La mayor retrospectiva sobre Agnès Varda muestra en Barcelona todas las caras de la única directora de la Nouvelle Vague
Nacida en Bruselas, en 1928, pero con una carrera artística desarrollada en Francia, Agnes Varda puede considerarse uno de los espíritus más libres, inquietos y polifacéticos de la segunda mitad del siglo XX en Francia. Comenzó como fotógrafa, pero pronto su inquietud la llevó al cine, una carrera en la que el reconocimiento como pionera de la Nouvelle Vague, tanto estilística como por su condición de mujer, le llegó tarde, si bien consiguió finalmente todos los galardones: de la Palma de Oro al Oscar -ambos honoríficos-, pasando por el César, el León o el Oso de Oro.
En los últimos años añadió una nueva linea artística a su actividad al convertirse en artista conceptual, con instalaciones principalmente videográficas, al tiempo que proseguía elaborando películas tan icónicas como Los espigadores y la espigadora (2000), un filme sobre las personas que recogen la comida que otros lanzan a la basura y que supone una mirada crítica sobre la sociedad de la opulencia y su falta de sostenibilidad.
Cinco años después de su fallecimiento, en 2019, aterriza en Barcelona Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar, una muestra precedida del enorme éxito que tuvo en Francia ¡Viva Varda!, la gran exposición retrospectiva, acompañada de una película documental, que la Cinémathèque Française de París dedicó a la cineasta.
La mayor retrospectiva hasta la fecha
La muestra ha sido presentada en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, CCCB. Durante la presentación, tanto el responsable de exposiciones del centro, Jordi Costa, como la comisaria Florence Tissot, que anteriormente también comisarió para la Cinémathèque Française ¡Viva Varda!, han destacado que Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar es la mayor exposición retrospectiva sobre Varda realizada hasta la fecha.
El motivo es que la muestra barcelonesa es una adaptación ampliada de la parisina, dado que por cuestiones de más espacio se han podido acoger instalaciones artísticas y material que no se pudo incluir en Paris. “Además, se ha recuperado material fotográfico del viaje que Varda realizó en los años cincuenta a la provincia de Girona para fotografiar a Dalí”, explica Costa.
“De aquel viaje solo se tenía testimonio por las dos fotos del pintor ampurdanés que Varda había publicado en su día”, agrega para luego matizar que “tras su muerte, su hija Rosalie analizó los más de 27.000 negativos que le legó la cineasta y descubrió una serie sobre el norte de la provincia, de la que se exhibe una muestra”.
Pionera de la Nouvelle Vague
“A pesar de que no siempre se le ha reconocido, Varda fue la precursora de la Nouvelle Vague además de la única cineasta mujer integrante del movimiento”, asegura Judit Carrera, directora del CCCB, quien destaca “el feminismo alegre y combativo” de la artista, “que fue uno de los hilos de su obra junto a la ecología y el interés por la marginalidad”.
Carrera también cita los que a su juicio son los tres principios que mueven el cine, y en general toda la actividad artística de Varda: “inspirar, crear y la voluntad de compartir”, y subraya que su obra, siempre a caballo entre la ficción y el documental, “dio testimonio de los profundos cambios acontecidos en Francia y Europa durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, además de adentrar su mirada en países socialistas como China y Cuba”, algo no tan usual en aquellos años.
Finalmente la responsable del CCCB ha anunciado que la exposición sobre la autora de películas como Los espigadores y la espigadora o La Pointe-Courte, considerada la película que dio lugar a la Nouvelle Vague, contará con una serie de actividades paralelas como un “Laboratorio Varda para que niñas y niños, adultos y familias puedan experimentar con su universo”.
También tendrá un apartado especial en el próximo festival de cine Xcentric, así como un ciclo de 18 películas de la cineasta en la Filmoteca de Catalunya, que inaugurará su hija Rosalie Varda. Precisamente esta última, directora artística y diseñadora de vestuario, que es junto a su hermano la heredera del archivo de su madre, ha participado en la presentación.
