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Memoria de una niña de la guerra en Guadalajara

Socorro Amo, niña de la guerra de Guadalajara a los 95 años

Raquel Gamo

La vida de Socorro Amo se convirtió en un constante reto desde la infancia. Nacida en el pueblecito manchego de Portillo de Toledo, el 20 de abril de 1923, el destino le arrebató pronto a su padre, de origen alcarreño y a su madre, madrileña de Vallecas, víctimas de la tuberculosis, a finales de los años 20. “Contaba con seis años cuando mis dos hermanas y yo nos quedamos huérfanas y tuvimos que seguir adelante sin familia que se ocupara de nosotras”, relata Socorro, una de las ‘niñas de la guerra’ de Guadalajara que esboza su historia a eldiarioclm.es.

Esta situación de desamparo condujo a Mercedes, Carmen y Socorro a una nueva experiencia, lejos de su origen, en la inclusa de Guadalajara, hacia 1930. Una nueva oportunidad para rehacer una infancia truncada. Durante los años previos al estallido de la Guerra Civil (1936-1939), el día a día de Socorro transcurrió entre clases de lectura, costura y juegos junto a sus hermanas y su amiga Valentina Bernáldez, otra de las niñas de la guerra que todavía hoy vive. “Cuando a mi hermana Carmen le preguntaban por una lección que no sabía, arrancaba las páginas del libro y decía que eso no estaba en su manual”, recuerda Socorro entre risas.

La vida de estas niñas proseguía con calma hasta mediados de 1937, un año después de que comenzara la Guerra Civil. La noche del 20 de julio de 1937 marcó un antes y un después en la existencia de Socorro y sus hermanas. Otra fatalidad que separó de nuevo a la familia. La destrucción total de la Casa de la Misericordia por los bombardeos de la aviación falangista truncó la educación de estos pequeños. Entonces, la dirección del centro, que dependía de la Diputación de Guadalajara se convenció de que ese no era un sitio seguro y organizó, en coordinación con el Gobierno de la República las sucesivas evacuaciones de los niños hacia Cataluña y Francia en los meses siguientes.

En una de esas expediciones viajaron Socorro y Carmen. En cambio, Mercedes, la hermana mayor de las conocidas en la inclusa como “las Amo” permaneció en Guadalajara durante la guerra trabajando como enfermera al servicio del doctor Pedro Sanz Vázquez, que luego sería alcalde de Guadalajara (1939/1951-1963). “Nos metieron a los chicos y chicas como ovejas en los camiones hacia Cataluña”, rememora Socorro, quien guarda en su memoria la figura de Jesús De Blas, el profesor de la UGT que les tuteló durante el viaje. “Se hizo cargo de nosotros en todo momento y nos distribuyó en diferentes casas al llegar a Terrasa”. Durante su estancia en la ciudad catalana, Socorro vivió con Isidro y Teresa, el matrimonio que la acogió en su hogar.

Después, cuando el conflicto irrumpió en Cataluña, en 1939, bajo la tutela de De Blas, las niñas prosiguieron la marcha hasta un campamento al sur de Francia donde llevaron a los infantes. De esa etapa destaca la confusión que tenía entre los diferentes idiomas que escuchaba: “Me hacía un lío entre el español, el catalán y el francés y cuando no entendíamos a un gendarme que nos vigilaba le decíamos qué mal habla ese cura”, explica con humor Socorro.

En ese campamento de niños refugiados se produjo un hecho que pudo cambiar para siempre el futuro de Socorro. Esperando en la fila a que los guardias les concedieran a las dos hermanas destino, “nos libramos de ser evacuadas a Rusia por los dos niños que nos precedían en la cola”, cuenta Amo como si ese episodio lo viviera hoy. Así que el azar quiso que las hermanas Amo se quedaran en Francia.

A partir de aquí comienza el retorno a la ciudad alcarreña, en el contexto de la dura posguerra española de los 40. “Pude volver a Guadalajara porque mi hermana Mercedes me reclamó”, afirma Socorro. Después de un largo itinerario, la niña ya adolescente llegó a Guadalajara e ingresó en la inclusa situada en el Paseo de Las Cruces, origen del actual Centro San José, que gestiona la Diputación de Guadalajara. Su hermana Mercedes, que carecía de casa no pudo ocuparse de ella. En estos años, Socorro aprendió el oficio de sastre, gracias a la instrucción del maestro Alejo Casado, una persona determinante en su nueva vida. “Con 19 años me fui a vivir a casa de Alejo y me encargaba de cuidar de su hija enferma con su mujer Ignacia”.

Por entonces Socorro trabajaba como sastre y atendía también el puesto de bebidas que la familia Casado regentaba en el Parque guadalajareño de la Concordia. Un lugar especial que propició el encuentro con su futuro marido, que procedía de la localidad alcarreña de Fuentelencina “Conocí en el parque a Cecilio, que vivía en la Ermita de San Roque y nos ayudaba a montar la terraza del puesto de bebidas”. Una relación que culminó en boda en 1961, después de que la mujer del “abuelo Alejo” como se refiere cariñosamente la familia a él, le aconsejara a Socorro que se casara con él.

En compañía de su marido, Socorro construye su propia familia. Durante los 40 años que estuvo unida a Cecilio, nacieron tres hijas, Mercedes, Isabel y Concepción. Hoy, a los 95 años, esta niña, que logró sobrevivir al horror de la guerra, disfruta del amor de sus hijas, nietos y bisnietos en Guadalajara.

Tres mil visitas

La historia de Socorro y de Carmen Amo como la de María Teresa Palacios o Valentina Bernáldez compone el legado colectivo de los miles de ‘niños de la guerra’, cuya infancia de escuela y juegos se rompió súbitamente para convertirse en sujetos activos de un conflicto bélico que condicionó sus vidas para siempre.

La exposición ‘Entre España y Rusia, recuperando la historia de los Niños de la Guerra’, en la que han colaborado la Junta, el Archivo Histórico de Guadalajara y la Universidad de Alcalá y que se ha expuesto en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara hasta el 31 de mayo, reconstruye la memoria de los 153 niños de la guerra que fueron evacuados desde Guadalajara a diferentes países europeos y Rusia durante la contienda fratricida. Se trata de una colección inédita de fotografías y documentos administrativos que el archivo ha divulgado por vez primera al público. Por la muestra, que fue prorrogada durante un mes más, han pasado cerca de 3.000 visitantes.

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