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Los claroscuros de las ciudades del Mediterráneo en el IVAM
Una raíz consigue atravesar un muro a través de una pequeña grieta. O dos bloques de hormigón aprisionan y atrapan a una rama que intenta cruzar sin éxito. La fotografía sin título y con libre interpretación, realizada por el artista palestino Khaled Jarrar, es la encargada de cerrar la exposición ‘Habitar el Mediterráneo’ que se podrá visitar desde este jueves 29 de noviembre hasta el próximo 14 de abril en el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). La muestra es un recorrido de más de 150 obras por las luces y las sombras de las ciudades que habitan el Mediterráneo, pero sin pretender quedarse en sus construcciones frías, sino que va más allá y quiere mostrar los modos de vida de los pueblos bañados por un mar con muchas historias por contar.
‘Habitar el Mediterráneo’ es un reflejo de los claroscuros de las ciudades y de sus rincones, sus plazas, sus terrazas, sus calles, sus periferias. El director del IVAM, José Miguel G. Cortés, ha explicado durante la presentación que está compuesta por obras clásicas y contemporáneas de diferentes artistas que ofrecen un “crisol cultural” amplio que permite observar cómo en muchas ciudades mediterráneas los espacios públicos se han usado de forma “muy similar”. La exposición se enmarca dentro de una de las líneas centrales del proyecto actual del museo valenciano que pone el foco de atención en las manifestaciones artísticas, culturales o arquitectónicas de países que tienen en común mucho más que estar bañadas por el mismo mar.
Tal como ha explicado el director del IVAM, muchas de las obras provienen de museos diversos y de gran prestigio como el Museo del Louvre de París, el Museo Arqueológico Nacional, el Centro Pompidou de París, el Museo Egizio de Turín, la Fundación Le Corbusier de París, así como numerosas colecciones particulares y galerías internacionales. El comisario, Pedro Araza, ha señalado que “no es una exposición de arquitectura ni de urbanismo”, sino que trata de reflejar “los modos de vida de las personas” y cómo sus estructuras “acogen y también rechazan” a sus habitantes.
La exposición está dividida en ocho apartados que muestran el contexto geográfico histórico y socio-cultural de la zona. Por ejemplo, un gran Mosaico con escenas portuarias del siglo III d.C se convierte en una perfecta fuente de información al retratar la vida diaria de los romanos y sus formas de pensar. Al otro lado del Mediterráneo, el artista sirio Hrair Sarkissian inmortaliza con fotografías de plazas y rotondas el centro de la Damasco del año 2008. La ciudad no sabía que, solo tres años después, comenzaría una guerra que ya ha provocado 6’5 millones de desplazados internos y 5’6 millones de refugiados. El trabajo de Sarkissian se centró en documentar aquellos espacios públicos en los que se han ejecutado a personas públicamente. Pese a ello, las fotografías destilan la tranquilidad del amanecer.
La muestra cuenta también con hasta con nueve dibujos acuarelados con procedencia del campamento de personas refugiadas de Al Bureij, ubicado en la franja de Gaza, que ironizan y ridiculizan las relaciones de dominación de soldados armados con la población civil palestina. “No sabemos ni cómo las sacaron de allí”, cuenta el comisario Araza durante la presentación a los medios de comunicación.
No es la única referencia a Palestina en la muestra. Unos frascos de cristal guardan arena extraída con una taladradora de los bloques de hormigón del muro que divide Israel y Palestina. O imágenes de la fotógrafa israelí Efran Shvily donde se muestran asentamientos ilegales del Estado de Israel construidos en territorio palestino.
La representación de la costa mediterránea valenciana se encuentra en obras como The Pigs, de Carlos Spottorno, en referencia a las siglas de los cuatro países europeos del sur y más afectados por las crisis (Portugal, Italia, Grecia y España/Spain). Las fotografías de Spottorno evidencian las consecuencias que tuvo la burbuja inmobiliaria durante los años previos a la crisis que han dejado esqueletos arquitectónicos de hormigón a lo largo de las costas valencianas y alicantinas.
En definitiva, ‘Habitar el Mediterráneo’ cuenta las historias de conquistas y pérdidas, de ciudadanos y no-ciudadanos, de reconciliaciones y conflictos, de inclusión y exclusión. Una panorámica con contrastes para entender cómo se habitan los pueblos pasados y presentes de un mar que puede incluso convertirse en un peligroso y oscuro lugar lleno de alfileres, tal como retrata la artista de Figueres, Anna Marín, en su obra Sic transit.
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