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Lobezno saca las garras para matar a fascistas en la Guerra Civil española

Portada de 'Sangre, arena y garras'

José Antonio Luna

El 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana llevaron a cabo uno de los ataques aéreos más aniquiladores de la contienda española. Decenas de cazas y bombarderos sobrevolaron el municipio vasco de Gernika, que anunciaba con campanadas la ofensiva aérea que estaba a punto de aniquilar la ciudad. El objetivo era bloquear la retirada del ejército republicano, pero acabaron desatando la furia de otro personaje allí presente, uno con garras afiladas de adamantium: Lobezno.

El mítico mutante de Marvel nació en Canadá a finales del siglo XIX, pero gracias a su factor curativo, mediante el cual puede regenerar tejidos, células e incluso miembros, es capaz de superar la centena de años y seguir pareciendo un cuarentón musculado. Precisamente por ello, ha pasado por toda clase de conflictos: la Guerra Civil estadounidense, las dos guerras mundiales y la Guerra de Vietnam. Pero también deambuló por otra, la Guerra Civil española.

Así se puede apreciar en Sangre, arena y garras, una reedición de Panini Cómics que recupera tres grapas publicadas originalmente por Marvel en 1991. En esta no aparece Francisco Franco, ni Emilio Mola, ni Manuel Azaña, pero no lo necesita para retratar la crueldad del periodo. Especialmente, con el dibujante Marc Silvestri y el historietista Larry Hama, hijo de emigrantes japoneses, que ya conocía el horror después de haber combatido en la Guerra de Vietnam.

“A diferencia de otras historias de autores americanos donde el territorio español es un escenario folclórico, este se preocupó de estudiar la contienda y la participación de escritores en la misma”, indica el periodista y cineasta en el prólogo de esta reedición. Aun así, al menos en ciertos momentos, esto no parece cumplirse del todo. 

De hecho, la llegada de Lobezno a España parece bastante reveladora a la par que surrealista. El héroe se encuentra en Vancouver (Canadá), tomando unas cervezas en un bote junto a su amigo Puck mientras contemplan una foto antigua tomada en la Guerra Civil española. Sin embargo, la velada acaba cuando la villana Dama Mortal, que busca a Lobezno para vengar el honor de su familia, irrumpe ante sus ojos a través de un vértice temporal que le permite desplazarse entre dos puntos en el espacio. Aún así, un alocado giro de guion hace que ese portal arrastre a los personajes a otro lugar: al que estaban mirando en la fotografía.

“Algo me dice que ya no estamos en Vancouver, Chaval”, dice Logan al aterrizar en la Gernika de 1937. Concretamente, mitad de una plaza mientras se celebra una corrida de toros. En ella se mezcla alcohol, gritos e incluso una referencia al torero Manuel García 'Maera'. Además, Puck decide coger la muleta para ponerse a torear entre “olés” y “bravos”. No parece una forma muy apropiada de abandonar lo folclórico. Pero, en realidad, incluso con el título del capítulo, estaban haciendo referencia al escritor republicano Vicente Blasco Ibáñez, autor de la novela Sangre y arena.

No obstante, aquel retrato de España no dura mucho más de dos páginas. Inmediatamente, el espectáculo taurino es interrumpido por un bombardero Stuka de la Legión Cóndor. “¡Nazis luchando por los rebeldes!”, grita el gentío de la plaza. “Está volando lo bastante bajo como para ver que hay mujeres y niños. Para él no es una batalla. ¡Es pura maldad!”, reflexiona Lobezno, quien, como cabría esperar, recurre a una solución que dista mucho de ser sutil: decide coger el estoque del torero, “ese pincho”, y clavarlo en el aeroplano para hacerlo estallar por los aires.

Orwell y Hemingway, compañeros de viaje

Logan no está solo en sus aventuras por el País Vasco. Acaba involucrado en un campamento partisano de republicanos integrado por autores como Ernest (o Ernesto, como le llaman) Hemingway o Ricky Blair, en alusión a George Orwell. Ambos escritores estuvieron en la contienda española y, además, se implicaron personalmente con la causa republicana. “Voy a matar fascistas porque alguien debe hacerlo”, dijo el creador de 1984, quien poco después casi muere tras recibir un balazo en el cuello.

La experiencia de ambos autores quedó reflejada en crónicas u obras como Homenaje a Cataluña, escrita por un Orwell fascinado al encontrarse “en una ciudad donde mandan los obreros”. También en Por quién doblan las campanas, de Hemingway, la cual es leída por Lobezno antes de viajar al pasado.

Lo sorprendente es cómo, a pesar de ser un cómic orientado al mercado internacional, este se posiciona claramente contra el franquismo en un momento en el que todavía hoy es objeto de debate en nuestro país. “Falangistas: rebeldes fascistas que luchan para derrocar a la República española ayudados por la Alemania nazi y la Italia fascista”, se puede leer como nota explicativa al pie de una página.

Asimismo, el cómic recalca la teoría de que la intervención alemana en la Guerra Civil no estaba realmente comprometida con la causa, sino que, más bien, utilizó la contienda como campo de pruebas para experimentar con el armamento que más tarde emplearían en la Segunda Guerra Mundial. “Vamos a Guernica, a ver cómo nuestros españoles asesinan a los españoles del otro bando”, afirma el comandante nazi encargado de la operación.

Eso no evita que se muestre la faceta más cruda del bando republicano, que actúa sin tener del todo clara cuál es la mejor opción. Por ejemplo, dudan sobre si deben matar o dejar con vida a un joven falangista que podría revelar su posición. Acaba ocurriendo lo segundo. Pero, aunque los golpistas cuentan con una gran potencia armamentística, el Ejército Popular tiene a Lobezno.

“Los Red Wings están ganando la copa, los Yankees están asegurando el título, y yo estoy conteniendo a fascistas en un paso en mitad de la Guerra Civil española. Abren las bocas, como si me chillaran en alemán y español”, recapacita el mutante mientras clava su hoja a nazis y franquistas. ¿El objetivo? Retenerlos para que el resto del grupo llegue hasta un paso seguro.

Pero Sangre, arena y garras no busca ser un panfleto republicano, sino contar una historia entretenida en un universo que une la realidad con la ficción. Lo cual no impide que, como superhéroe, Logan se entretenga por el camino luchando contra las injusticias.

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