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Teniente Lago, guardia civil en el medio rural: “Los primeros días del estado de alarma fueron pedagógicos, después el apoyo a las residencias”

El teniente Lago, oficial adjunto de la Compañía de la Guardia Civil en Mora (Toledo)

Carmen Bachiller

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En la localidad toledana de Mora, 24 de marzo, cuando preparamos este reportaje se habían confirmado 16 casos de coronavirus. Es la información facilitada por el alcalde, Emilio Bravo, cuyos vecinos se encuentran ingresados en los hospitales Virgen de la Salud, Virgen del Valle y en el Hospital provincial, además de estar algunos de ellos aislados en sus domicilios.  

La localidad moracha es conocida por su excelente Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE) y su tradicional Fiesta del Olivo que iba a celebrarse los días 25, 26 y 27 de abril y que ha tenido que ser aplazada. Mora es hoy una más de las miles de localidades que en estos días permanecen confinadas por el estado de alarma que ha impuesto el coronavirus. 

En sus calles, poco movimiento. Solo el necesario para quienes han de trabajar, abrir comercios o cuidar a los animales. Un movimiento al que está muy atento el teniente Mora, oficial adjunto de la Compañía de la Guardia Civil en este pueblo.

Su labor habitual como agente de la Benemérita en el medio rural se ha visto alterada, como la de todos, con la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.

Explica que su actividad se ha centrado ahora más en cumplir las normas que marca el Real Decreto 463/2020 por el que se declara el estado de alarma, también en los pueblos más pequeños. “Debemos comprobar que se están cumpliendo las medidas de contención pero no por eso hemos dejado de desempeñar las funciones clásicas en el rural relacionadas con garantizar la seguridad ciudadana”.

Hacerlo, añade, “no ha mermado en absoluto las capacidades dedicadas al medio rural” sino que su esfuerzo pasa ahora por detectar posibles problemas que puedan tener las personas que viven más aisladas en pequeños núcleos. “En ocasiones son personas mayores que viven solas”.

Nos cuenta que en los primeros días tras declararse el estado de alarma la labor fue  “pedagógica”, sobre todo la dirigida hacia aquella población “que bien por la edad, como la población más envejecida, o por dedicar interminables jornadas de trabajo a la vida en el campo, no tienen acceso a la información que podemos obtener los demás a través de las redes sociales o medios de comunicación social. Hay que tener en cuenta la idiosincrasia del medio rural”.

“Es fundamental conocer las necesidades de las residencias de ancianos”

Ahora, parte de su trabajo se centra en el apoyo a las residencias de ancianos. En este municipio toledano hay dos. “Es fundamental conocer las necesidades que pudieran tener en algún momento, ya que es un sector muy vulnerable en esta crisis. Estamos a disposición de las autoridades y de los profesionales sanitarios para auxiliar en todos aquellos casos que se requiera asistencia sanitaria urgente”. 

El agente se congratula “por la buena predisposición en general de todos los vecinos para cumplir con las medidas de confinamiento dictadas”. Aunque al principio algunos incumplían por falta de información nos dice que “ahora solo quedan algunos con una actitud claramente imprudente” y no falta la “picaresca” a la hora de “burlar” las medidas, aunque no nos da ninguna pista sobre esos falsos pretextos de los vecinos para eludir el confinamiento. 

Su labor es de control, en las calles del pueblo pero también en el campo:  facilitar el funcionamiento de los servicios públicos y privados esenciales, en particular los sanitarios, en coordinación con los diferentes ayuntamientos o ayudar a las personas que necesitan apoyo para cubrir las necesidades más básicas, como puede ser el acceso a tiendas de alimentación o farmacias.

¿Con qué anécdotas se ha encontrado durante estos días?, le preguntamos. “Más que anécdotas, tenemos que resolver a diario muchas dudas, debido a informaciones contradictorias que circulan por las redes, por la interpretación errónea y a veces difícil de la diferente normativa que se va publicando o desmentir bulos que en ocasiones pretenden fomentar la histeria colectiva, de una población ya de por sí temerosa por todo lo que está ocurriendo”.

El COVID-19 también ha pasado factura al Cuerpo.  Los más de 700 agentes infectados  o el hecho de que haya fallecidos por la pandemia, como el agente Francisco Javier Collado, que ejercía en la prisión de Herrera de la Mancha, han llevado a reclamar la consideración de fallecimiento “en acto de servicio”, algo que el Ministerio del Interior todavía no ha confirmado. 

La Guardia Civil es, como otros servicios esenciales en el estado de alarma,  población de riesgo. Cuando le preguntamos por esta cuestión - como todos detrás hay familia y amigos- nos dice que “somos una parte  más de la sociedad pero con unos cometidos específicos. En el día a día tenemos que conjugar los requerimientos propios de servicio con la conciliación familiar. Debemos procurar extremar las medidas de protección higiénico-sanitarias tal y como deben hacer todos los ciudadanos. Con la colaboración de todos, tendremos una pronta y tan deseada vuelta a la normalidad”.

El poso que queda, nos comenta, es “la satisfacción de recibir diariamente innumerables muestras de afecto de los vecinos del rural. Nos reconocen la labor. Creo que en estos tiempos difíciles que intentamos superar todos juntos, nos agradecen más que nunca el sentir que estamos cerca”.

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