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Puigdemont desbroza el camino de una negociación compleja que el PSOE ve factible

Carles Puigdemont en rueda de prensa.

Arturo Puente

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Carles Puigdemont considera que tiene una oportunidad para entablar ahora la negociación con el Estado que lleva seis años esperando, desde aquel octubre de 2017 en el que enviaba mensajes crípticos con la puerta de su despacho abierta en señal de disposición al diálogo. Sabe, y así lo subrayan personas en las que él confía, que tiene una “oportunidad de oro”, pero también tiene muy presente que ERC ha perdido la mitad de los votos en cuatro años de pactos con el Gobierno.

Con ambas cosas en la balanza, el líder de Junts ha desbrozado este martes el camino de una negociación enmarañada, con reclamaciones previas difíciles como la ley de amnistía y un resultado que desea tan ambicioso como un pacto que reformule el encaje entre Catalunya y España. Pero, a la vez, las exhibidas ahora son unas peticiones que se alejan del “referéndum o referéndum” de 2017 y que el PSOE no ve imposibles.

En la comparecencia pronunciada en una sala del Parlamento Europeo, el expresident ha fijado, por un lado, las condiciones previas para iniciar la negociación con el PSOE. Exige el abandono de la vía judicial de un plumazo, algo que solo puede pasar por una suerte de ley de amnistía a la que el Gobierno se ha ido abriendo. También reclama un “mecanismo de verificación y mediación” para las conversaciones, es decir, aquella figura del relator que ERC exigió durante la negociación sobre la mesa de diálogo Gobierno-Generalitat y que dinamitó anticipadamente la legislatura en la que Sánchez fue investido presidente del Gobierno, tras la moción de censura.

Puigdemont pide más cosas, como el reconocimiento de la legitimidad del independentismo (algo que ya consiguió ERC por escrito en la pasada investidura) o el impulso del catalán en la Unión Europea. Pero todas las anteriores son reclamaciones previas a lo que el expresident entiende que tiene que ser la gran negociación: una que solucione el fondo del conflicto entre Catalunya y el Estado abierto en 2010 con la sentencia del Estatut.

“Hoy por hoy, nada hace pensar que la necesidad de apoyo parlamentario sea suficiente como para empujar [a PSOE y PP] a un cambio histórico en el que las viejas naciones sean reconocidas”, ha asegurado Puigdemont. “¿O sí?”, se ha preguntado. “¿O realmente pueden hacer de la necesidad virtud?”.

De esta forma el líder de Junts ha tratado de tantear los límites del PSOE, con una estrategia que se basa en estirar la cuerda al máximo, sin llegar a romperla.

No es irrelevante que un día antes de esta esperada conferencia, Puigdemont promoviera un encuentro con Yolanda Díaz. Pese a que el PSOE subraya que Díaz acudió como líder de Sumar y no como vicepresidenta, la presencia de una miembro del Gobierno es un reconocimiento con interlocutor político que el expresident ha buscado sin éxito durante 6 años. Con la foto de ambos, Puigdemont puede exhibir, también ante los suyos, que las cosas han cambiado.

En el plano interno de Catalunya, con unas elecciones autonómicas que no pueden celebrarse más tarde de febrero de 2025, Puigdemont también prepara el terreno para rivalizar con ERC desde su propio terreno. El expresident quiere demostrar que es capaz no solo de negociar mejor que los de Oriol Junqueras, sino también que si la negociación no sale como esperan no le temblará el pulso para tumbar la legislatura.

“Estamos preparados por si hay elecciones”, ha desafiado. “Pero también estamos listos para una negociación que pueda culminar con un pacto histórico. La pregunta es, pues, si los dos grandes partidos españoles están preparados para negociar con nosotros, o sencillamente quieren salir del paso y obtener como sea el apoyo parlamentario para consolidar un liderazgo y desmontar el del rival”, ha lanzado.

No ven en La Moncloa ni en el PSOE, de momento, nada “inasumible” en las condiciones de Puigdemont para empezar a ahormar la investidura de Pedro Sánchez. Todo lo contrario. Salvado el detalle no menor del relator y que el ex molt honorable ha rebautizado con el término “mecanismo de mediación y verificación”, nada suena inalcanzable. 

Los socialistas creen que ha habido un salto cualitativo en aras a la disposición del líder de Junts para volver a hacer política y abandonar el relato más beligerante del independentismo catalán y que se recuerda, por ejemplo, en el discurso con el que Puigdemont dinamitó el Govern de coalición con ERC.

“Transparencia, democracia y coherencia”

“Ni Estado fascista ni opresor ni cloacas. El tono es otro”, aseguran desde el entorno del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, donde la disposición a explorar las posibilidades de un acuerdo con los independentistas es máxima toda vez que consideran que Puigdemont “ha abierto una vía nítida para el diálogo”. Dicho de otro modo por un alto cargo de La Moncloa: “Ha salido del referéndum o reférendum” en el que durante años estuvo instalado y “no busca excusas para romper”.

En la calle Ferraz ven lógico que el independentismo parta de una posición de máximos, pero prefieren poner el foco en las cuatro condiciones necesarias que el propio Puigdemont mencionó para “emprender el camino de la negociación”: el reconocimiento y respeto a la legitimidad del independentismo, el abandono completo de la vía judicial contra ellos, la creación de un mecanismo de verificación y fijar como únicos límites los definidos por los acuerdos y tratados internacionales sobre derechos humanos e individuales.

Subrayan en este sentido que los dos primeros ya formaron parte de los acuerdos suscritos con ERC para la mesa de diálogo Gobierno-Generalitat, como se encargó de recordar el exportavoz parlamentario en el Congreso Joan Tardá en sus redes sociales:

Los dos últimos no parecen “un obstáculo insalvable hoy en la medida en que la senda por la que ya transitó Pedro Sánchez en el anterior mandato ha dado los resultados esperados en cuanto a convivencia política y social en Catalunya”.

En todo caso, el mensaje a trasladar ante las exigencias de Puigdemont y que, añaden desde La Moncloa, también sirve para responder a las palabras de Felipe González sobre la inconstitucionalidad de una amnistía es que el PSOE se moverá siempre en los parámetros de “transparencia, democracia y coherencia”. Esto después de recordar que la alternativa a un acuerdo con Junts es “un gobierno de coalición PP-Vox”.

Tan seguros están en la fontanería del socialismo de que su estrategia es la acertada y acabará en una investidura de Sánchez que, de momento, prefieren no entrar a valorar siquiera las voces de algunos sectores del partido que ya apuntan su preferencia por una repetición electoral. Haberlas, haylas. Pero, la respuesta de los de Sánchez vuelve a ser la que explicitó la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, al término del Consejo de Ministros: “Nuestra herramienta es el diálogo; el marco, la Constitución; y el objetivo, la convivencia”.

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