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CV Opinión cintillo

A quien lea

Silencio en el País Valenciano

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“Ai companys meus d’origen, els que viviu en terra,

quina abraçada meua, o llaç de llum o força

–d’aqueixa nua i tendra i terrible com l’aigua–

acoste en el silenci que em tanca i em limita!“

Maria Beneyto. València, 1965

Desazona el prolongado silencio institucional en el País Valenciano. El president Ximo Puig, lleva desde Navidad sin hablar del proyecto de la Comunitat Valenciana como área de vida en común. No hay voces. No hay plan. La vida sigue. ¿No hay necesidad? ¿Será por el horizonte electoral 2023? Nos hemos quedado sin discurso. Las grandes causas que motivaban la acción política reciente caducaron o han perdido fuerza. Recordemos: la entente de la Commonwealth mediterránea con Catalunya y Ses Illes Balears. La posterior reconversión en la extinta Corona de Aragón que nos proporciona rango de reino y pendón. El descenso hacia Andalucía–Al Andalus– que nos integra en Castilla y los escarceos con Murcia –reino, uniprovincial y autonómica–. A la contra la alargada sombra de Vox sobre Andalucía, Castilla y Murcia emborronan la jugada y fuga. Volvía a renacer el Arco Mediterráneo con dos objetivos: Uno, recuperar el sentido de la historia. Otro, aunar voluntades para remodelar la financiación del constitucional Estado de las Autonomías, desde la justicia y la equidad. Dos inconvenientes: la Catalunya de ERC y Junts, no gusta verse con Aragón ni optar a un nuevo “café para todos” que acabe en brindis de consolación. La Catalunya gobernante opta por la negociación bilateral Estado-Generalitat de Catalunya siguiendo el patrón vasco. Así se atasca el Corredor Mediterráneo que no avanza ni como idea en paralelo a la prolongación del gasoducto Midcat- ahora estratégico en la Unión Europea– ni con las bondades de la amortizada Autopista del Mediterráneo – de Algeciras a la frontera francesa–. Los valencianos podemos ir a Málaga y a Orense en AVE, pero no de València a Barcelona. Así es y será por parálisis política.

Red

Parece como si los socios-participantes en la operación de relanzamiento de la Comunitat Valencia –políticos, agentes socio-económicos y lobbies– hubieran entrado en “stand by” para reflexionar y reconducir la trayectoria errática de la operación. Una cosa es el diseño y otra los resultados alcanzados por los protagonistas. Cuando Ignacio Sánchez-Cuenca, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Carlos III, mandó a imprenta su último libro –’El desorden político’– ignoraba que entre las variables que afectan al cambio en el mundo actual, se iba a introducir la guerra de Ucrania y sus consecuencias. Sánchez-Cuenca focaliza la responsabilidad de la ofuscación política en el estado gaseoso del sistema de partidos y por el descrédito de los medios de comunicación en su misión de conectar a los ciudadanos con las formaciones políticas destinadas a gobernarlos. En el certero análisis del filósofo y profesor valenciano, prescinde del papel de la Administración Institucional y de las entidades intermedias de la sociedad, destinadas a actuar de puente entre los electores y los políticos. Tienen además el cometido de conformar el andamiaje para, en caso de que fallen los resortes democráticos, proporcionar consistencia al conjunto de la sociedad para que no se desmorone. Las corporaciones, fundaciones y entes intermedios, por esta razón, son considerados como estorbos por los partidos políticos y los actores sociales y económicos – sindicatos y patronales– y especialmente los lobbies, que intentan minusvalorarlos y acabar con ellos. Con el pretexto de que son obsoletos. Ciertamente tienen la misión ejercer como agentes consultores y vigilantes para impedir las extralimitaciones de los políticos y los desmanes de los grupos de presión. La Comunitat Valenciana ha sido terreno abonado para las trapisondas de los partidos y los gobiernos antiguos y recientes. Unos porque no saben y los otros porque no quieren.

