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Sobre este blog

Exdirectora de Gabinete de Economía y Hacienda de Madrid. Autora del libro sobre confluencias municipalistas “La conquista de las ciudades”. Profesora de Historia. Exdiputada autonómica de Esquerra Unida y miembro de la dirección federal de Izquierda Unida.

“Es de los pocos casos de torturas del franquismo que podemos demostrar con tanta fuerza documental”

Miembros de la plataforma valenciana en el acto de presentación de la querella

Esther López Barceló

Valencia —

Esta es la historia de un grupo de militantes comunistas, estudiantes de la universidad de Valencia, que fueron detenidos, entre la madrugada del 23 de abril de 1971 y la mañana del día siguiente, posteriormente, aislados y maltratados durante 18 días por la policía franquista. A pesar de que sus torturadores intentaron que sus hematomas y heridas cicatrizaran para que no quedaran pruebas del delito, estos estudiantes antifranquistas una vez que fueron puestos a disposición judicial se atrevieron a denunciarles. 48 años después están más cerca que nunca de que por fin se haga justicia.

Tal y como adelantaba eldiariocv el pasado martes, el Juzgado de Instrucción número 1 de Valencia, ha admitido a trámite -en un auto fechado el pasado 28 de diciembre- una querella criminal por un delito de torturas cometido en 1971 por diversos policías adscritos a la Brigada Político Social, entre quienes se encuentran, Jacinto López Acosta,  Benjamín Solsona (el conocido como “Billy el Niño valenciano”) y Manuel Ballesteros. Para los querellantes este hecho ha supuesto “un sueño hecho realidad”, dado que es la primera vez que un juzgado del Estado español inicia diligencias previas ante una denuncia por torturas durante el franquismo.

Se trata de una de las querellas individuales, en concreto la firmada por Manuel Tello, que fueron presentadas en diferentes juzgados de instrucción hace apenas unos meses a través de la Plataforma de Apoyo a la Querella Argentina de Valencia. De hecho, Ofelia Vila, una de sus integrantes nos anuncia que “en febrero se presentarán nuevas denuncias contra torturadores franquistas”.

Manuel Tello

“La represión franquista quería deshacer al Partido Comunista y eso es lo que hacían físicamente con nosotros: deshacernos”

“La represión franquista quería deshacer al Partido Comunista y eso es lo que hacían físicamente con nosotros: deshacernos”La Brigada Político Social de Valencia detuvo el 23 de abril de 1971 a más de una decena de personas relacionadas con el Partido Comunista que militaban en el ámbito universitario. En diciembre de 1970 la dictadura había declarado el octavo estado de excepción con el objetivo de reprimir las protestas organizadas contra el célebre Juicio de Burgos.  Durante  seis meses se suspendió el artículo 18 del Fuero de los Españoles, por el que los detenidos debían pasar a las 72 horas a la autoridad judicial o quedar en libertad. Es por ello que la detención e interrogatorio podía prolongarse indefinidamente a voluntad de la policía, con una impunidad absoluta.

Manuel Tello no podía creer, cuando hace unos meses presentó su denuncia ante un juzgado valenciano, que fuera a ser la primera víctima de la represión franquista de todo el estado español a la que un juez admitiera iniciar las diligencias previas de investigación de su caso. Actualmente, es un ya jubilado profesor de matemáticas de la enseñanza pública que padeció las torturas de la policía de Franco cuando contaba con tan sólo 20 años y ejercía como responsable de propaganda del PCE en la Universidad de Valencia.

¿Cómo fue su detención, Manolo?

