Doce trucos para evitar que tu gato se aburra

Foto: Wilkernet

Eva San Martín

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Gatos convertidos en una patata peluda, que dormita día y noche. A otros mininos les da por morderte las manos o atacar tus tobillosatacar tus tobillos cuando pasas cerca. Pero demasiadas veces el origen de estos comportamientos es el mismo: la falta de juegos gatunos. No es una opción, jugar con tu gato se impone como un requisito para poder considerarte un buen humano para tu minino. No debería ser algo divertido que haces cuando tienes algo de tiempo. Al contrario, jugar resulta tan importante como alimentar a tu minino de forma saludable o proporcionarle un arenero (mejor dos).

Si jugar es importante para todos, para los gatetes caseros resulta innegociable. El motivo, de nuevo, es genético: el ancestro salvaje de tu minino, el africano Felis silvestris lybica, un cazador solitario que depende de sí mismo para sobrevivir, sigue muy presente en sus genes. Los 10.000 años de relación entre gatos y humanos pueden parecerte mucho tiempo; pero no lo es tanto desde el punto de vista evolutivo. De hecho, muchos de sus comportamientos y necesidades básicas no han cambiado de forma significativa. Tampoco es tan distinta su forma de ver el mundo.

De algún modo, es como si dentro de tu minino aún dormitara aquel trigretón, su primo hermano salvaje. En otras palabras: el comportamiento natural de depredación, así como su instinto de caza, siguen muy vivos en tu minino. Si viviera ahí fuera, y dependiera solo de él para comer, necesitaría cazar, con éxito, unas diez veces al día. Pero en tu casa no puede dar salida a este instinto natural. Y ello suele acabar por provocar estrés felino. No es divertido: un gato puede manifestar su ansiedad de distintas formas: los hay que pasan el día escondidos mientras que otros empiezan a hacer pipí fuera de su areneropipí fuera de su arenero.

No te asustes: tu gatito casero, con suerte, solo cazará alguna mosca despistada de tanto en tanto. Aun así, te habrás hecho una idea de lo importante qué puede ser el juego: una herramienta estupenda de expresar sus comportamientos naturales instintivos, sin hacer daño a nadie. De hecho, los juegos felinos se imponen como una condición necesaria para que goce de una buena calidad de vida, tanto física como mental.

Juegos para gatos felices

Ponte en situación: si quieres cazar, digamos, un insecto o un ratoncito, primero necesitas localizar a tu víctima. Después debes perseguirla, con sigilo, observarla muy bien, sin ser descubierto. Y, por fin, saltar sobre ella. Cuando tienes éxito, podrás hincarle el diente. Esta es la llamada secuencia de depredación; y todos estos pasos hay que tenerlos en cuenta si quieres que tu minino saque al tigretón que lleva dentro; y no se aburra a la primera de cambio.

La buena noticia es que podemos activar su lado salvaje mientras que come o con el juego; y también con pequeños cambios en casa, como añadir más espacio vertical. Aquí tienes doce ideas para despertar a la bestia.

  1. Trabajar para comer. Plantéate colocar parte de su comida seca habitual escondida en el salón y las habitaciones. Empieza por emplazamientos sencillos: tu minino se divertirá explorando la casa y la recompensa será muy sabrosa. [En este artículo ya te contamos los beneficios de la comida húmeda o seca para tu gato].
  2. Telegato. Una ventana grande ofrece a tu minino la posibilidad de disfrutar del movimiento; pájaros que pasan e insectos. Recuerda mantenerlas cerradas o hacer un cerramiento seguro si quieres airear. Puedes añadir un comedero de pájaros con ventosas. Y premia de tanto en tanto, para evitar la frustración. Tu minino estará la mar de entretenido.
  3. Gatisiestas al sol. Tras la caza llega el sesteo. Tu gatete te agradecerá que pongas alguna cama en alto al sol, por ejemplo, cerca de una ventana.
  4. Juguetes nuevos. Regala a tu minino juguetes nuevos de forma periódica: ratones unidos a una cuerda y un palo (juguete interactivo que precisa tu participación) o muñecos rellenos de catnip. O fabrícaselos tú. La novedad estimula su mente y sus ganas de jugar. Puedes esconderlos en cajas para aumentar la sensación de búsqueda.
  5. Plumas. Un acierto seguro: a los gatetes les encantan. Puedes jugar con ellas tal cual o atarlas a una cuerda para añadir movimiento.
  6. Pelotas de ping pong. Baratas, saltarinas y sonoras. Nada más atractivo para tu minino. Si las haces botar, pasará un buen rato solo con perseguirlas.
  7. Alterna los juguetes. Lo mismo día tras día aburre hasta al minino más motivado. Guárdalos y sácalos por tandas, para mantener su interés.
  8. Los gatos adoran las cajas de cartón. Prueba a hacerle una abertura como puerta de entrada o añade agujeros para meter juguetes. Más ideas: introduce un papel estrujado y premios comestibles para que tu minino los encuentre.
  9. Bolsas rígidas reutilizables. Quita las asas de tu bolsa de la compra y déjala en el suelo. ¡Ya tienes un escondite gatuno desde donde divisar juguetes!
  10. Ata una goma del pelo a una cuerda. Es más atractivo para tu minino que algunos juguetes caros, como un túnel con carriles para bolas. Su éxito se debe a que el elástico lo mueves tú con ayuda de la cuerda, y propone a tu gatete movimientos más acordes con la secuencia de depredación de la que hablábamos. Por el contrario, un túnel con una pelota no le permite saltar sobre ella ni atraparla. Tenlo en cuenta para escoger los juguetes.
  11. Sorprende a la bestia. Dale nuevos objetos para examinar. Valen plumas, hojas secas o bolas de papel arrugados. Pero recuerda vigilarlo y retirarlas tras el juego.
  12. Añade espacio vertical. Si aun no tienes uno, añade un árbol o torre rascadora a tu casa. Son geniales para trepar, otear el territorio y tener un sitio alto para dormitar.

Gatitruco: deja que tu gato cace sus juguetes. Esto disparará sus endorfinas, hará el juego más satisfactorio y que desee repetir. Una precaución: los gatos no deberían quedarse solos con juguetes que puedan hacer añicos o que contengan piezas que se pueda tragar. Juega seguro: al acabar, recoge los juguetes. Y no olvides el mantra: Mens felina sana in corpore felino sano

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