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Rusia reescribe la invasión de Ucrania también ante la UNESCO

Babi Yar, el símbolo ucraniano del "Holocausto por balas", uno de los monumentos alcanzados por los misiles

Peio H. Riaño

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La UNESCO ha celebrado una sesión extraordinaria de su Consejo Ejecutivo este martes y miércoles para votar un proyecto sobre la invasión de Ucrania presentado por 22 países, entre los que figura España, cuyo embajador es el exministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes. Los 58 países que forman parte del Consejo Ejecutivo han aprobado el proyecto en el que se exige la libertad de expresión, la protección del patrimonio cultural y la igualdad de acceso a la educación de los ucranianos. Ha tenido 33 votos a favor y sólo uno en contra, el de Rusia.

En una declaración compuesta por 22 artículos, la UNESCO llama la atención sobre los daños causados sobre los bienes culturales y “deplora y condena” la destrucción del patrimonio cultural, “el saqueo y el contrabando de los sitios arqueológicos, museos, bibliotecas, archivos y otros sitios”.

La organización alerta sobre el sitio de Babi Yar en Kiev, un memorial del Holocausto, que fue alcanzado por misiles rusos. Además dice que la Ciudad Creativa para la música de Kharkiv ha resultado dañada, como el centro histórico de Chernihiv, aspirante a la Lista Mundial, en la que Ucrania ya cuenta con siete hitos.

La Federación Rusa ha realizado enmiendas a todos los artículos salvo uno, en las que define su posición y reescribe la operación de la invasión de Ucrania. La delegación de África y de Latinoamérica también han presentado enmiendas que han sido incorporadas. Las alegaciones rusas han sido rechazadas en bloque. En estas podemos leer la versión rusa sobre la agresión que está causando al país vecino.

En el artículo 10 del proyecto la UNESCO “deplora en los términos más enérgicos la agresión de la Federación Rusa, con el apoyo de Bielorrusia, contra Ucrania”. Rusia tacha esta frase para proponer a la organización internacional otra: “Deplora a todas las víctimas de estos ocho años de tragedia en el Este de Ucrania, donde se han cobrado más de 14.000 vidas, entre niños, mujeres, ancianos, periodistas, trabajadores del ámbito de la cultura y la educación, así como la destrucción de escuelas, jardines de infancia y otras instalaciones educativas, monumentos y sitios históricos”. 

El patrimonio, en guerra

El presidente del comité Nacional de Ucrania del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) declaró en este periódico que desde la invasión de Crimea, en 2014, Rusia ha “expoliado” el arte de la zona. “Los sitios del patrimonio cultural de Crimea fueron los primeros en ser destruidos por el agresor ruso”, dijo Mykola Haida.

De hecho, la Federación Rusa exige en su rectificación de la propuesta realizada por los 22 países que las fuerzas ucranianas pongan fin “de inmediato” al despliegue de equipos militares y tropas “cerca o dentro de los sitios del patrimonio cultural, así como cerca o dentro de instituciones educativas, escuelas, jardines de infancia y parques infantiles”, para garantizar la protección del patrimonio cultural y natural. 

En la reconstrucción de los hechos, Rusia pide que se aborde la situación de Ucrania “incluida su génesis”. Aquí la Federación Rusa hace un llamamiento a la idea imperial de la ancestral Rus de Kiev, primer estado eslavo ortodoxo fundado en el siglo X. Esta es la coartada cultural que Putin ha asumido para convertirse en el nuevo Vladímir ‘El Grande’, impulsor de este sueño imperial.

Hay un artículo que Rusia ha respetado íntegro: "Todas las personas que huyen del conflicto en Ucrania deben recibir protección sin discriminación, incluso por motivos de identidad racial, nacional y étnica"

Una guerra muy cultural

En el artículo 12, Rusia asegura que las recientes leyes de educación secundaria aprobadas en Ucrania “discriminan a una parte importante de la población del país, principalmente a la población de habla rusa y a las minorías nacionales”. Por este motivo “pide enérgicamente” a Ucrania que “abandone la política destinada a infringir los derechos de su población”. 