En ese momento, en la universidad, los comunistas llevábamos entre manos la organización de las movilizaciones para que se conmutaran las penas de los detenidos por el Juicio de Burgos. Estábamos de hecho en estado de excepción por la movilización tan grande que se dio en toda España. El 23 de abril detuvieron a varias personas pero a mí me detuvieron más tarde. Pero claro, yo ya sabía que lo iban a hacer y me busqué un piso franco para esconderme. Al final acabé en casa de mi abuela. De hecho acabamos allí mis compañeras de piso y yo. Llamaron a la puerta a la una de la madrugada y me levanté corriendo para intentar evitar que als detuvieran a ellas también. Recuerdo que estaba leyendo el “Anti-Duhring” de Engels y se lo llevaron también. Que por cierto, no me lo han devuelto (se ríe). Después me llevaron a Comisaría y me metieron en un calabozo. Sería de 1 metro y medio por 3 de largo, con un banco de mármol y una luz perpetua, sin mantas ni nada. Yo llevaba un susto enorme encima, por supuesto. Tenía 20 años. Nada más meterme ahí me dijeron: “mañana vendremos a recogerte para que vayas viendo lo que te va a pasar”. Y así empezaron las palizas.

¿Usted sabía quiénes eran los policías?

En ese momento no, pero una vez que salimos de allí entre todos fuimos recabando información y localizando a la gran mayoría. A Benjamín Solsona le relacioné fácilmente porque entre ellos le llamaban “el galletas” y por entonces existían unas galletas que se llamaban así, “Galletas Solsona”. En mi caso uno de los que más me pegó era uno al que llamaban “El boxeador”, que parece ser que no era ni policía, pero ese te metía cada puñetazo... La represión franquista quería deshacer al Partido Comunista y eso es lo que hacían físicamente con nosotros: deshacernos.

¿Y cuándo le interrogaban qué le preguntaban?

Ellos iban diciéndome cosas y al final me daba cuenta de que sabían más que yo. Estaban convencidos de que al ser el responsable de propaganda sabría donde estaban las multicopistas del Partido. Pero yo no lo sabía porque en clandestinidad no todos compartíamos toda la información. Me pegaron tanto que me quedé mareado y me atendieron en la enfermería. Porque a pesar de todo eramos estudiantes universitarios y dentro de la represión también había clases. Y los estudiantes éramos privilegiados en ese sentido. Porque a pesar de todo lo que nos hicieron, eso no es nada en comparación a lo que les hacían a los obreros del PCE y de CCOO. A los obreros directamente les daban descargas electricas en las muñecas y en los tobillos. Cuando pasamos a la cárcel modelo vimos a presos que no podían ni andar. Qué gente mas perversa podía llegar a eso. El odio a la clase trabajadora del franquismo era terrible y es lo que está volviendo a inocular Vox, el odio.

Y una vez que pasan a disposición judicial y les llevan a la Cárcel Modelo, denunciaron las torturas sufridas en la comisaría, ¿no es así?

Exacto. Denunciamos pero dieron carpetazo. Y después nuestro juicio tardó mucho en llegar. Al llegar en pleno 75 rebajaron mucho las penas que pedían para nosotros para dar una buena imagen del franquismo. Lo paradójico fue que en comisaría nos pegaban para que reconociéramos que éramos miembros del Partido Comunista y cuando nos juzgaron años después, como no les interesaba internacionalmente que había habido presos comunistas, nos acusaron de ser “agitadores” pero que no comunistas. Tuvimos que decir que no lo éramos para que nos absolvieran. En fin, una locura. Porque la impunidad que ha tenido la policía y la justicia franquista en este país es exagerada. Y aún quedan.

¿Cómo se sintió cuándo le dijeron que habían admitido investigar su causa?

En primer lugar, me sentí abrumado ante una reponsabilidad tan grande e incluso he de reconocer que tanta notoriedad me asustó un poco. Pero es una grandísima noticia que abre por primera vez las puertas a investigar a la policia franquista. Eso es muy importante. Hay que querellarse. La gente que ha sufrido las barbaridades del franquismo tiene que animarse a denunciar. Espero que nosotros seamos una llave que abra la puerta por fin a la reparación y a la justicia.

