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Las averías del PP valenciano ante la carrera final

Alberto Fabra encara un curso político decisivo ante las elecciones autonómicas

Toni Cuquerella

València —

Si el PP valenciano fuera un coche de carreras que empieza la carrera final de la temporada con el objetivo de ganar el campeonato tendría que solucionar muchas averías y problemas por el camino.

El curso político que ha empezado esta semana y que acabará en las elecciones autonómicas y municipales ha comenzado con un golpe en el motor. La principal esperanza del PP para mantenerse en el poder es que se produzca ansida recuperación económica, pero especialmente necesita de una recuperación del empleo, y el primer día de septiembre se supo que agosto fue malo, muy malo, 7.372 desempleados más, la peor cifra de toda España y que supone el 91% del aumento total del paro del estado, con ello se ponía fin a cinco meses consecutivos de descenso.

Además el PP también ha visto estos últimos días diferentes pinchazos en las ruedas, pinchazos muy sensibles y que dan muy mala imagen social. El primero la Educación, este miércoles empezaba el curso 2014-15 con 20.000 alumnos en barracones y a 30º en las aulas, además de la foto de la policía desalojando padres que protestan por la situación de sus hijos en las escuelas.

La sanidad es otro pinchazo en las gomas. La salud pública valenciana es la que peor nota obtiene del total de España, y es la peor por octavo año consecutivo. Pero la atención sanitaria además de ser de mala calidad tampoco llega a todos, y mala imagen es que se haya conocido que se ha denegado la asistencia a más de 700 emigrantes desde el 'decretazo', una de las últimas consecuencias un aborto a una mujer tras ser rechazada en un hospital público.

La financiación es el problema de la gasolina del PP, no hay suficiente. Después del ninguneo a Fabra y a los empresarios del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a quien se le pidió una reunión para julio (todavía no hay noticias del encuentro) el discurso de los 'populares' se nota cada vez más impostado. Las críticas no sólo le llueven de la oposición, sino también de los empresarios, y mientras tanto el PP no para de dar muestras de haber bajado los brazos y que no tiene fuerzas para reivindicar nada a Rajoy.

Los frenos del coche del PP también parecen descontrolados porque el déficit persiste. Y persiste con mala imagen después de saberse que la Generalitat paga, pero paga lo que quiere y a quien quiere, y pagar entradas de fútbol y de los toros no ayudan a mejorar la imagen del partido en el gobierno.

Otro gran problema es el equipo que completa la escudería del PP, parte de esta escudería está manchada por la corrupción, un equipo que aunque en principio es heredado y alguno ya está fuera, todavía se tiene que gestionar. Esta semana uno de los casos que afectan de más cerca a Alberto Fabra se ha vuelto a poner sobre la mesa: el condenado Carlos Fabra ha pedido el indulto al Gobierno. El término “indulto” levanta ampollas en el Palau y se repudia de inmediato, pero Carlos Fabra, va unido a la marca PP. Otro integrante incómodo de más difícil solución, al menos hasta final de temporada, es Alicante; Sonia Castedo pasa por ser actualmente la compañera de equipo que más molesta a Fabra. Otro caso que salpica directamente al President es el de Calatrava y su no-hecho-pero-sí-cobrado Centro de Convenciones precisamente en Castellón, ciudad de la que era alcalde.

Ante tanto problema el PP intenta aprovechar factores externos a la gestión política y provocar el mal tiempo azuzando el anticatalanismo. Retomar el enfrentamiento con la Acadèmia Valenciana de la Llengua amenazándola con dejarla sin presupuesto si no suprime la identificación en su diccionario entre valenciano y catalán es el último capítulo conocido, pero esta lluvia puede beneficiar a otras 'escuderías' de la derecha.

Otra táctica que empieza a perfilar el PP para mantenerse en el poder es cambiar el sistema de puntuación del campeonato, o lo que es lo mismo, cambiar la ley electoral. En esto el PP ya ha apuntado diferentes cambios que casualmente todos le beneficiarían como la reducción del número de diputados y la elección directa 'comarcal'. Ahora la última es la de la elección directa de los alcaldes, que gobierne el más votado simplemente, no importan las mayorías, teoría que Rita Barberá también quiere que se aplique a la Presidencia de la Generalitat.

Y las consecuencias de estos problemas se han vislumbrado ya en dos 'entrenamientos' que ha tenido el PP valenciano: uno los oficiales que fueron las elecciones europeas con su consiguiente descalabro, y otros no oficiales como las encuestas que realiza la Generalitat y que no muestra, conscientes de su negro futuro.

En definitiva los próximos nueve meses van a ser la prueba final a 20 años de gobierno del PP para ver si consigue revalidar su gobierno pese a las malas perspectivas. La cuestión final será si Rajoy no optará por cambiar de piloto a media temporada, cambiando a Fabra por González Pons, para intentar llegar a la victoria o para iniciar una regeneración valenciana.

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