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El Govern se divide por las alianzas: ERC busca a los comuns; Junts, al PSC

El president Aragonès habla con el jefe de Junts en el Parlament, Albert Batet.

Arturo Puente

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El plante de la CUP a los Presupuestos catalanes para 2022 ha descolocado al Govern y ha abierto una de las ya clásicas brechas entre los socios de la coalición. Después de que los anticapitalistas anunciaran una enmienda a la totalidad a las cuentas que, sin embargo, se abrieron a acabar retirando, el Ejecutivo ha optado por buscar el respaldo de una tercera formación. Pero ERC y Junts no están de acuerdo en cuál debe ser el plan B. Ambos son partidarios de agotar la negociación con la CUP pero, en paralelo, los republicanos están decididos en lanzarse a negociar el apoyo de los comuns, tarea que ya han comenzado, mientras que Junts se decanta por esperar una abstención del PSC “a cambio de nada”.

Las discrepancias respecto a las estrategias afloraron casi en el mismo momento en que la CUP anunció su enmienda, el pasado martes. Ese día miembros de ambos partidos se reunieron en el Palau sin ser capaces de llegar a un consenso sobre los próximos pasos a dar si la vía de los anticapitalistas fallaba. Fue en esa misma reunión cuando el president, Pere Aragonès, propuso ir a buscar al partido de Ada Colau. Una opción que no satisface a Junts, que cree que los comuns pueden ser más exigentes que los socialistas. Sin embargo, en ese mismo encuentro ambas formaciones consideraron que cualquier opción es buena antes que una prórroga presupuestaria.

Sin haber llegado a un acuerdo detallado, al día siguiente Aragonès extendió la mano a los comuns y celebró reuniones tanto con esa formación como con la CUP y el PSC. Desde Junts hubo protesta pública, al considerar que la nueva mayoría que trataba de configurar el president no estaba acordada. Este jueves la portavoz de la formación, Elsa Artadi, ha vuelto a incidir en la misma idea, al asegurar que, abriendo una negociación con los comuns, Aragonès “cambia las reglas del juego” y apuesta por una alianza que no responde “a la investidura que se trabajó”.

Desde ERC, en cambio, han vetado cualquier posible colaboración con el PSC con el argumento que el propio jefe de Govern pronunció en la sesión de control del pasado miércoles. “En política creo que todos sabemos que no hay nada gratis y que lo que hoy puede parecer tender la mano mañana es un precio que implica la renuncia a algunas de las posiciones que defendí en esta Cámara, que es mi contrato con el pueblo de Catalunya”, aseguró Aragonès para rechazar negociar con los socialistas. Una frase similar había dicho un día antes, ante sus socios de Junts, cuando algunos de sus miembros proponían aceptar la abstención del grupo de Salvador Illa como alternativa a la CUP.

Todas las partes, desde ERC hasta la propia CUP, reconocen que el conseller de Economía, de Junts, se ha esforzado por sacar adelante estos Presupuestos. Sin embargo, una vez se ha constatado que los anticapitalistas pondrán muy cara la tramitación de las cuentas el próximo lunes, en Junts ven con disgusto comenzar una negociación con los comuns, que también hacen reclamaciones en el mismo sentido de la CUP y con quienes el partido de Carles Puigdemont mantiene importantes guerras. Con todo, después de que el miércoles Aragonès y el grupo de Jéssica Albiach optasen por formar grupos de trabajo para avanzar en la negociación, los miembros de Junts también se han sentado con los comuns para hablar sobre los Presupuestos.

Junts, puentes con el PSC

La formación nacida de las cenizas de Convergència no ha tenido ni mucho menos una relación pacífica con el PSC desde octubre de 2017 y, para Quim Torra durante su presidencia, fueron uno de sus máximos rivales. Pero la relación entre ambas formaciones ha dado un vuelco en el último año, a la vez que el PSC se convertía en el primer partido de la oposición y Junts perdía la presidencia del Govern.

Pese a que el objetivo de Junts es la independencia, fuentes del partido no ocultan que tienen un “modelo de país” más cercano al de los socialistas que al de los comuns o la CUP. Así se puso de relieve en agosto pasado con el acuerdo para la ampliación del aeropuerto, firmado –verbalmente– por la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, y el vicepresident del Govern, Jordi Puigneró.

Posteriormente, en el debate de política general, Junts y el PSC votaron juntos varias resoluciones, incluyendo la que tenía que ver con la política aeroportuaria. Además, en la ley de acompañamiento de los Presupuestos que se negocian ahora, el departamento de Territorio de Puigneró incluyó un guiño a la alcaldesa socialista de L'Hospitalet, Nuria Marín, para recuperar el viejo proyecto que apadrinan ambos partidos para soterrar la Gran Vía.

Más allá del interés de la formación en acercarse a los socialistas, sectores de Junts tratan de desmarcarse de la CUP de cara a las próximas elecciones municipales, cuando necesitarán concentrar el voto del PDeCAT. En esa línea, el partido acusa a Aragonès de ser víctima de su acuerdo de investidura con los anticapitalistas, del que ellos “no se hacen responsables”, explican fuentes de la fuerza política. Según resaltan, fue el líder de ERC quien optó por acudir a negociar con los cupaires la investidura antes de cerrar el acuerdo con Junts, por lo que él es el único responsable de mantener el apoyo de los 74 diputados independentistas.

Por su parte, desde ERC pero también la CUP y los comuns consideran que Junts está dificultando el acuerdo con las formaciones de izquierdas con sus enmiendas a la ley antidesahucios que se tramita en el Parlament. Facilitar la ley era una de las exigencias de los anticapitalistas, al entender que las pretensiones de Junts desvirtuaban el texto pactado. Pero este miércoles la formación ha reiterado que mantendrá el grueso de sus propuestas, que, entre otras cosas, piden compensar a los propietarios del inmueble cuando se paralice un desahucio.

Los comuns, dispuestos al acuerdo

Diferencias estratégicas aparte, lo cierto es que desde este miércoles el Govern al completo negocia con los comuns, a quienes quieren arrastrar a, al menos, una abstención que permitiría aprobar las cuentas. La formación que capitanea Jéssica Albiach no está ni mucho menos cerrada a ello, pero ha marcado sus propias exigencias, entre las que destacan una ley de urbanismo verde, la mejora de los recursos en salud mental y el dentista público o una apuesta decida por la reindustrialización y abandono paulatino de la economía del turismo.

Fuentes del Ejecutivo destacan que hay mimbres para entenderse, aunque recuerdan que de entrada necesitan un pacto exprés para tener este lunes una mayoría suficiente para seguir tramitando el proyecto.

El interés de En Comú Podem por estos Presupuestos no solo está en el propio proyecto de cuentas, sino también en que su apoyo desplazaría a la vez a la CUP y al PSC. Colocarse en como bisagra entre los bloques y con capacidad para negociar con independentistas y socialistas les daría una centralidad que buscan, sobre todo, de cara a las municipales. La formación también ha manifestado su objetivo de que el apoyo sea mutuo, es decir, que si ellos desatascan las cuentas del Govern, ERC haga lo propio con las de Ada Colau en el Ayuntamiento. Los republicanos, que esta semana rechazaron la tramitación de las barcelonesas, no descartan cambiar de opinión más adelante.

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