Esta es la receta de la sopa de galets tradicional catalana

Sopa de galets

Adrián Roque

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Si hubiera que escoger un único sabor capaz de resumir una Navidad catalana, ese sería el de la sopa de galets. Un caldo humeante que llega a la mesa el día 25 y que hace reconocible cualquier cocina aunque haya mil formas de prepararlo. La versión más extendida, y también la más celebrada, utiliza galets gigantes rellenos de carne que se cuecen directamente en el caldo. Es un plato humilde, contundente y reconfortante, que ha sobrevivido justamente porque no necesita alardes: basta un caldo bien hecho y una pasta que aguante la cocción. En tiempos de prisas, recuperar la calma de esta receta es casi un regalo.

Para redactar esta pieza he recurrido a fuentes oficiales sobre gastronomía catalana y portales culinarios de referencia para verificar técnicas, proporciones y el origen festivo del plato. La intención es ofrecer una guía clara y fiel, adaptada a quien quiera reproducir la receta de sopa de galets, entienda su valor cultural y descubra cómo preparar la pasta rellena sin complicaciones.

El caldo: la base que sostiene la tradición

Ninguna sopa de galets memorable existe sin un buen caldo. Las casas catalanas lo preparan con antelación, a fuego muy lento y con piezas de pollo, hueso salado, verduras y, dependiendo de la familia, algún corte de ternera. El resultado debe ser un caldo limpio, aromático y lo bastante sabroso como para sostener la cocción de los galets gigantes.

Hacerlo el día anterior tiene dos ventajas: mejora el sabor y permite retirar fácilmente el exceso de grasa. En la receta tradicional, el caldo funciona también como vínculo con la escudella, otra de las grandes protagonistas navideñas. Aunque este artículo se centra únicamente en la sopa de galets, es imposible desligarla de ese contexto festivo: nace dentro de las mismas ollas y comparte el mismo espíritu de reunión alrededor de la mesa.

Cómo preparar y rellenar los galets

La clave, por sorprendente que parezca, no está en cocer la pasta antes. Los galets se rellenan en crudo y se sumergen directamente en el caldo. Así conservan la forma, no se rompen y se impregnan de sabor desde dentro. Para el relleno se utiliza carne picada de cerdo y ternera, mezclada con huevo, ajo, perejil y un poco de pan remojado en leche. Esta masa, muy parecida a la de las albóndigas catalanas, aporta jugosidad y mantiene el interior tierno tras la cocción.

Llegados a este punto, lo único que conviene recordar es que los galets necesitan tiempo y delicadeza. Una vez añadidos al caldo hirviendo, la pasta debe cocerse entre 15 y 20 minutos, según el tamaño. Durante ese tiempo la carne se cocina por completo y el galet se hincha hasta convertirse en la pieza protagonista del plato. En muchas casas se calculan tres por persona; en otras, uno basta si el tamaño es prácticamente monumental. Sea cual sea la opción, la receta de sopa de galets mantiene siempre ese punto festivo que la distingue.

Servir, acompañar y disfrutar

La sopa de galets se presenta sin complicaciones: un bol, un caldo claro y uno, dos o tres galets rellenos en el centro. No necesita más. Su fuerza está precisamente en la sencillez. Por eso sigue funcionando incluso fuera de temporada navideña, cuando apetece un plato que calme, que alimente y que recuerde inevitablemente a la cocina de casa.

En la tradición catalana suele acompañarse de la escudella, pero también puede servirse sola como primer plato de una comida especial. Para muchos niños es una de las sopas más esperadas del año; para los adultos, un viaje directo a las navidades de infancia. Y para quien la cocina por primera vez, un buen descubrimiento: pocas recetas combinan de forma tan natural la contundencia de la carne, la calidez del caldo y la identidad culinaria de un territorio.

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