Este es un artículo publicado en el blog 'La periodista desquiciada'
Siempre es de agradecer que alguien te avise que estás a punto de hacer el ridículo. Y si te lo dice con educación y respeto, mejor aún. Esto es lo que ha hecho el presidente del COI, Thomas Bach, con el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, al aconsejarle que no presente la candidatura de la ciudad a los Juegos de Invierno de 2022 si no es para ganar. Entre las muchas preocupaciones que Bach le habrá trasladado al alcalde -y que Trias ha explicado de forma resumida en una entrevista radiofónica- destacaré una y añadiré otra que no ha dicho públicamente, pero que no descarto que también se haya comentado en la reunión.
El comentario del presidente del COI que destaco porque creo que es una verdad como un templo tiene que ver con la falta de nivel de los deportistas españoles en deportes de invierno y con la falta de infraestructuras. En tiempos de crisis económica, déficit cero y recortes drásticos en cultura y deporte, meterse en el jardín de tener que hacer por adelantado unas instalaciones costosísimas -como ha hecho Madrid para luego perder los Juegos de 2020- sin tener los recursos garantizados es una temeridad y un despilfarro que la sociedad catalana no se puede permitir.
El comentario que añado por mi parte es aún más imprescindible para el éxito de los Juegos: por debajo de los 2.000 metros la nieve no siempre está garantizada en los Pirineos. Y si no que se lo pregunten a los hombres del tiempo, que aconsejan acotar la celebración de los Juegos a la segunda quincena de febrero, y a la gente de la Cerdanya, El Ripollès o del Pallars que estos últimos años ha tenido que cerrar sus negocios por la falta de nieve y de turismo. Y es que no puedo evitar dejar de preguntarme ¿qué sentido tiene para una ciudad como Barcelona, que tiene el éxito asegurado vendiéndose al turismo internacional como un modelo de sol y playa, competir ahora en unos juegos olímpicos de invierno? Yo creo que ninguno, pero mejor sería preguntarle al exalcalde Jordi Hereu, el padre de la frankensteniana criatura.
Algunos medios han comenzado a apuntar la posibilidad de que Barcelona retrase ahora su candidatura hasta el 2026 para que la idea de que sea la primera ciudad del mundo en tener unos Juegos de invierno y unos de verano hace templar a más de un inconsciente. El mismo alcalde ha dejado entrever el cambio de fecha, supongo que porque cerrar la puerta definitivamente al proyecto haría molestar al poderoso lobby que quiere acabar con el triste espectáculo de urbanizaciones enteras vacías y a medio construir en la Cerdanya, aunque ello signifique cargarse la montaña para construir una pista de bobsleigh. Sin embargo, Trias topa con otro gran escollo: ningún grupo municipal de la ciudad le da apoyo incondicional en esta aventura de locos. Si se estrella, deberá hacerlo solo y el precio político a pagar por CiU podría ser un duro voto de castigo en las próximas elecciones.
Para contrarrestar las voces en contra del proyecto, rápidamente se ha filtrado a la prensa el informe sobre el impacto que una teórica subida de las temperaturas debido al cambio climático podría tener en la celebración de los Juegos tanto el 2022 como el 2026. El trabajo, elaborado por el equipo que impulsa la candidatura Barcelona-Pirineo y por lo tanto nada independiente, concluye que las predicciones meteorológicas apuntan a que el aumento de las temperaturas será casi imperceptible y que la nieve no se verá afectada. Sin embargo, añaden que el comportamiento del clima no se puede garantizar al cien por cien, pero que si no hay nieve, siempre se puede crear de artificial. ¡Mira que bien!
Y mientras que Xavier Trias deshoja la margarita sobre los Juegos, los barceloneses vamos pagando los sueldos millonarios de todos los que trabajan en el proyecto de la marxista -de Groucho Marx- candidatura Barcelona-Pirineos empezando por el incombustible y experto en espectáculos olímpicos Enric Truñó.