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Malikian dice que la actitud del músico clásico le ha hecho mucho daño a la música

EFE

Quito —

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El violinista libanés Ara Malikian ha acercado las partituras clásicas al gran público y hecho suyos grandes temas de la música popular, y cree que la actitud solemne del músico clásico ha perjudicado al “único lenguaje universal”.

“Creo que la actitud del músico clásico ha hecho mucho daño a la música clásica...tan solemne, tan sobrevalorada y estirada, arrogante y distante”, consideró en una entrevista con Efe el artista que este sábado se presenta en un concierto en Quito.

Y es que según este virtuoso del violín de ascendencia armenia y radicado en España, el secreto y receta para poder llegar a todos los públicos es la actitud, “hay que ser sencillo en la vida”, asegura.

Esta semana ha regresado a los escenarios en Ecuador tras sufrir un accidente el 9 de junio en Costa Rica al bajar de la escalerilla del avión y romperse dos tendones del hombro. Y lo ha hecho en un tiempo récord, puesto que los médicos no le recomendaron reanudar su gira mundial tan rápido, según confiesa.

Obligado por su padre a tocar el violín desde la infancia, una suerte de Leopold Mozart, reconoce: “Él decidió que yo sea violinista antes de nacer”, Malikian fue con 15 años el alumno más joven admitido en el prestigioso centro de estudios musicales y de teatro de Hannover, en Alemania.

De formación netamente clásica, hoy con 50 años se distancia un poco “del mundillo” y dice que “era un músico clásico, pero no me identifico con ese personaje”.

Argumenta que hubo una época en la que “quería empastar en este mundillo” de la música clásica, hasta que se dio cuenta de que “no me sentía en mi piel” y no le hacía falta para ser aceptado.

Y lamenta que por esa “pose” manida que adoptan numerosos músicos de ese ámbito, “muchos jóvenes no se identifican con la música, con la actitud, y es una pena porque la música llega a todo el público”.

Su gira mundial, titulada “Royal Garage World Tour”, bromea, responde a que “siempre hay que elegir algún pretexto para hacer una gira”, antes de contar a renglón seguido que las anécdotas relacionadas con el garaje le han seguido a lo largo de su vida.

Pero rescata aquella apegada a su infancia y temprana adolescencia en la que su padre le hacía tocar cuando vivían en un barrio de Beirut durante la guerra que asoló el país durante más de una década.

“Quería hacer un homenaje a este momento de mi vida donde eso parece muy dramático, pero yo lo recuerdo como algo muy bonito y gracias a ese momento hoy día puedo hacer lo que me gusta”, afirma.

Y rememora que en el sótano que su familia utilizaba como búnker para protegerse de las bombas, en un momento su padre le dijo: “Toca un poco. Y al tocar todo cambió, las caras preocupadas cambiaron a felices y a partir de ahí vi el poder que tenía la música”.

Aunque insiste en que el violín lo eligió su padre por él, si tuviera la opción se decantaría por el instrumento de cuerda, que “está presente prácticamente en todas las culturas del mundo”.

Quizá desde sus orígenes en los que creció escuchando a Feiruz y la influencia de la música tradicional árabe, le vino su interés por las melodías folclóricas y se define como ferviente defensor de que no hay que ser de ningún sitio para poder tocar como si se fuera del sitio.

Su repertorio cubre grandes referentes clásicos desde Schubert y Bach, pasando por música de otras culturas de Medio Oriente (árabe y judía), Centro Europa (gitana y zíngara), Argentina (tango) o España (flamenco), además de iconos pop como Radiohead, Led Zeppelin, Bjork o Guns N' Roses, cuyos éxitos versiona con su particular estilo.

Entres sus últimas colaboraciones se cuentan artistas de la talla de Andrés Calamaro, con quien interpreta un desgarrador tango, Serj Tankian, Enrique Bunbury o Pablo Milanés.

Sobre la elección de los artistas de su último álbum, que salió a la luz en mayo y fue producido de manera particular, sin el apoyo de grandes discográficas o intereses comerciales, apunta a que fue sencilla.

“Son artistas que yo admiro y hay un respeto mutuo y la comunicación fue muy fácil”, indicó.

En su vuelta a los ruedos ha tenido mucho que ver que tras la operación no ha dejado de tocar ni un solo día, al principio con una sola cuerda, para poder rehabilitarse y encontrarse con su público.

Con buenas sensaciones en sus recientes conciertos ofrecidos en Guayaquil, que le animan a seguir dándolo todo en Quito, aunque con cautela de acuerdo a los médicos, Malikian se siente feliz de regresar a las tablas.

“Si la música tiene algo es que es un idioma universal que tenemos todos los pueblos y la entendemos, no hace falta explicarlo, nos entra en nuestra alma y nos emociona”, concluye.

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