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Josep Maria Girona: “El feminismo obedece al hecho de aplicar sentido común”

Josep Maria Girona: "El feminismo obedece al hecho de aplicar sentido común"
Barcelona —

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Barcelona, 6 abr (EFE).- El escritor y periodista Josep Maria Girona reflexiona en su primera novela, “No me llames loca”, sobre la idea de que cualquier comportamiento feminista “obedece única y exclusivamente al hecho de aplicar sentido común”.

“No me llames loca” (Roca Editorial) es una novela que se centra en la vida de Julia Queralt-Robuster Sugranyes, una joven burguesa de Barcelona de principios del siglo XX que busca escapar del yugo familiar y ser dueña de su vida.

En una época donde la mujer no tenía acceso a la formación ni a la cultura, y en que sus únicas funciones vitales eran “hacer de ama de casa, hacer de madre y hacer de esposa”, Julia, gracias a la maestría de su abuela paterna, Enriqueta, “consigue ser ama de su propio destino y no depender de las ideas que los que viven a su alrededor puedan estar montando de cara a su futuro”, explica en una entrevista con Efe Josep Maria Girona (Alcover, Tarragona, 1959).

Enriqueta introducirá a Julia en el mundo de los libros y la cultura, lo que le abrirá las puertas de la Biblioteca Popular de la Mujer —creada por la pedagoga Paquita Verdaguer, también conocida como Francesca Bonnemaison—, donde empezará a soñar con convertirse en bibliotecaria.

Según el ex director de la Cadena SER en Cataluña, la cultura “tiene importancia en cualquier emancipación que pueda haber”, sea de un hombre o de una mujer, ya que una sociedad culta “es una sociedad que avanza”.

“Contra la fuerza de las armas se puede luchar con la fuerza de la cultura, del consenso, del diálogo”, reflexiona Girona, pero añade que quienes están convencidos de ello deben “ir juntos” porque “si cada uno va por libre y en función de sus intereses, será muy complicado lograr nada”.

Sin embargo, estima que si Enriqueta ha conseguido “positivizar todo su esfuerzo en la mente y la persona de su nieta” es porque antes “ha tenido también un comportamiento machista” y “ha malcriado a su hijo”, Estanislao, quien ve a sus hijos como “instrumentos para seguir garantizando” todos sus “privilegios”.

“Es un feminismo conservador en el que la figura de Dios y de la Iglesia está en el centro de todo”, puntualiza el periodista al describir a Enriqueta.

Girona declara que Julia “no es una activista feminista” ni sería recordada en la actualidad como “una heroína” porque no deja de ser un personaje anónimo que no pretende “salvar la sociedad”, sino que busca que los otros “no decidan” por ella.

A pesar de esto, considera que el personaje “puede servir como modelo de actuación para el feminismo del siglo XXI” y, a partir de la figura de Julia, presenta un homenaje “a todas estas mujeres anónimas que a lo largo de la historia han luchado para intentar poder cumplir sus sueños”.

“Yo no soy feminista porque tenga ganas de pasar a la historia. Yo no soy feminista para que alguien me diga que soy feminista. Yo soy feminista porque quiero vivir de acuerdo con mi sentido común sin que nadie me diga qué tengo que hacer”, reflexiona Girona poniéndose en la piel de Julia.

El periodista advierte que, a pesar de los avances del último siglo, hoy en día “aún falta mucho para que la mujer tenga igualdad de derechos respecto al hombre” y, en esta línea, considera que la novela se podría haber situado “también en la actualidad”.

La restauración de la monarquía borbónica, la alternancia en el poder entre dos fuerzas políticas, la existencia de partidos nacionalistas que servían para “apuntalar el gobierno de Madrid cuando hacía falta” y la polarización de la población entre dos posiciones ideológicas diferenciadas; Girona reflexiona que la época que retrata la novela “no es tan diferente de la que está pasando ahora”.

No obstante, hay una cosa que le preocupa en particular: “la incapacidad de poder llegar a ámbitos de consenso y ámbitos de diálogo dentro de la sociedad”.

En este sentido, Julia y su amistad con Inés, hija del chófer de la familia, presentan la idea de que las mujeres, ya sean obreras o burguesas, tienen en común “una serie de problemas vinculados a su género con independencia de su origen social”, en una época marcada por el pistolerismo y los conflictos entre la Patronal y los trabajadores organizados a través de la CNT.

“Enriqueta y Bonnemaison están plenamente convencidas de que, para intentar rebajar la tensión social de esa época, es bueno que la mujer burguesa y la mujer trabajadora tengan intereses y espacios de convivencia mutuos”, describe Girona.

Tal como avanza el título, la palabra “loca” juega un papel fundamental en la trama de la obra y es la detonante de que Julia pase de la sumisión a la acción.

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