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Sobre este blog

Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.

Las aguas turquesas y cristalinas de la Puglia

Playa Punta Prosciutto.

Alicia Fàbregas

El tacón de la bota, la tierra sin lluvia –Apuvlia- o la zona menos montañosa de Italia. Todos esos nombres para designar a la Puglia, una zona increíble al sur de Italia, encajada entre los Apeninos, el Adriático y el mar Jónico, con unas playas y una comida espectaculares y decenas de pueblos en los que perderse y disfrutar de sus calles, de sus plazas, sus bares, sus helados, cafés, sol y sombras. Un lugar para recorrer, para coger un coche y dejarse llevar por la improvisación, parando en cualquiera de los 300km de costa.

La ciudad bonita 

La capital de la región es Bari y puede ser un buen punto de partida, aunque como punto de inicio, Bríndisi, un poco más al sur, también es buena opción. Desde allí en coche se tarda cerca de una hora en cruzar de la costa del Adriático a la del Jónico y llegar a la “Ciudad bonita” –del griego Kalé polis-, Gallipoli, en la provincia de Lecce. 

 

Unida a la península por un puente, Gallipoli se dibuja como un islote de aire griego, barroco y neoclásico, entre murallas, rodeado de arena y aguas cristalinas. Pero a parte de las visitas y los baños, para asentar todo el sol del día y digerir el cansancio, degustar los platos típicos de la zona es una gran idea. Recetas sencillas, con materias primas de muy buena calidad y un aceite de oliva para untar pan. Hay bastantes platos a base de tomate, berenjena, alcachofas, aceitunas negras… todo mezclado con una infinidad de variedades de pasta, como los orecchiette, que suele ser el producto estrella. Y como la tradición pesquera sigue aún muy viva, hay también mucho pez espada y marisco. 

Calas rocosas y playas infinitas 

En la misma costa Jónica, resiguiendo el golfo de Tarento, hacia el norte desde Gallipoli se llega a Porto Cesareo. Playas extensísimas, kilómetros y kilómetros de arena, pero también calas entre rocas y acantilados, todo bañado por agua transparente a más no poder, de un color que es imposible no querer bañarse. Eso sí, los italianos suelen ser bastante adictos al sol y aunque esta no sea una zona muy conocida por el turista extranjero, los locales la conocen bastante y les encanta. Así que hay que estar preparados para compartir privilegios, no con hordas de turistas, porque no todo está masificado y se conservan muchos kilómetros de playa virgen con sus dunas y su vegetación, pero en algunos casos sí que hay que tener en mente que no vamos a estar ni mucho menos solos de tú a tú con la naturaleza. 

 

De vuelta al coche y poniendo rumbo al norte otra vez, se puede llegar a otra extensión de playa que pese a ser impresionante, no está demasiado explotada a nivel turístico. Allí es posible hacer hasta la croqueta por la orilla durante un rato y no tropezarse con nadie. Es Punta Prosciutto, una playa estrecha y muy larga, espolvoreada de dunas y salpicada de vegetación, con las mismas aguas turquesas que caracterizan toda esa zona.

Y ya de vuelta a Bríndisi, se puede utilizar parte de la Vía Apia, que la llamaban los romanos, una de las calzadas más importantes del antiguo Imperio, que unía Bríndisi con Roma.

Vueling vuela dos veces por semana a Bríndisi.

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