José Gálvez, querellante

“Todavía a veces sueño que me persigue la policía”

“Todavía a veces sueño que me persigue la policía”Otro de los detenidos era un joven de 23 años, estudiante de Económicas en la Universidad de Valencia y militante del PCE llamado Pepe Gálvez. Una de sus funciones en la célula universitaria era la de organizar el “círculo de proselitismo”, un espacio para explicar elementos de la política del partido a quienes estuvieran interesados en formar parte de la organización. Era una especie de taller de formación para el premilitante. Es en esas charlas donde se infiltra un confidente de la policía, llamado Paco Sanchís, quien sería responsable de delatar al propio Pepe y, posteriormente, aún a muchos otros más.

¿Cómo fue su detención?

Fue la madrugada del 23 de abril. Estaba en mi casa, cerca de la avenida del Puerto. Compartía piso con Benito Sanz y Blas Ballester, a quienes detuvieron también a pesar de no ser militantes del PCE. Directamente nos llevaron a la Dirección General de Seguridad en la avenida de Fernando el Católico. Nos pasaron a la fase de interrogatorios inmediatamente y comenzaron a preguntarme sobre la propaganda que habían encontrado en mi piso. Evidentemente les dije que yo no sabía nada. Que no sabía que todo eso estaba ahí. Fue entones cuando empezaron las palizas y la tortura durante todo el día. Había momentos en que paraban pero parecían pausas hechas a propósito porque cuando estás siendo torturado hay un momento en que al superar el umbral del dolor es más fácil resistir... pero si paran para después continuar de nuevo, es muchísimo peor. En esos momentos de pausa llegaban a ofrecerte hasta café con leche como jugando el papel de “poli bueno, poli malo”. Desde entonces no puedo soportar el café con leche. De los golpes además, tenía el estómago negro y no conseguía dormir. No sé cómo explicarlo, cada vez que cerraba los ojos me salía de dentro una opresión física, una sensación de angustia que me oprimía. No he vuelto a sentir nada parecido en mi vida.

¿En qué consistía el maltrato que han denunciado?

Te golpeaban, te daban palizas sin parar. Te envolvían en una “rueda” y te golpeaban entre varios. Luego alternaban con el “pato”: te esposan, te ponen en cuclillas y tienes que andar con las manos en los muslos. Es una postura muy difícil de mantener y hace que te duelan muchísimo los músculos de los brazos y las piernas. A mí se me quedaron las marcas en las muñecas de las esposas.

Así fue durante los dos dos primeros días de continúo. El segundo día me hicieron la “bañera”: consistía en colocarte la cabeza dentro del agua. Y ese fue mi punto débil porque no puedo soportarlo. De pequeño estuve a punto de ahogarme y me crispaba muchísimo. Ante esa situación opté por dar información falsa o repetir la que ya sabían. Pero después redujeron la intensidad del maltrato porque ya no pensaban que pudieran sacar más información.

En total, ¿cuánto tiempo permaneció detenido en esas condiciones?

Estuve 18 días en comisaría. Es cierto que cuando empezaron a detener a más gente bajaron la intensidad de las palizas. Hay un momento además en que comparto celda con José Luís Monzón y Benito Sanz. En esos días a través de los pasillos nos pudimos comunicar y recabar algo de información. Un mínimo de autorganización se dio. Al estar tantos detenidos pudimos ir sabiendo la evolución de la situación. En total éramos unos 12.

¿Cuándo pasan a disposición judicial?

Después de esos 18 días pasamos por el Juzgado de Instrucción en el que nos hicieron prestar declaración. El hecho de coincidir en el furgón con el resto de detenidos hasta allí, nos permitió poder establecer la consigna de que teníamos que denunciar las torturas y negar las declaraciones que nos habían obligado a firmar y fue entonces cuando denunciamos las torturas.

¿Denunciaron las torturas policiales en plena dictadura?

