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Sobre este blog

Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.

Múnich, mucho más que el Oktoberfest

Biergarten en el Englischer Garten, el pulmón verde de la ciudad

Alicia Fàbregas

El 1810 se agotaba pero todavía faltaba por llegar el acontecimiento más importante de aquel año. En octubre, el Príncipe heredero Ludwig se casaba con la princesa Teresa di Sassonia-Hildburghausen y quería una celebración que quedara grabada en el recuerdo de los habitantes de Múnich para siempre. Lo consiguió. Los congregó a todos en unos campos que tomarían el nombre de Theresienwiese –campos de Teresa-, en honor a la que se iba a convertir en su esposa, organizó carreras de caballos y sirvió abundante comida y, sobre todo, cerveza para todos. La fiesta gustó tanto, que al año siguiente se repitió y al otro y así hasta la actualidad. Es lo que todos conocemos como Oktoberfest, aunque ahora se celebra en septiembre para aprovechar que los días son más largos y más calurosos.

Por eso, en el imaginario colectivo Múnich tiene forma de camarera bávara, con un pecho prominente y dos jarras de cerveza muy fresca y espumosa en las manos. Dicho de otro modo, el estereotipo del Oktoberfest ha sobrepasado Múnich. Pero esta ciudad es mucho más que eso. Es también la capital del estado federal de Bavaria, la capital de la cultura en Alemania, la ciudad más rica del país -aparte de pertenecer a la región con menos paro de Europa-, y mucho más.

El río Isar, la playa de Múnich

El surf ya no es un privilegio de las zonas con mar. En el río también se puede surfear y Múnich es una prueba de ello. El agua del Isar cruza la ciudad y refresca el interior del Englischer Garten, una especie de Central Park muniqués. En verano, la gente corre a tomar el sol y bañarse y la hierba se llena de Biergartens –cervecerías con terraza-. En invierno el parque está menos animado, pero el río mantiene su atractivo, sobre todo para los surfistas. Aquí parece haber olas en todas las estaciones, formadas por las corrientes y los diferentes diques, y de hecho quizás es el mejor lugar para aprender este deporte, porque las olas son continuas y compactas, no hay que morir esperando a que llegue una, como pasa muchas veces en el mar.

La ciudad de los relojes

En 1920, después de que acabara la Primera Guerra Mundial, Georg Rauscher fundaba a orillas del Danubio una empresa que llenaría de relojes las calles de Múnich y de otras muchas ciudades y pueblos de Alemania. En la actualidad, la empresa continúa funcionando y sus ingenios electromecánicos todavía decoran hasta siete emblemáticos templos y edificios de la capital de Baviera.

Por eso y por la altura de estas construcciones, es posible levantar la vista en ciertos puntos de Múnich y verse rodeado por todos lados de agujas marcando la hora y campanas sonando. Incluso es posible visitar la ciudad bávara siguiendo la estela de estos relojes, en una confluencia temporal entre el presente del caminante y la antigüedad que desprenden muchos de sus monumentos.

Pero para disfrutar de un reloj espectacular, Marienplatz es el lugar. En esta emblemática plaza está el Rathaus, el Nuevo Ayuntamiento, y arriba de este edificio neogótico, el carillón que a determinadas horas hace sonar la “Danza de Cooper” y las figuras que contiene se mueven al ritmo de la melodía para conmemorar el fin de la peste.

Septiembre negro

Múnich destaca también por su arquitectura. Algunos museos como el Branhorst, de arte contemporáneo, o la Pinakothek der Moderne son un ejemplo, además del famoso Allianz Arena o el BMW Welt. Pero quizás uno de los más impresionantes por sus dimensiones y su historia es el Olympiapark, construido para las Olimpiadas de 1972. Su torre es conocida porque ofrece la posibilidad de comer o cenar a casi 200m de altura y contiene un pequeño museo del rock and roll.

Pero desgraciadamente este recinto también trae malos recuerdos. En septiembre de 1972 se celebraban allí los Juegos Olímpicos pero una matanza habría de entristecer aquellos días. Once atletas israelíes, cinco terroristas palestinos y un policía murieron. La madrugada del 5 de septiembre los deportistas israelíes fueron secuestrados por la organización palestina Septiembre Negro que pedía la liberación de más de 230 palestinos encerrados en prisiones de Israel. Finalmente, pese a las negociaciones, no se pudo evitar el fatal desenlace en un tiroteo entre los fedayines de Septiembre Negro y la policía alemana. Una placa en el Parque Olímpico conmemora la tragedia.

Cultura y bohemia

Contemplar Múnich desde arriba mientras te tomas una buena cerveza o un café, es un momento de felicidad. Para conseguirlo hay que entrar a la Universidad Técnica de Múnich (TUM), confundirnos con el resto de estudiantes y coger un ascensor hasta el quinto piso. Allí hay un regalo para el visitante: un bar privilegiado con unas bonitas vistas de la ciudad. Económico porque en teoría es para los estudiantes, y cómodo, porque además de sillas y mesas, ofrecen también unas hamacas para aprovechar agradablemente los ratos de sol.

Desde esta terraza es fácil descubrir que nos encontramos en el epicentro cultural de Múnich. Una zona llena de museos de todo tipo, desde el Museo Egipcio hasta el Brandhost, dedicado al arte contemporáneo, pasando por la pinacoteca de arte moderno o el llamado Reich der Kristalle (Reino del Vidrio), es decir, el museo de los minerales. Además, dibuja el límite con la bohemia, porque el conocido barrio de Schwabing está a sólo unos pasos, conformado por unas calles que recorrieron muchas veces Thomas Mann, Rainer Maria Rilke, Kandinsky o Paul Klee entre otros personajes históricos que vivieron en esta ciudad. Cómo no, de esto se intenta sacar rédito turístico y es fácil encontrar en aquella zona más de un café o restaurante que asegura en sus cartas que por sus mesas pasaron todos estos grandes nombres.

Oktoberfest, también

No se puede olvidar que, obviamente, una parte de la esencia de Múnich recae en lo que representa el Oktoberfest: mucha cerveza y algunas salchichas. Y si no es época de Oktoberfest, no pasa nada, porque en el Viktualienmarkt, el gran mercado en el Alstadt, el centro de la ciudad, se pueden comprar todo tipo de alimentos y bebidas y también probarlos sentados en algunos de los restaurantes o en las grandes mesas de madera que llenan la plaza. Allí puedes comer un buen Weisswurst, la típica salchicha blanca bávara, acompañado de un pretzel, un tipo de pan con forma de corazón y sal gruesa por encima, y hacerlo bajar todo con una cerveza a escoger entre las seis fábricas autóctonas que monopolizan la producción: Augustiner, Hacker-Pschorr, Hofbräu, Löwenbräu, Paulaner o Spaten-Franziskaner.

Vueling vuela a diario de Barcelona a Múnich.

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