Resortes

La urgencia de que los cinco millones de valencianos dispongan de un cuaderno de bitácora para sus vidas, exige que conozcan la realidad de sus coordenadas y hacia dónde se dirigen. Todo plan de actuación requiere una fase de estudio y análisis desarrollada por el idóneo equipo de profesionales solventes y efectivos. Basta de marear la perdiz y dar tumbos. Si se mira hacia Barcelona, tienen más de cien colectivos y entidades estudiando el relanzamiento de la capital catalana. El Cercle d’Economia, de ámbito supraprovincial – a modo de lo que debería ser la Asociación Valenciana de Empresarios– cuenta con 1250 socios involucrados, que pagan sus cuotas. Cuenta con secciones de trabajo dedicadas a: cultura, democracia, economía, educación, empresa y sociedad, Europa y el mundo, revolución tecnológica y empresa o sostenibilidad. Reúne a empresarios, economistas, profesores de universidad, técnicos, ingenieros, arquitectos, altos ejecutivos y no se asustan de tener entre sus miembros a intelectuales, escritores y periodistas. La red de voluntades coordinadas va en pos de convertir Catalunya en “hub” tecnológico, agroalimentario, ferial, del diseño, industrial, vinícola, turístico, deportivo-olímpico, cultural, portuario o benéfico. Igual que en València, donde no es posible conciliar la dilatada tradición portuaria del transporte marítimo con el hinterland económico y ciudadano.

Proyecto valenciano

Un proyecto territorial serio no se limita a cuatro infraestructuras y al objetivo “hipotético” de conseguir un procedimiento de retorno fiscal. El que permita a la Comunitat Valenciana sobrevivir con dignidad y capacidad de planificación. Como las sociedades adultas que se responsabilizan de su futuro y no a base de mendigar ni de robar. La Comunitat Valenciana tiene ante sí el reto de exigir decencia a sus gobernantes. Cada cual y todos juntos a un expiatorio examen de conciencia. Todavía no se ha hecho un balance de la corrupción en sus instituciones y en los órganos de gobierno, por encima de las sentencias en los tribunales. Su lentitud y arbitrariedad exaspera. La Justicia es quien los mete en la cárcel, pero la sociedad ha de exigir responsabilidades por malversación, prevaricación, uso indebido de los bienes públicos y por el hundimiento de entes y organismos–cajas y bancos–, cuyas deudas siguen pagando los valencianos por cuenta de corruptelas y negligencias dolosas. Falta el proyecto integral del País Valenciano que reconozca sus carencias y rearme sus fortalezas. Desde la eficiencia. Que sea representativo del conjunto de la sociedad. Los valencianos no tienen por qué permanecer cautivos de entidades y organismos ineficientes. ¿La feroz cruzada anticatalanista del Ateneo Mercantil, el Centro de Cultura Valenciana, Lo Rat Penat y el casino de la Agricultura, van a romper el silencio y clarificar el porvenir de los valencianos? Como recordó Martín Domínguez con cita evangélica: “cuando los hombres callan, hasta las piedras hablan”. La cultura, la ciencia, el arte no pueden ser excluidos en los planes para poner la Comunitat Valencia en órbita internacional. Las comunidades, que no son de cartón piedra, y las sociedades, tienen vida, porque responden a un proyecto global. De ahí que las lenguas autóctonas no pueden ser de adorno ni un accidente que se sustituya con el aprendizaje de otros idiomas de alcance universal. El plurilingüismo es síntoma de excelencia intelectual, sin exclusiones ni desprecios. El pueblo valenciano no llegará a ningún sitio ni será respetado, si renuncia a dignificar el uso y el conocimiento suficiente de su lengua hablada y escrita.

Inicuo

La economía no ha de ser tratada desde la resignación a la subsistencia que acostumbran los partidos políticos–gobierno y oposición– que van de la desorientación al fiasco. Los pretendidos agentes sociales y económicos sobran si se limitan a calentar la silla, guarecerse en el pesebre y procurarse un sueldo a costa de cargos y presidencias. No deben permanecer ocultos en el silencio nacional español, ninguneados por unos y burlados por reductos políticos, de concepción radial y centrípeta, que desconocen lo que es y lo que pasa en el País Valenciano. Si se quiere consolidar una comunidad que integre a todos los valencianos sin discriminaciones, la Generalitat ha de transmitir a los ciudadanos las excelencias y las dificultades. Vertebrar el territorio con el reconocimiento de la pluralidad comarcal, su capacidad integradora y la oportunidad de agrupar proyectos de conurbación, para potenciar villas y poblaciones. Eliminar las zonas vacías en el país. Dotarse de razón y eficacia. Señalar las metas a alcanzar, con esfuerzo y convencimiento, para que los gobiernos de España consideren y respeten los requerimientos y las exigencias de un pueblo cohesionado. Su presidente tiene que romper el silencio en momentos difíciles y decisivos, como los actuales, que requieren el compromiso de todos para superarlos. Prolongar el silencio, además de un suicidio político, es la confirmación y la aceptación de un fracaso colectivo. El silencio no es prudente ni rentable y puede ser inicuo.

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