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Opinión - Ir al grano. Por Rosa María Artal

“Les sale mejor defraudar”, los festivales de música vuelven a la polémica por la devolución del dinero de las pulseras

El público de un abarrotado Mad Cool disfrutando de uno de sus conciertos

Laura García Higueras

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“No me apetece beber más, pero solo porque no me roben dinero; pienso gastarme los seis euros que me quedan en la última cerveza”. Javier fue uno de los más de 70.000 asistentes del Mad Cool celebrado en Madrid entre los pasados 7 y 9 de julio; y que pagó la comida y bebida que tomó durante el festival con las pulseras 'cashless'. Los trozos de tela con un chip pegado que funcionaron como monederos durante el festival, y que continúan yendo acompañados, en ocasiones, de cláusulas abusivas que podrían vulnerar la ley.

Los brazaletes se podían recargar por vía telemática y dentro del propio recinto en las zonas identificadas como 'Recarga de pulseras', sumando una nueva cola que tener que hacer una vez dentro del espacio, además de las correspondientes a las barras y los baños. Este era el único método de pago habilitado por el evento, ya que no se permitía a los asistentes abonar sus consumiciones ni con tarjeta de crédito ni en efectivo. “Consideramos esta obligatoriedad injustificada y abusiva”, afirma a este periódico Eztizen Gregorio, portavoz de la Organización consumidores usuarios (OCU).

Además, quienes recargaron dinero de más y quieran recuperarlo posteriormente, deben abonar 1,5 euros en concepto de, como detallan en su web, “comisiones bancarias y gastos de gestión”. Una práctica ya extendida dentro de este tipo de eventos –la lista de festivales que también lo imponen incluye al FIB (3 euros), Love The 90's (2 euros), Reggaeton Beach Festival (2 euros), Love The Twenties (2 euros) y un largo etcétera–, pese a que no es legal.

“El asistente no solo se ve obligado a usar este método de pago, sino que además se ve obligado a pagar”, explica a este diario Miguel Ángel Serrano, vicepresidente de Facua-Consumidores en Acción, “como la sanción no va a ser superior a lo que obtienen como beneficio, les sale a cuenta defraudar en vez de cumplir la normativa”.

En el caso del Mad Cool, la cifra correspondiente a los gastos de gestión varía para los países fuera de la zona SEPA, cuya tarifa se calculará “en función de las comisiones bancarias aplicadas por cantidad”. Este cobro por la gestión de la devolución de la cuantía correspondiente es el motivo por el que Facua ha denunciado a la compañía, por segundo año consecutivo, ante la Dirección General de Consumo de la Comunidad de Madrid.

Mad Cool Festival SL ya cobró 1,50 euros a los usuarios que quisieran recuperar su dinero en 2022; y se les dio un plazo para hacer la solicitud de diez días. La organización afirma que la Administración no ha confirmado “el inicio de medida alguna contra la empresa por incurrir en dicha irregularidad”. Facua ha emitido ambas denuncias amparándose en la Ley 11/1998 de Protección de Consumidores de la Comunidad de Madrid. Esta contempla como “infracción” en su artículo 5 “la realización de transacciones en las que se imponga al consumidor condiciones, recargos o cobros indebidos, prestaciones accesorias no solicitadas o cantidades mínimas, así como la no aceptación de medios de pago admitidos legalmente u ofertados”.

Por ello, la organización solicita a la Dirección General de Comercio y Consumo de la Comunidad de Madrid que inste a Mad Cool Festival SL a restituir de forma automática a los consumidores el dinero que hay en sus pulseras 'cashless' “independientemente del importe que tengan”.

El público del festival ha contado con un plazo 14 días –que culminaron este lunes 23 de julio– para solicitar la devolución de la cantidad sobrante. “Hay un espacio tan corto de tiempo que puede haber usuarios de viaje, o de vacaciones, siendo al final ellos quienes imponen esa obligatoriedad. Nos parece abusivo”, insiste la portavoz de OCU. Para pedirlo, bastaba con introducir el código de la pulsera localizado en su reverso en la web facilitada por la empresa promotora. Una vez completado el proceso, tendrán que esperar, como mínimo, otras 15 jornadas para recibir el dinero de vuelta, ya que las devoluciones no comenzarán hasta el próximo lunes 31 de julio.

Eso sí, en la página no se especifica cuánto podrá demorarse el reembolso más allá de la citada fecha. Atendiendo al calendario que sí se ha sido facilitado, en total pasarán más de tres semanas hasta que los asistentes del Mad Cool reciban la cantidad sobrante que no gastaron en el recinto entre concierto y concierto. Los festivales realizan esta práctica a través de una empresa externa, siendo el proveedor de servicios de telecomunicaciones Idasfest uno de los que más eventos acapara.

Una práctica habitual

Aunque existen festivales como el Primavera Sound en el que se aceptaba el pago con tarjeta y en efectivo, el Mad Cool no es, ni mucho menos, el único evento que utiliza las pulseras 'cashless'. Entre ellos, el FIB, que se desarrolló entre el 13 y 16 de julio en Benicasim; y que concedió seis días para realizar la solicitud, imponiendo 3 euros de gastos de gestión. Además, advirtieron de que “los importes regalados y el dinero extra de las promociones no son reembolsables”.

