Los días 15 y 16 de diciembre del año pasado se celebraron en Barcelona unas jornadas organizadas por el Insitituto Europeo de la Mediterránea ( IEMED) sobre la presencia musulmana en Europa. Tres intervenciones de tres intelectuales de diferentes países me han interesado especialmente:
Bichara Khader, profesor de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), empezó mostrando lo erróneo tanto del enfoque culturalista – aquel que relaciona el terrorismo, el yihadismo y el extremismo islámico con la religión en sí y que cree que la violencia es consustancial al Islam- como el enfoque que él denomina realista y que piensa que la radicalización de algunos jóvenes hijos de inmigrantes musulmanes se debe a la falta de políticas de inclusión de los gobiernos europeos.
Ninguno de estos dos argumentos es totalmente creíble a pesar de albergar en su seno una parte de la verdad. En su opinión, cuatro son los factores que pueden explicar el gradual proceso de radicalización de estos jóvenes:
Radicalización basada en la identidad: después de tres generaciones aún encontramos en Francia, Bélgica o Alemania, por ejemplo, jóvenes atrapados entre un país de origen que no conocen y su propio país que les da la espalda, no aceptándolos del todo como ciudadanos europeos.
Radicalización basada en el factor socio- económico: jóvenes con una educación y una formación pobres y otros que sufren discriminaciones del mercado laboral. En su ponencia lo ejemplificaba hablando de un amigo suyo, un joven ingeniero argelino musulmán, que tras enviar su CV a una empresa con su auténtico nombre fue rechazado y al hacerlo con otro, se le concedió una entrevista.
La búsqueda de una misión: jóvenes que súbitamente se transforman en seguidores fervorosos y fanáticos de la religión y que rompen con su entorno, amigos, familia, y se aferran a la visión totalizadora y fanática de este islam recalcitrante con la fantasía de convertirse en héroes. Lo que él denomina el pasaje de “zéro to hero” o pasaje del anonimato a la celebridad. Jóvenes expuestos a la televisión por satélite generosamente financiada por los petrodólares y que les muestra una visión binaria del mundo: El Islam vs los Otros, Dios vs el diablo.
Radicalización basada en el factor geopolítico: no es fortuito, explica el profesor Bichara, que Al Qaeda primero y después ISIS incrementaran su actividad después de la invasión de Irak, producida en el año 2003. La cuestión palestina, dice por otra parte, ha sido más una justificación que una fuente de radicalización para algunos de estos jóvenes europeos.
Estos son según el profesor los cuatro factores más importantes y a veces pueden converger y otras ir por separado.
Por otra parte me interesó mucho la aportación de Rachid Benzine, profesor de la facultad de Teología protestante de París, que criticó especialmente la postura bienintencionada pero igualmente perniciosa de una parte de la sociedad, señalando directamente a la izquierda política, que intenta desmarcar el Islam de los atentados producidos en su nombre. El mundo islámico está empantanado, según él, en una guerra por definir la ortodoxia religiosa y que se disputan el wahabismo, el salafismo de los hermanos musulmanes, el sufismo y el Islam tradicional. Al islam, concluye, le falta una aproximación histórica, contextualizada y científica. Cree prioritario periodizar la construcción humana del Islam. Señala, pues, directamente el enorme vacío cultural en el que están inmersos los países musulmanes y aboga por que en Europa intentemos llevar a cabo este trabajo tan arduo como necesario.
Finalmente, me interesó mucho la mirada desenfadada de Sadek Hamid, profesor de la Universidad de Liverpool Hope. Él mostró con datos cómo los medios de comunicación y los estudios universitarios acostumbran a ir siempre por detrás de la realidad. Y la realidad del Islam Europeo, especialmente el del Reino Unido que es el que más conoce, es mucho más exitoso y diverso de lo que se explica. Los musulmanes invisibles son precisamente los que viven, crean, aportan y buscan su manera de estar en el mundo. Mirémoslos, hablemos de ellos, eduquemos la mirada de la gente para poder ampliar el foco y dejar de asociar directamente Islam a violencia y/o conflicto.
Hubo también otras aportaciones notables, entre ellas las de intelectuales de nuestro país como Jordi Moreras, profesor de antropología de la Universiad Rovira i Virgili, Ángeles Ramírez, profesora de antropología social de la Universidad Autónoma de Madrid y Ana Planet, profesora de Estudios árabes e islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid, y que no puedo recoger en este artículo. Pero merece la pena citar sus nombres porque llevan años investigando y combatiendo la mirada estereotipada que con frecuencia se tiene sobre todo lo musulmán.
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