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Cuenca o cómo superar el “caciquismo”, la “inoperancia” y el factor “retardatario” de la Iglesia

Cuenca

Carmen Bachiller

La Asociación Cuenca Abstracta pone en marcha el proyecto ‘La ciudad que queremos. Futuro de Cuenca’, ganador de una beca de investigación otorgada por la Diputación Provincial. Juan Andrés Buedo García es el investigador principal encargado de dirigirlo. Este conquense jubilado hace cuatro años, sociólogo y geógrafo, especialista en Ciencias Políticas y de la Administración coordina un equipo de seis investigadores (economistas, informáticos y gentes vinculadas al mundo de la cultura, según explica).

“A todos nos preocupa la Cuenca que vamos a dejar a las futuras generaciones. No termina de convencernos ni cómo se encuentra, ni las posibilidades que debe ofrecer”. Habla de una ciudad  marcada por cierta parte de la historia de la que no se siente orgulloso. “Ha habido un determinismo que debemos dejar atrás. Planificar el cambio debe ser el ambicioso objetivo y, además, hacerlo sin errores”.

 Se remonta al siglo XVIII para hablar de “una serie de males” que han terminado “por generar un carácter en el conquense que antes era mucho más abierto y diligente. La Iglesia ha sido un factor retardatario. Por ejemplo, y lo he vivido, el Seminario fue una institución adoctrinadora e ideológicamente negativa para el progreso de la ciudad”. Pero en este punto matiza: “No quiero decir que la culpable sea la Iglesia porque arrancamos de la desamortización de Mendizábal o de las acumulaciones de la aristocracia”.

Durante mucho tiempo ese sobrevenido carácter del conquense le situó en una “plataforma de inoperancia”, a la que se sumó el “caciquismo” imperante durante más de un siglo. “Debemos dejar atrás”, insiste, el sistema de “influencias” al que ya son ajenas, dice, las nuevas generaciones que “se implican de manera muy responsable”.

A eso se suma lo que denomina la “sociología de la felicidad”. En su opinión, “el conquense vive feliz. Dispone de un índice de calidad muy alto en el ranking mundial y, sin embargo, no se ven salidas. Los políticos tienen unas formas de ser y estar que, debido a factores de partido, no terminan de encontrar la salida del túnel”. Lo dice quien llegó a participar en la política activa a través de UPyD.

Gestionar el “capital social” de Cuenca es, desde su punto de vista, vital. También lo es “la libertad de cualquier sociedad para construir su futuro” y, de hecho, comenta que “ya hay miles de personas que se han ofrecido a colaborar, especialistas y ciudadanos preocupados de la realidad que nos acucia”.

El proyecto I+D+i Plan CIMARCU, acrónimo de la investigación, parte de la base de un libro publicado por el propio Buedo. ‘Particularismo de Cuenca’ (Alfonsípolis, 2018) ya reflejó “la sociología de la vida cotidiana de Cuenca y todos los handicaps que ha venido arrastrando durante décadas”, explica.

“Yo había puesto de manifiesto esa especie de fractura entre la sociedad, sus dirigentes, la economía…En fin, el conjunto de variables que dan forma a la ciudad” y ahora parte de esa teoría se plasmará en un proyecto cuyo horizonte alcanza octubre de 2019. 

El proyecto quiere convertirse “en un marco para solucionar problemas”, visualizando fortalezas y debilidades de la ciudad para diseñar una estrategia de posicionamiento que se plasmará en un Plan de City Marketing, una “potente” herramienta de promoción operativa, dice, para “captar nuevas inversiones, potenciar y ampliar el reducto turístico y dinamizar la economía urbana”.

Pero lo cierto es que no es la primera vez que se habla de ‘diseñar’ la ciudad del futuro o de buscar la ‘Marca Cuenca’ que, dice, no puede quedarse en un mero logotipo. A Cuenca le falta cultura de innovación empresarial y lanza la idea de apostar por startups, por la implantación de empresas de tecnología aplicada al ocio y al tiempo libre como parte de la hoja de ruta de un Plan de City Marketing que apenas ha comenzado a esbozarse. Para innovar, dice Buedo, hay que afrontar “retos internos de la cultura organizacional y crear un ambiente que valore la colaboración, la interrupción y que fomente la creatividad”.

La participación ciudadana (innovación social participativa) será “definitiva”, asevera, en un proyecto cuyo horizonte termina en octubre de 2019. De hecho, se incluye una gran consulta ciudadana, también a pie de calle, “para conocer las apetencias de los conquenses.  En el fondo se trata de ayudarse a sí mismos”.

Para dar a conocer la iniciativa se ha creado una página de Facebook  y un blog que serán plataformas de colaboración ciudadana que complementen la actividad investigadora conveniente para elaborar una marca de Cuenca, nueva, consensuada y aceptada mayoritariamente por sus ciudadanos. De tal modo que sus líderes y habitantes se cojan de la mano para “planificar un cambio ambicioso y sin errores, capaz de obtener una mejor calidad de vida y de hacer realidad el sueño colectivo de nuestra ciudad”.

“Partimos casi de cero en cuando a la modernización de la sociedad y del Gobierno de la ciudad. Hay mucha teoría y poca práctica y, sobre todo, falta inversión”. En su análisis, el sociólogo constata que “el conquense es ahorrativo, en la ciudad hay dinero porque siempre ha habido mucho rentista. Deben abrirse canales. Que el diálogo prime sobre la especulación, que no huya el capital de Cuenca, porque está ocurriendo, y que los inversores europeos vengan”.

La tecnología como hilo conductor

El Plan de City Marketing de Cuenca se estructura en cuatro fases partiendo de un diagnóstico previo de “la imagen, las infraestructuras, las atracciones y las gentes”. En el análisis previo de la ciudad se apunta que “Cuenca es inicialmente turística, administrativa, ciudad de servicios, universitaria, y cultural” pero esos aspectos no se perciben de la misma forma dependiendo si se trata de los residentes, los turistas o posibles inversores.

De entrada, este plan ya define como prioridades de marketing tanto el turismo como la gastronomía pero también proyectar a Cuenca como ciudad atractiva para la implantación de empresas de tecnología aplicada al ocio y el tiempo libre.

O los cinco segmentos estratégicos en los que Cuenca posee o puede llegar a desarrollar una ventaja competitiva respecto a otras ciudades de su entorno regional: tecnologías del medio ambiente, tecnologías de la información y telecomunicaciones, economía de la sostenibilidad y nueva alimentación, domótica doméstica, y economía agroindustrial de integración regional. En estos segmentos estratégicos, el Plan definirá una estrategia de posicionamiento de Cuenca ante los inversores de la Unión Europea y de otras zonas de interés.

También se confeccionará “un gran escenario de tecnologías genéricas” relacionadas con la información y comunicaciones, la biotecnología, las nano y micro tecnologías y los materiales avanzados así como sus ámbitos de aplicación en la agricultura, el tratamiento y gestión de aguas, sustancias peligrosas y residuos, la tecnología de vehículos, la construcción, los procesos industriales limpios y la energía.

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