De hecho, los últimos días en los cuales ni me interrogaban, me daban una crema para curar mis hematomas del estómago, para que no se vieran señales cuando llegara al juzgado. Así que yo me la ponía delante de ellos pero después me la quitaba para que siguieran ahí las pruebas. Así que al llegar al juzgado, denunciamos el maltrato que habíamos sufrido. Y el juez tiró adelante el sumario por torturas. Yo creo que ese hombre se jugó la carrera. El proceso se fue derivando de un lado a otro hasta que fue archivado.

¿Y cuándo son ustedes juzgados?

Después de tres meses, el 6 de julio se nos concede la libertad condicional. El juicio se produce años después, en 1975. La mayoría salió libre y quedaron condenas muy leves por asociación ilícita y propaganda ilegal. A mí me condenaron a 6 meses.

¿Volvió a ver a Benjamín Solsona?

Pues claro, te los seguías encontrando a todos por Valencia. Ibas a una manifestación y los veías.

¿Reconocía a sus torturadores?

Es imposible olvidar para un torturado. Sobre todo a Benjamín Solsona que fue un sádico. Disfrutaba mientras te golpeaba y te impactaba la visión de su cara de loco, mirándote a los ojos, disfrutando. Esa imagen aún la tengo muy presente. Después de pasar por aquí estuvo llevando la Jefatura de Policía en Bilbao. Y fue uno de los que firmó durante la Transición un manifiesto titulado “Estamos dolorosamente hartos”, reivindicando el franquismo.

¿Sabe si Solsona sigue vivo? ¿Es su objetivo verle entrar en prisión?

Mi objetivo no es que entre en la cárcel sino que su acción sea conocida socialmente y repudiada. Lo importante para mí es que se reconozca que se han realizado torturas y se condenen sus acciones. Porque no ha habido una condena de la represión del franquismo y eso es un déficit democrático que padecemos. Y sobre si está vivo, al menos, en el momento en que pusimos la denuncia sí lo estaba.

No es la primera vez que denuncian estos hechos. De hecho es la tercera vez que lo hacen: la primera vez en 1971 y la segunda en 2012, ¿no es así?

Efectivamente, siete de los que fuimos detenidos aquel abril del 71 decidimos hace unos años incorporarnos a la Querella Argentina, en este caso, para denunciar a Benjamín Solsona. Una vez que vemos que esta vía no termina de concretarse buscamos una estrategia nueva que es acudir a los juzgados de instrucción de aquí, de España. Y es por ello que hemos llegado hasta aquí. Es una batalla que no se puede dar por perdida porque sería renunciar a un servicio de higiene democrática que esta sociedad necesita.

¿Siguen afectándole estas vivencias de alguna forma?

Bueno, por ejemplo, todavía a veces sueño que me persigue la policía o revivo el miedo de que se pare el ascensor en mi piso por si son ellos que vuelven a por mí. Pero también me queda como un eco de lo que pasó el pensar en aquel juez que tramitó nuestra denuncia de torturas en plena dictadura. Sentir que hubo una persona que cumplió con su ética profesional y seguramente se jugó su carrera...

¿Qué ha sentido al conocer la noticia de la apertura de diligencias previas de la querella?

Pues que se haya movido esta pieza es muy importante. Cuando consigues romper un trozo de una muralla, abres por fin una brecha. Es muy importante además porque puede estimular a más gente a denunciar.  Es fundamental lanzar el mensaje de que hubo una dictadura que duró cuarenta años en la que se eliminaron las libertades y en la que te torturaban por ejercer la libertad de expresión que era el mecanismo a través de cual infundían el miedo. Pero que hubo gente que se enfrentó al miedo. La dictadura no se acabó porque evolucionó el franquismo hasta que murió, sino que antes de que muriera Franco ya se ejercía la libertad gracias a la lucha del movimiento obrero y estudiantil. Nos inyectaron el miedo pero lo vencimos. Y no haber transmitido eso es terrible porque ha condicionado que existan generaciones que desconocen esto y que, por tanto, desconocen la historia de la sociedad en la que viven.  

