¿Por qué está regresando el sarampión a Europa?

La mayor parte de las víctimas mortales de sarampión son niños

Cristian Vázquez

Europa es incapaz de librarse del sarampión, se titulaba un artículo de eldiario.es hace ya tres años y medio. En el lapso transcurrido desde entonces, el panorama no ha hecho más que empeorar. Mientras los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que en 2016 se registró el mínimo histórico de muertes por esta enfermedad a nivel mundial, el aumento de brotes en Europa ha resultado imparable.

A finales de agosto, los casos de sarampión en Europa ya sumaban más de 41.000 en 2018, casi el doble que el total del año pasado, que fue de 21.315. Lo alarmante es que en 2016 los afectados por el sarampión habían sido solo 5.237. El crecimiento de la enfermedad está siendo exponencial. ¿A qué se debe este regreso de un problema que, si bien nunca estuvo erradicado en todo el continente, se mantuvo durante mucho tiempo en cifras muy bajas?

La tentación es apuntar directa y únicamente al movimiento antivacunas, los grupos de personas que se oponen a vacunar a sus hijos sobre la base de supuestas -e inexistentes, como han comprobado los científicos- relaciones entre las vacunas y problemas como autismo, alergias y cáncer. Sin embargo, los motivos son múltiples y diversos: varían según de qué países de Europa se esté hablando.

Y es que la epidemia no alcanza a todos los países de Europa. De acuerdo con datos de la OMS, se ha ensañado con Ucrania, donde tuvieron lugar 23.000 de los 41.000 casos de 2018, el 56%. En otros países hubo más de mil personas enfermas: Rumanía, Rusia, Francia, Georgia, Serbia, Italia y Grecia. Para entender sus causas hay que analizar cada caso en particular.

Contextos distintos, razones diversas

Buena parte del territorio de Ucrania es zona de guerra desde 2014, lo cual ha derivado también en una importante crisis económica. Se sabe que esas son dos de las principales causas, también, de los graves problemas a nivel sanitario. Allí hay que buscar las razones del brote descontrolado de sarampión en ese país. En abril de este año, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) entregó 800 mil dosis de la vacuna contra el sarampión a las autoridades ucranianas, en un intento por volver a elevar los niveles de inmunización, que cayeron del 98 % en 2006 a un dramático 42 % una década después.

En Rumanía la epidemia comenzó en 2016 y se ha cobrado la vida de al menos 55 personas, de las cuales solo una estaba inmunizada. Allí sí que los antivacunas han desempeñado un papel relevante: muchos famosos lideraron campañas en los medios en las que advertían de los supuestos peligros de la vacunación. Pero eso no es todo.

Algunos médicos rumanos también destacan que las dosis de vacunas con las que cuentan son insuficientes, mientras que amplios sectores de la población rural -muchos de ellos, grupos de gitanos- se niega a presentarse en los centros sanitarios, a veces obedeciendo a creencias populares y en otros casos debido a que se sienten rechazados por el sistema de salud.

Italia, por su parte, sí que ha experimentado en su propia carne la influencia del movimiento antivacunas. El Movimiento 5 Estrellas, ganador de las últimas elecciones (hace seis meses), hizo campaña por un programa en contra de las vacunas: si bien no se opone a todas, ha reiterado una y otra vez los argumentos -desacreditados por la ciencia- que hablan de un vínculo entre ellas y enfermedades como el autismo. El caso es que Italia nunca alcanzó la tasa de inmunización óptima recomendada por la OMS (que es del 95%): su máximo fue de 90,6% en 2010. Los últimos datos la sitúan en un 85%.

El caso de Francia demuestra que no hace falta que un país sufra penurias económicas para padecer brotes de sarampión. Tres personas murieron allí desde noviembre pasado a causa de esta enfermedad. En enero de este año, el Ministerio de Sanidad del país vecino estableció que, para ser aceptados en la guardería o en la escuela, los niños ya no tendrían que haber recibido un mínimo de tres vacunas, como era hasta entonces, sino once. La tasa de inmunización en el país galo es del 90%.

¿Qué pasa en España?

La epidemia de sarampión que aqueja al continente no afecta a España. La OMS ha destacado que hace más de tres años que no se producen contagios dentro de nuestras fronteras, por lo cual la transmisión endémica de la enfermedad se considera eliminada. Esto no quiere decir que no existan casos: fueron 160 en 2017, más del triple de los registrados el año anterior, según ha explicado el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP). La comunidad autónoma más afectada ha sido la de Navarra, con más de 20 casos por cada millón de habitantes, mientras que en Aragón, Asturias, Cantabria, Galicia, el País Vasco y las Baleares no hubo ninguno.

La clave para mantener estos registros radica, desde luego, en la vacunación. De acuerdo con los informes del Banco Mundial, la tasa de inmunización en nuestro país alcanza el 97%, es decir, dos puntos porcentuales por encima de lo recomendado por la OMS para lograr la llamada z. Un término que la Asociación Española de Vacunología define como “la protección de una determinada población ante una infección debido a la presencia de un elevado porcentaje de individuos inmunes”. De esa forma “disminuye la probabilidad de contacto entre un susceptible y un infectado, hasta que llega un momento en el que se bloquea la transmisión del agente infeccioso”. Es lo que sucede en España en la actualidad.

Hay que sostenerlo. Para ello, es clave no solo que no disminuyan los niveles de vacunación, sino también atender a las recomendaciones puntuales de los especialistas. Por ejemplo, la formulada a finales de julio por el Comité Asesor de Vacunas de la AEP, que indicaba vacunar a los bebés menores de un año que fueran a pasar una estancia prolongada en los países que están sufriendo la epidemia, como Rumanía, Francia e Italia. 

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