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Tres trucos para que las moscas no se acerquen a la mesa durante las comidas de verano

La mosca es uno de los insectos más persistentes en entornos donde hay restos de comida durante los meses cálidos.

Edu Molina

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Con la llegada de los meses cálidos, muchas personas optan por trasladar sus comidas al aire libre, aprovechando terrazas, jardines o balcones para disfrutar de la buena temperatura y del entorno natural. Sin embargo, este escenario veraniego tan atractivo también conlleva ciertos inconvenientes, y uno de los más comunes —y molestos— es la presencia constante de moscas.

Estos insectos, atraídos por el olor de la comida, encuentran en las mesas veraniegas un festín fácil al que no dudan en acudir. Su zumbido y su persistente sobrevuelo por los platos pueden arruinar incluso la comida más apetitosa, convirtiéndose en una auténtica molestia para los comensales.

A diferencia de otras épocas del año, en verano la proliferación de insectos es mucho mayor, especialmente en entornos abiertos donde los olores de alimentos cocinados, frutas y bebidas dulces se perciben con facilidad. Aunque las moscas no pican, sí representan un problema por razones higiénicas: se posan en restos de comida, en utensilios y, en ocasiones, en la propia piel de las personas, lo que genera incomodidad y obliga a interrumpir constantemente la comida para espantarlas.

Además, al tratarse de un entorno al aire libre, el uso de productos químicos o aerosoles puede resultar inapropiado, ya sea por su olor, su toxicidad o su impacto en los alimentos y el entorno. En este contexto, resulta útil conocer métodos sencillos, accesibles y respetuosos con el entorno para mantener alejadas a las moscas de las mesas durante las comidas.

Trampa con vinagre, azúcar y detergente

Uno de los recursos más utilizados durante el verano para controlar la presencia de moscas consiste en preparar trampas caseras con vinagre de manzana, azúcar y unas gotas de detergente. Este método actúa como un imán para los insectos, ya que la mezcla de aromas dulces y ácidos les resulta irresistible. La preparación se realiza con ingredientes comunes y no requiere ningún tipo de estructura elaborada: basta con verter la mezcla en un recipiente pequeño y ubicarlo cerca del área donde se servirá la comida.

El mecanismo es simple pero funcional. El azúcar actúa como cebo, atrayendo a las moscas hacia el vinagre, mientras que el detergente elimina la tensión superficial del líquido, impidiendo que los insectos se posen sin caer. Una vez dentro del recipiente, no pueden salir, lo que permite mantener el entorno limpio sin recurrir a productos tóxicos.

Además, estas trampas pueden distribuirse de forma estratégica, renovarse con facilidad y pasar casi desapercibidas durante la comida, lo que las convierte en una solución práctica para encuentros al aire libre.

Plantas aromáticas

El uso de plantas aromáticas como método natural para repeler moscas se ha convertido en una alternativa muy popular por su doble función decorativa y funcional. Algunas especies, como la albahaca, el romero, la lavanda, la menta o la citronela, emiten olores que resultan desagradables para las moscas, pero agradables o neutros para las personas. Estas plantas pueden colocarse en macetas sobre la mesa, cerca de los platos o alrededor del área de comida, creando una barrera olfativa que ahuyenta a los insectos sin interferir con el ambiente.

Además de su eficacia, estas plantas requieren poco mantenimiento y aportan un valor estético a cualquier espacio exterior. Su aroma ayuda a mejorar el ambiente, y su aspecto fresco y natural contribuye a que la mesa luzca más atractiva. Son una opción especialmente recomendable para quienes buscan una solución constante, sin necesidad de renovaciones frecuentes o preparaciones previas. Con una mínima inversión y cuidados básicos, es posible disponer de un recurso eficaz para prevenir la aparición de moscas de forma continua durante toda la temporada estival.

Rociador natural con vinagre

El tercer recurso consiste en elaborar un spray repelente a base de vinagre y agua, ideal para aplicar directamente sobre superficies cercanas a la mesa antes y durante la comida. Esta mezcla, que no contiene químicos peligrosos, crea una barrera olfativa que desorienta a las moscas y las mantiene alejadas sin necesidad de eliminar físicamente a los insectos. Para prepararlo, basta con mezclar partes iguales de vinagre blanco y agua en un pulverizador y agitar bien antes de su uso.

Este rociador puede aplicarse sobre los manteles, las patas de las sillas, las barandillas o incluso el suelo de la zona de comida. Su olor se disipa rápidamente para los humanos, pero permanece perceptible para los insectos, actuando como un elemento disuasorio eficaz. Como ventaja añadida, el vinagre también funciona como desinfectante natural, lo que permite mantener una mejor higiene en el entorno. Se trata, por tanto, de una opción práctica, económica y segura, especialmente útil en espacios pequeños donde la acumulación de moscas puede ser más notable.

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