista y docente en el centro. Las condenas y muestras de solidaridad con las víctimas han ido desde la consellera de Cultura de la Generalitat hasta el Teatre Nacional de Catalunya, pasando por distintas asociaciones de profesionales. 

El Institut del Teatre, que pertenece a la Diputación de Barcelona, es el centro público de referencia para las artes escénicas de Catalunya. Uno de los más reputados de España. Su estructura incluye tres escuelas, entre las que está la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD). Cuenta con unos 280 trabajadores, en su mayoría docentes. Acceder como estudiante al Institut no es nada sencillo, puesto que son decenas los aspirantes que optan a una cincuentena de plazas al año.

Ollé, que se jubila este año, es uno de sus profesores más veteranos. Además de la docencia, ha sido actor y sobre todo reconocido director de numerosas obras de teatro. Ha dirigido en el Teatre Grec y el Teatre Nacional de Catalunya (TNC), entre otros, y ha sido responsable también de diseñar los actos institucionales de la Diada Nacional de Catalunya en varias ocasiones. 

A raíz de las denuncias públicas, la dirección del Institut del Teatre abrió el lunes una investigación interna, en el marco del protocolo antiacoso, y una de las primeras decisiones que tomó fue apartar a Ollé. Él, a su vez, emitió un comunicado en el que reclamaba “presunción de inocencia”. Antes afirmó al 'Ara' que no se daba por aludido ante “acusaciones anónimas”. 

Las primeras decisiones de la dirección, encabezada por Puyo desde 2015, estuvieron lejos de satisfacer a las víctimas y a los actuales estudiantes. Estos últimos, agrupados en asamblea en la plataforma Abús Art, organizaron durante toda la semana protestas diarias frente al instituto y la Diputación para exigir la expulsión de Ollé y la dimisión de la dirección, a la que acusaban de haber menospreciado las quejas que muchos alumnos les hacían llegar sobre el comportamiento de estos docentes. En declaraciones a TV3, Puyo aseguró que quería asumir las responsabilidades que hicieran falta, aunque muchas de las denuncias perteneciesen a mandatos anteriores. También se excusó en que no habían recibido denuncias formales. Finalmente, acabó dimitiendo este viernes. “Pido disculpas a todos aquellos alumnos y alumnas que se han sentido olvidados por nosotros”, reconoció en un comunicado.

Con todo, los estudiantes han mantenido la convocatoria de una huelga para este lunes. “Pensamos que es necesario visibilizar que esta situación no es un problema aislado y particular de la institución, sino que responde a un mal endémico, a un problema estructural fruto de nuestra organización social patriarcal”, señalaron en un comunicado.

La primera denuncia interna que se registró oficialmente en el Institut tuvo lugar este lunes. Siete estudiantes se quejaron de las prácticas de Ollé. Días antes, ya lo habían puesto en conocimiento de varios directivos. Uno de los denunciantes, que prefiere no desvelar su nombre, explica que la denuncia hace referencia a “malos tratos”, “violencia verbal” e “insinuaciones sexuales a compañeros”. 

Comentarios homófobos y miedo en los ensayos

Frente al argumento de que nunca se formalizaron quejas oficiales, Berrocal responde que “era vox populi lo que ocurría” con Ollé. Y no solo eso. Ella también acudió a dirección a quejarse. “Hicieron la vista gorda”, lamenta. Además, añade, su queja desató las amenazas del profesor. “Me dijo que subiría [a dirección] a encargarse de que a mí no me diesen el título”. Ella estaba haciendo la tesina, algo así como el trabajo final de carrera, y Ollé asistía a los ensayos porque era tutor de otra alumna. “Al final me pusieron un cinco, creo que para quitarme de en medio”. 

Un compañero de promoción de esta actriz, Marc Ribera, también recuerda los abusos. Él asegura que se llevó no pocos comentarios despectivos por ser homosexual. “No entiendo por qué los actores buenos tenéis que ser todos maricones”, le dijo un día. En otras ocasiones, explica, el docente entraba ebrio y les insultaba. “'No sé por qué eres tan desgraciado, sois todos una mierda… ' Y así hasta la saciedad. En los ensayos pasábamos mucho miedo. Se te acercaba con el vaso en la mano y pasábamos unos nervios impresionantes”, recuerda ahora.

El hecho de que algunos profesores sean también profesionales del sector, y, por lo tanto, potenciales descubridores y catalizadores de jóvenes promesas, favorece que algunos hayan abusado de su posición. El propio Ollé jugaba esa carta con las jóvenes, según han explicado varias de ellas. “Aquellas profesiones en las que el autor es alguien reputado, que está jerárquicamente por encima de ti, del que depende que te abran o cierren puertas, facilitan muchísimo que se den este tipo de violencias”, observa Carla Vall, abogada y experta en derechos de las mujeres. “El plus en el mundo de las artes es que los abusadores tienen la excusa de que aquello es la interpretación de un papel, que es una realidad paralela, que aquella persona lo único que pretende es sacar lo mejor de ti”, añade.

Ante los elogios de la dirección al protocolo aprobado en 2018, Vall advierte que los casos destapados en la prensa han demostrado que no ha servido. “Un protocolo que no llega a quien tiene que llegar es como si no existiera”, expresa. Y recuerda que ese protocolo se elaboró a petición de las estudiantes y que, aun sin él, “la dirección tenía el deber de investigar” los comentarios y rumores: “Si sabes lo que está ocurriendo y decides no escuchar, es negligencia, ignorancia deliberada”. 

Berrocal decidió hacer públicos los abusos recibidos el día que, años después, recibió en su casa un folleto del Institut del Teatre en el que Ollé seguía apareciendo como tutor de proyectos de fin de curso. “Decidí hablar para que esto cambie, para que nadie tenga que pasar de nuevo por esta situación. Porque te destroza la moral y es profundamente injusto”, concluye.

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