Les escopinades dels escarabats. Los escupitajos de los escarabajos. No, no se trata de un manual de entomología, sino del curioso título de la novela de Andreu Martín, uno de los maestros de la novela negra española y prolífico autor de literatura juvenil, que se ha alzado este año con el XXV Premi Ciutat d’Alzira que concede la editorial Bromera. Una obra de plena actualidad, cargada de mala leche que retrata la sociedad actual a través de una colección de personajes que se mueven tanto en las altas esferas como en los bajos fondos. Ricos empresarios, políticos poderosos, jueces estrellas subidos al pedestal de su prepotencia. Y por otra parte, un periodista en paro, una prostituta que adora los westerns y un policía informático acostumbrado a fracasar en el amor. Combinando el ritmo frenético de la música country y el gusto amargo del gintonic, Martín conduce al lector a un ritmo de vértigo por un paisaje familiar por el que desfilan desde Bárcenas y Urdangarín o la infanta Cristina hasta el Gran Wyoming y la semana BCNgra.
¿Qué representan los escupitajos de los escarabajos?
Los escupitajos de los escarabajos hacen referencia a las protestas de los ciudadanos y a la insultante sensación de impunidad que transmiten políticos, banqueros, multinacionales y, en definitiva, el dios mercado. Según uno de los personajes de mi novela esos escupitajos ‘no llegan ni al séptimo subterráneo del pedestal donde se erige mi estatua’. ¿Quién diría eso? Alguien que se considera muy por encima del resto de los mortales y sabe que puede transgredir impunemente. La novela es un grito de rabia contra alguien así y trata de demostrar que algún día los escupitajos de las cucarachas sí pueden alcanzar su objetivo.
¿De qué sirve fabular sobre unos hechos de sobra conocidos que denuncian cada día los periódicos?
La novela está escrita desde la indignación no desde la denuncia y la clave de ficción permite hablar de las grandes verdades a través de la mentira. Todo está explicado en los diarios y parece que la realidad supera la ficción. Pero no es así porque la novela va más allá, puede juzgar la realidad y hacer que los criminales paguen por sus fechorías.
Después de tantos libros, historietas, guiones e incluso obras de teatro o películas, ¿cómo alimenta su imaginación para inventar nuevas tramas? ¿Qué considera más importante: el argumento o los personajes?
Los personajes, como los actores, deben nacer y estar al servicio del argumento. Lo importante de un personaje no es cómo es sino qué hace. ¿Y cómo alimento mi imaginación? Simplemente, me asomo al mundo y miro.
¿La crisis y la corrupción son caldos de cultivo para la buena literatura?
Todo es caldo de cultivo para la buena literatura. La crisis y la corrupción son un buen material para la literatura negra.
¿Echa de menos a sus lectores juveniles? ¿Qué piensa de la juventud actual amargada por el paro y la falta de oportunidades?
No he abandonado nunca a mis lectores juveniles, así que ni yo los echo en falta ni ellos a mí. Y, eso sí, compadezco el futuro que les espera porque no lo van a tener tan fácil como yo. En la guerra que nos han declarado, el objetivo del enemigo no es sólo el Estado del Bienestar sino también, y sobre todo, el Estado del Bienser.
¿Qué significa para usted el premio Ciudat d’Alzira y cómo valora la trayectoria de la editorial Bromera?
Como todos los premios, una oportunidad para vivir un poco mejor de mi profesión de novelista. Respecto a Bromera, me gustan las editoriales no muy grandes pero ambiciosas que reciben a sus autores con risas y fotos y donde puedes estrechar la mano de todos los que trabajan en tu obra, desde el director hasta el encargado del almacén.