Love the Twenties y Love the 90's, que tuvieron lugar a finales de junio, Organizados por la promotora Share Music, responsable de otros festivales como el PAM (Port Adriano Mallorca Festival), GÉISER (Festival Zero Wast4e), Jazz Voyeur Festival y I love Reggaeton, también usaron las pulseras 'cashless'. La empresa concedió seis únicos días a sus asistentes para solicitar la devolución del saldo, siempre y cuando fuera superior a 2 euros, y con un coste de 2 euros por gastos de gestión.

La compañía suma una traba más, alegando que por “motivos técnicos, el saldo promocional es el último en consumirse y si no es consumido tras la carga inicial, quedará en la pulsera y no podrá ser reembolsado”. Con este apartado, hacen referencia a las 'Promo recarga' que ofrecieron los festivales para “ahorrar colas” y obtener “saldo gratis”.

En concreto, se ofreció para los primeros 1.000 asistentes en adscribirse a la oferta que pudieran pagar 50 euros (y recargar 60) o pagar 100 euros (y recargar 120). Es decir, se les 'regalaban' 10 o 20 euros. Según las citadas condiciones, este dinero no sería devuelto en caso de sobrar, salvo que el saldo de más sumara más de 10 o 20 euros. De darse el caso, habría que restarle al excedente estos 10 o 20 euros, además de los dos euros por gastos de gestión.

Otro ejemplo es el Cruilla de Barcelona, que tuvo lugar del 5 al 8 de julio. El evento, que congregó a 76.000 asistentes, procedió a la devolución automática de la pulsera 'cashless' el martes 11 de julio. El importe debía ser superior a 2 euros, ya que en caso contrario, se destinaría como donación a Oxfam Intermón. “Si no quieres hacer la donación, solo tienes que cargar un importe superior a 2 euros antes de que termine el festival y entonces se te devolverá el importe íntegro automáticamente”, explican en su web. “Intentan impregnar de buena fe lo que no deja de ser un incumplimiento de la normativa”, critica Miguel Ángel Serrano.

Respecto a la cuantía elegida por los festivales como mínimo a partir del cual sí permitir recuperar los importes, desde OCU aseguran: “El organizador puede cobra 1,5 euros o 10. Obligar a cobrar por esa gestión no tiene justificación alguna”. “La empresa se acaba quedando todas esas cantidades inferiores sin prestarnos ningún tipo de servicio. Puede parecer que estamos hablando de cantidades pequeñas, pero con una afluencia de miles de personas, una pequeña cantidad se convierte en una cuantía de dimensiones importante. Con que consigan juntar a 20.000 personas de público, si todos pierden 1 euro por intentar recuperar su dinero, estamos hablando de 20.000 euros”, aclara.

Puede parecer que estamos hablando de cantidades pequeñas, pero con una afluencia de miles de personas, una pequeña cantidad se convierte en una cuantía de dimensiones importante

Miguel Ángel Serrano Vicepresidente de Facua

Caso distinto ha sido el del Bilbao BBK Live. La firma que lo organiza, Last Tour, fue denunciada por Facua en 2017 por no devolver a los participantes la totalidad del dinero no gastado, tras obligarles a pagar servicios y consumiciones dentro del recinto mediante su sistema de prepago. La empresa no atendió reclamaciones correspondientes a reembolsos inferiores a 2 euros, y cobró a cada usuario 1 euro en concepto de transferencia bancaria. En su caso sí que han cambiado su política.

En su última edición, celebrada los días 7, 8 y 9 de julio, ha permitido recuperar el dinero sin importe mínimo ni coste por transferencia. En el caso de quienes realizaron las recargas mediante carga rápida –escaneando el QR de las pulseras y abonando el dinero directamente con el móvil–, la devolución ha sido directamente automática desde el día 11. Aquellos que que optaron por la vía online o los puntos de recarga del recinto, debían solicitarlo a través de la página web, teniendo 15 días naturales para hacer la petición.

Una irregularidad 'barata'

Ahora bien, si con esta práctica se está cometiendo una irregularidad, ¿por qué es tan habitual? “Si las empresas vieran que las administraciones públicas hacen vigilancia y sancionan de forma contundente al incurrir en estas prácticas, se lo pensarían mucho antes de imponer estos comportamientos al consumidor”, argumenta el vicepresidente de Facua. Por contra, “si detectan una demora excesiva y dejación al investigar ocurrido, o que la sanción no llegue a alcanzar el beneficio que pueden obtener; al poner todo en la balanza, les sale mejor defraudar”. Para la organización, la solución pasa por “dejar pagar con dinero en efectivo”.

Desde Facua advierten que van a seguir denunciando aquellos festivales que incumplan la normativa. “La confianza en lo último que se pierde. La falta de actuación de las administraciones nos motiva para seguir luchando y denunciando lo que veamos”, advierte su vicepresidente.

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