Juan José López

“La respuesta se organizó enseguida llamando a la movilización, convocando asambleas y haciendo manifestaciones en la universidad reclamando nuestra libertad”

“La respuesta se organizó enseguida llamando a la movilización, convocando asambleas y haciendo manifestaciones en la universidad reclamando nuestra libertad”Juanjo tenía 18 años cuando lo detuvieron. Aún vivía con sus padres y acababa de empezar primer curso de la licenciatura de Económicas en la universidad de Valencia. Pertenecía al aparato de propaganda del PCE y apenas era conocido para la Policía, ya que era un recién llegado del sector de enseñanzas medias, donde había un menor control policial. Su delito consistía en repartir “Mundo Obrero” y ejemplares de “Lluita”, el periódico universitario del PCE.

¿Cómo fue su detención?

La policía vino a buscarme a casa de mis padres, se presentaron a primera hora de la mañana. Yo estaba en mi habitación, apareció mi padre y me dijo: “Juan José estos señores vienen a buscarte”. Yo tenía un póster colgado en la pared de un dibujo del guerrero del antifaz realizado por el “Equipo Crónica” y editado por el partido para recaudar dinero. Cuando lo vieron se dijeron entre ellos: “No hay duda”. Porque de mí no tenían nada, ni fotos e iban a ciegas... pero al ver el póster se dieron cuenta de que no se habían equivocado. Una vez detenidos su plan era aislarnos unos a otros para que no concertáramos las declaraciones porque así podían confundirte para que les confirmaras información a través del engaño. Lo que buscaban era conocer a los dirigentes del comité provincial del PCE. En mi caso se dieron cuenta de que no tenía mucha información. En particular me llevaron a una comisaria muy cerca del Mercado Central. Allí me tuvieron 18 ó 19 días. Me sacaban y me llevaban a interrogarme a la Jefatura de la Policía Nacional en la Gran Vía, donde aún sigue.

¿Cómo le trataron durante su retención?

La policía a mí me trató con corrección mientras estuve en la comisaria si lo comparamos con otros compañeros. Eso sí, me dieron golpes en la cabeza y en los oídos. Tengo pérdida de audición en el oído izquierdo desde entonces. Pero hubo otros compañeros que sufrieron episodios más violentos que yo. Siempre he tenido la sensación de que tuvimos mucha suerte en comparación con otra gente perseguida años atrás. Porque eran los últimos años de la dictadura y el régimen sufría una presión enorme.

A qué se refiere cuando habla de la presión que sufría la dictadura.

Pues me refiero a que nosotros no estábamos solos. Para empezar nuestras familias iban todos los días a Jefatura a reclamar nuestra puesta en libertad, el decano del Colegio de Abogados se presentaba constantemente allí. Había una importante movilización en la calle. No sufrimos nada en comparación con las caídas que sufrieron otros compañeros en los años 50. La policía se vio sobrepasada por la solidaridad con nosotros. Inmediatamente después de nuestra detención el PCE publicó un panfleto para demostrar que no se había desmantelado el aparato de propaganda del Partido. Las multicopistas se sacaron del piso franco que usábamos y nunca fueron intervenidas por la policía. Tuvieron que coger multicopistas de un colegio mayor para poder fingir una pantomima en los periódicos sacandoles fotos y anunciando que habían sido requisadas al PCE. Así que la respuesta se organizó enseguida llamando a la movilización, convocando asambleas y haciendo manifestaciones en la universidad reclamando nuestra libertad.

Y, mientras, ustedes denunciaron las torturas ante el juez.