Un archivo con ingente documentación
Rosalie Varda, tras destacar la importancia de la presente muestra y agradecer que ampliara la de la filmoteca parisina, ha explicado cómo a partir de 2003 se convirtió en socia de su madre para la producción tanto de filmes como de exposiciones sobre la artista. También ha reflexionado sobre el papel de los hijos de artistas a la hora de gestionar los legados que reciben de sus padres y ha reconocido que “se precisa de mucho dinero para mantenerlos y gestionarlos”.
A este respecto, Tissot ha apostillado que los archivos que Varda dejó contenían ingentes cantidades de material. “No tiraba nada y lo recogía todo”, explica la comisaria para luego especificar que se encontraron con “27.000 negativos fotográficos”, además de todo tipo de documentos y escritos, así como material de los rodajes.
“Esto nos ha obligado a hacer una gran tarea de triaje”, remacha. Entre las celebridades que Varda retrató Tissot destaca Jean-Luc Godard, Harrison Ford, Chantal Akerman, Miquel Barceló, Dalí, Maria Casares o Andy Warhol. Precisamente uno de los retratos presentes en la muestra es el que hizo a Barceló, y junto a este también se expone el retrato que el mallorquín realizó de Varda.
Cinescritura: la invención de un estilo
Tras una introducción de homenaje a Varda por parte de la artista Mercedes Álvarez, que ha creado para la exposición una videoinstalación del mar –pues el mar fue un fondo muy recurrente en el diseño escénico de la realizadora franco-belga–, la muestra se estructura en diferentes secciones que tocan las distintas facetas tanto personales como artísticas de la vida de Varda.
De este modo, se inicia con su primera actividad, la fotografía, de la que Jordi Costa destaca que “desde un principio se nota que sus imágenes pedían movimiento, es decir que diera el salto al cine”. En esta sección se pueden encontrar los retratos de Dalí, así como las imágenes de su primer viaje a Girona, y también las adaptaciones fotográficas que hizo de obras de artistas tan reconocidos como Picasso o Goya.
La siguiente sección es según Costa la que mejor define a Varda y se titula Cinescritura: la invención de un estilo. Explica Costa que la directora siempre defendió que el trabajo cinematográfico de autor no se ciñe a la filmación, sino que empieza ya en la escritura del guion e interviene en todas las facetas del proceso. Y para defender mejor su tesis acuñó la palabra “cinescritura”.
Precisamente este neologismo parece definir muchas de las siguientes secciones de la muestra, ya que en ellas las películas en sí tienen una centralidad relativa y ceden parte de la atención los documentos que atestiguan la complejidad de sus elaboración, ya sean los guiones, la fotografía y el vestuario, los objetos utilizados en las escenas o la cartelera final.
De este modo saltamos de una sección dedicada a las familias artísticas de Varda, donde se explican los distintos colectivos y disciplinas en las que participó, a los viajes que realizó, sección en la que se analizan su incursiones fotográficas y videográficas en China y Cuba, para conocer los regímenes comunistas, o Estados Unidos, donde se adentra en manifestaciones del Black Power o se interesa por el movimiento hippy californiano de finales de los 60.
Finalmente Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar aborda también el feminismo de la autora, del que Costa destaca que “está presente de forma natural en todas sus películas, si bien en algunas inciden en él de manera más específica aunque a veces, como en el caso de Le Bonheur, que habla de una infidelidad masculina, no fue bien entendido”.
Paralelamente a estas secciones, o más bien contextualizándolas y enriqueciéndolas, la muestra expone extractos y material de algunas de sus numerosas películas. También pueden observarse obras de otros artistas, como un gran Tàpies, un autor con quien tuvo relación, una bailarina de Niki Saint Phalle o los dibujos que la artista catalana Isa Feu fue realizando a medida que visionaba los filmes de Varda.
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