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¿Huelga feminista? Sí, también por mis hijos

Àngela Ballester

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¿Por qué me sumo a la huelga convocada este 8 de marzo por el movimiento feminista? Por mí. Porque yo también he sufrido acoso y he sentido miedo al andar sola por la noche. Porque he comprobado que mi opinión no vale lo mismo que la de un hombre. Porque he tenido que aguantar que un diputado en el Congreso (un señor de esos que no acaba de entender por qué un puñado de mujeres jóvenes ocupan ahora “sus” escaños para discutirles su posición en política exterior o economía) me diga “todo eso que me cuentas está muy bien, explícalo si quieres pero dile a tu portavoz que tenéis que votar a favor”, suponiendo que mi defensa de la posición de mi grupo parlamentario era meramente decorativa y que la decisión sobre nuestro voto sólo le podía corresponder a un hombre. Porque en los bares siempre me ponen a mí su refresco y a él mi cerveza.

Me sumo a la huelga por ti, hermana, que has sido violada y pretenden que seas culpable de ello. Por ti, amiga, que tienes que aguantar que tu novio pretenda que no te pongas esa falda “demasiado” corta. Por ti, compañera, que no consigues trabajo porque en las entrevistas respondes “sí” a la pregunta de si quieres ser madre.

Me sumo a la huelga feminista por todas, porque nosotras cobramos menos por el mismo trabajo (la brecha salarial media es de un 22% en España), sufrimos más la precariedad y la temporalidad laboral (3 de cada 4 contratos de media jornada son de mujeres) y cobramos pensiones más bajas (un 37% menos que los hombres). Por las madres, abuelas y tías que nos cuidan, dedicando muchas horas más que los hombres a ese trabajo no pagado y sin ningún tipo de reconocimiento social ni económico, a pesar de que sustentan la economía y la vida. Por las mujeres científicas, las directoras de cine y las empresarias que se estampan contra los techos de cristal. Por todas las niñas obligadas a casarse, por las víctimas de la trata y la explotación sexual, por las aparadoras del calzado y las trabajadoras de la naranja, por las migrantes y las refugiadas, por las mujeres rurales que mantienen el mundo, por las defensoras de los derechos humanos. Por las escritoras, inventoras, arquitectas y médicas desconocidas que se ha tragado una historia escrita por hombres. Por todas, porque nosotras movemos el mundo.

“Por mí, por ti, por todas. Por todas las mujeres me sumo a la huelga feminista.” Iba a poner un tweet con esta frase cuando se abrió la puerta de casa y vi aparecer a mi pareja con mis dos hijos, de 4 años y 7 meses. Los miré y sentí esa inquietud permanente que sentimos las madres: ¿qué les deparará el futuro? ¿Qué sociedad estamos construyendo para ellos? ¿Cómo hago para que sean felices? ¿En qué mundo quiero que vivan?

Pasado el terremoto inicial que acompaña siempre su llegada a casa (besos, risas, ruidos...), volví la vista a la pantalla del teléfono y vi el tweet a medio escribir. “Por mí, por ti, por todas…”. Vivimos en un sistema claramente injusto, que concentra el poder y la riqueza, que descuida a las personas más débiles, que es insostenible. Es evidente que hay que cambiarlo, y creo que el movimiento más capaz ahora mismo de mover sus cimientos es el feminismo. Porque una sociedad donde las mujeres sean libres e iguales es una sociedad libre e igualitaria. El feminismo es nuestra mejor herramienta para repensar la economía, las políticas públicas, la educación y la cultura, el modelo energético, el modelo de ciudad…, para diseñar un proyecto de país más atractivo, sostenible y amable. El feminismo abre hoy una gran posibilidad para construir el país que queremos, con libertad, igualdad y justicia. Es el camino hacia ese mundo que quiero para mí, para mi hermana y mi madre, para mis amigas, compañeras, vecinas, para todas las mujeres y hombres, para mis hijos. El feminismo es la esperanza de futuro para todos y todas. Así que este 8 de marzo me sumo a la huelga feminista. Por mí, por ti, por todas y también por mis hijos.

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