Jaume Roures, fundador de Mediapro, ha agitado las ya muy revueltas aguas catalanas y del FC Barcelona anunciando una querella contra el expresidente del club Sandro Rosell por supuesto espionaje de sus correos electrónicos entre 2009 y 2011. Se trata de un nuevo remolino -¿o tsunami?- en el Barça, donde, como se ha puesto de manifiesto en el juzgado número 24 de Barcelona, operó una auténtica trama de espionaje durante los últimos años de Joan Laporta, que entonces presidía una junta que era carne y uña con Roures y Mediapro.
Esta trama de la época de Laporta espió, según muestra el abundante material aportado al juzgado, a rivales del entonces presidente en el club -empezando por Sandro Rosell y Oriol Giralt, promotor de la moción de censura de 2008-, pero también a compañeros de la Junta Directiva, a empleados, a políticos, a jueces, a periodistas y hasta a amantes del ex presidente y compinches de farras nocturnas.
Ahora Roures acusa a Rosell, que inició en el Barça los esfuerzos para reducir la dependencia de Mediapro que luego ha consolidado Josep Maria Bartomeu, de haberle espiado. Debe de contar con pruebas contundentes. Además, claro está, de su propia palabra: si lo dice Roures, lo más probable es que sea “verdad” en sentido estricto.
La palabra de Roures la descubrí en una de las asambleas de trabajadores durante el cierre de la edición en papel del diario Público, cuando le escuché proclamar: “¡Mi patrimonio es cero!”. Luego, muy poco tiempo después, los carísimos abogados de Garrigues nos estrujaban con la reforma laboral de Mariano Rajoy, y el magnate y su compadre y socio Tatxo Benet aparecían entre los inversores del grupo que recompró la cabecera del diario sin pagar lo adeudado a los trabajadores, colaboradores y la Seguridad Social. E inmediatamente, montó un restaurante de lujo en Barcelona con el extraordinario chef Fermí Puig.
La participación de Roures y Benet en la recompra de Público fue a través de las sociedades Mediacable y Multiax Invera, accionistas a su vez de Display Connector’s, y la inversión en el restaurante fue mediante la sociedad Gastronomia i Restauració SL. En realidad, Roures está vinculado a un centenar de sociedades mercantiles, varias de ellas con la matriz en Holanda y bajo la supervisión de la boutique TMF, especializada en “optimización fiscal”: una es propietaria del casoplón de vacaciones en el Empordà, otra de los yates, otra de la colección de coches de lujo, otra de la colección de obras de arte, que va desde Antonio López a Warhol, etcétera. De esta forma, es estrictamente verdad que el patrimonio personal a nombre de Roures es literalmente “cero”. Otra cosa es el de las empresas que administra.
Partiendo de la base, pues, de que las acusaciones que Roures ha lanzado sobre Rosell pueden ser “verdad” -al menos, en el mismo sentido estricto de que su patrimonio es “cero”-, la gran pregunta es: ¿Por qué lo denuncia ahora, cuatro años después de enterarse?
Roures ha dado una razón para ello, que también puede que sea “verdad”: es el momento ideal, dice, porque se ha puesto punto y final a la guerra del fútbol. Sin embargo, el movimiento se da también en un contexto muy particular y especialmente difícil para el magnate y para Mediapro. Imagina: la empresa está en el ojo del huracán de la investigación dirigida por el Departamento de Justicia de EEUU contra la corrupción en la FIFA.
El cerco sobre Mediapro y sus socios se ha ido estrechando desde que, a finales del año pasado, el FBI registró en Miami la sede de Media World, la filial estadounidense de Imagina, y desde que se ha divulgado el extenso documento oficial que sintetiza la investigación sobre el pago de comisiones a los mandamases del fútbol norteamericano y latinoamericano por parte de conglomerados que explotan los derechos televisivos.
Según el documento del Departamento de Justicia dirigido por la fiscal general, Loretta Lynch, Media World es una de las empresas que pagaba comisiones y por ello ha imputado a dos altos directivos, que ya han confesado todo y están colaborando con la justicia. Además, toda la investigación se origina a partir de la confesión del fundador de la empresa brasileña Traffic, con la que la filial estadounidense de Mediapro tenía un acuerdo de sindicación, que ha explicado con pelos y señales el operativo de la trama. Y otra de las empresas señaladas, la argentina FullPlay, es también socia del conglomeado de Roures en Buenos Aires, a través de PromTV.
El informe de la Justicia de EEUU sostiene, además, que Media World no operaba por su cuenta, sino en coordinación con un altísimo ejecutivo (y socio) de Imagina en España, al que se refiere en numerosas ocasiones con el nombre de “Co-Conspirador 5”, que no sólo supuestamente bendecía los sobornos, sino que también preparaba el dispositivo para camuflarlos utilizando otras empresas del conglomerado en España, siempre según la investigación.
La revista Mongolia contaba en enero los detalles de esta investigación a partir del demoledor informe elaborado por el Departamento de Justicia, en el que sale también muy mal parado Ricardo Teixeira, ex mandamás del fútbol brasileño e íntimo de Sandro Rosell. Este documento oficial está fechado el pasado 25 de noviembre. Es el segundo -el primero fue en mayo de 2015- y con toda seguridad habrá, más pronto que tarde, un tercero, que muy probablemente desvelará ya el nombre de “Co-Conspirador 5”.
Todos los admiradores de Cruyff saben que la mejor defensa es un buen ataque. Y más importante aún: que la clave del éxito es tener siempre el control del balón.