Esa es la razón por la que Rusia también se posiciona como defensor de la diversidad lingüística de los pueblos. Es “un elemento fundamental de la diversidad cultural”, asegura la delegación rusa ante la UNESCO. Creen que todas las personas tienen derecho a elegir libremente y sin trabas el idioma utilizado. “Sin temor a la discriminación”. Y reclaman “apoyar el multilingüismo como uno de los medios para promover, proteger y preservar la diversidad de idiomas y culturas”. En plena invasión de Ucrania y su destrucción patrimonial, Rusia demanda el respeto por la identidad cultural.

La libertad de expresión

Mientras en las plazas rusas, la policía arresta a sus ciudadanos por mostrar un folio en blanco, en la UNESCO la Federación Rusa quiere mostrarse ante la historia como la incansable nación en busca de “la verdad objetiva” y del “libre intercambio de ideas y conocimientos”. El país que arresta a una periodista por exhibir una pancarta contra la invasión durante un telediario y la deja incomunicada en el calabozo durante 12 horas, propone “desarrollar y aumentar los medios de comunicación entre sus pueblos y emplear estos medios a los efectos de la comprensión mutua y un conocimiento más verdadero y perfecto de la vida de cada uno”. 

Mientras la UNESCO exige pleno respeto a la protección de los periodistas en situaciones de conflicto “con el objetivo de combatir la desinformación y promover medios libres, independientes e imparciales como uno de los fundamentos esenciales de una sociedad democrática” (esta frase es tachada por la embajada rusa), Rusia añade que condena “el cierre de fuentes de medios alternativos, la censura, las leyes discriminatorias, el arresto ilegal, la detención arbitraria, la intimidación, el secuestro, el acoso y asesinato de periodistas”. Esta declaración ocurre días después de que el presidente de Rusia aprobara la ley de “información falsa”, con la que castigará hasta con 15 años de pena la difusión de noticias falsas sobre las Fuerzas Armadas rusas. 

Llama la atención la delegación rusa que, según el observatorio de periodistas asesinados de la UNESCO, al menos once periodistas han sido asesinados en Ucrania desde 2014. “Y ninguno de estos casos ha sido resuelto aún”, añaden.

Contra el racismo y el “neonazismo”

También se presenta ante la opinión pública como el país que se compromete a luchar contra el racismo. En las enmiendas al artículo dos del proyecto de la UNESCO, Rusia añade varios puntos clave en su reconstrucción de los hechos. El más llamativo es su autorretrato como nación contra “la discriminación racial, la xenofobia y cualquier forma de intolerancia, incluida la incitación al odio racial y los delitos de odio racial”. También quiere que la UNESCO asuma el papel de “inspirar a construir sociedades más justas y pacíficas mediante el fortalecimiento de la contribución sustantiva de la UNESCO a la lucha contra el racismo”. Construye su argumento en base a la denuncia de África contra “los malos tratos” que sufrieron “los africanos que intentaban salir de Ucrania el 28 de febrero”. 

En varias enmiendas al articulado propuesto en el proyecto redactado por los 22 países contra la invasión, Rusia insiste en la lucha contra el “neonazismo”. Y lo define: “Es algo más que la glorificación de un movimiento pasado, es un fenómeno contemporáneo con fuertes intereses creados en la desigualdad racial”. Esta propuesta de inclusión en el articulado contradice las relaciones que el gobierno de Vladímir Putin ha mantenido con los partidos de extrema derecha europeos y cuestiona la defensa que estos han realizado sobre el propio presidente ruso. 

Hay un artículo que Rusia ha respetado íntegro a la propuesta original de los 22 países: “Destaca que todas las personas que huyen del conflicto en Ucrania deben recibir protección sin discriminación, incluso por motivos de identidad racial, nacional y étnica”.

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