Una vez que pasamos a la cárcel, nos defendieron nuestros abogados que eran antifranquistas, como por ejemplo, José Antonio Noguera, Leopoldo Torres Boseault, Jaime Miralles, Alberto García Esteve y otros... A través de ellos pusimos la denucia que cayó ante un juez que se jugó su carrera profesional con lo que hizo. Abrió un sumario poniendo de manifiesto nuestras denuncias y llegando a la conclusión de que había que averiguar si era cierto lo que nosotros denunciábamos. Así que reclamó que declarasen los policías a los que habíamos denunciado: Ángel Castellanos, Manuel Ballesteros y Benjamín Solsona. Fue la primera vez en Valencia que fue la policía a declarar a un juzgado por torturas. Estaban alucinados, muy enfadados y decían que, por supuesto, todo era mentira, que los golpes nos lo habíamos hecho los unos a los otros. El juez entonces concluyó que como colisionaban las declaraciones había que hacer un careo. Por lo que fueron nuestros familiares llegaron a carearse con la propia policía. Cuando el juez acabó la instrucción de la causa la derivó a la Audiencia Provincial que intentó quitársela de las manos y la mandó al Tribunal de Orden Público que alegó, a su vez, que “ventilaran el lío” en Valencia, así hasta que la Audiencia tuvo que nombrar un juez especial porque nadie se atrevía a hacer nada pero, al mismo tiempo, se iban sumando declaraciones. Se nombró un juez especial que cierra el caso definitivamente y da carpetazo. El juez ante el que pusimos la denuncia fue un tipo honrado. De hecho, entre las actuaciones que ordenó el juez se encontraba la de pedir un examen forense al hospital y es así como se certificaron las evidencias de maltrato físico.

¿Cómo ha vivido la admisión a trámite de la querella?

Lo he vivido con sopresa y con alegría. El problema que sigue habiendo es que se tiene que pasar página y la única forma es admitiendo lo que ocurrió. En los países de Europa eso fue un ejercicio que se resolvió en los años 50. Allí, no sin dolor, quedó reestablecida la verdad. Eso en este país aún no se ha hecho y es el problema que seguimos padeciendo. En mi opinión, es falso que la transición pasara por encima de todo esto. El problema es que institucionalmente no se han dado los pasos suficientes y es por ello que siguen coleando cosas tan miserables como la ubicación de los restos de Franco. Solo condenando al franquismo se pondrá en valor la lucha antifranquista. Es necesario poner en valor que la democracia no cayó del cielo sino que fue la suma de muchas luchas.

Aradia Ruíz, abogada

“Estamos ante la oportunidad histórica de que jueces y víctimas pierdan el miedo”

“Estamos ante la oportunidad histórica de que jueces y víctimas pierdan el miedo”Una de las abogadas de la cooperativa de “El Rogle” es Aradia Ruíz, quien nos explica que escogieron la opción de presentar querellas individuales, dado que la experiencia precedente de presentación de querellas colectivas para denunciar crímenes del franquismo no habían dado resultado. En todos los casos anteriores se archivan los procedimientos entendiéndose que los delitos han prescrito. Esta es la primera vez en el Estado español en que un juzgado comienza la fase de investigación de un crimen de estas características.

Enhorabuena, es la primera vez que una querella por torturas durante el franquismo es admitida a trámite.

Exactamente, es la primera vez que ha pasado. En total, en España se han puesto 18 querellas en este sentido pero nunca han prosperado. Cualquier procedimiento en relación a crimenes de lesa humanidad nunca ha seguido adelante. Solamente se abrieron diligencias previas durante una semana por el caso de una fosa común del cementerio de Paterna pero después fue archivada por prescripción.

¿Qué supone que se haya iniciado el trámite de diligencias previas?

Supone que se abre la fase de investigación. En un procedimiento penal hay dos fases: la de investigación y la del procedimiento oral. De hecho, el propio juez ha pedido al Archivo de Memoria Historica toda la documentación penitenciaria sobre el querellante para comenzar a estudiar el caso. Porque nos hayamos ante un caso especial. Estas querellas seis querellas en total que hemos presentado son especiales dado que estas personas, una vez que salieron de los 18 días en que sufrieron aislamiento y maltrato físico, denunciaron las torturas. Por tanto, tenemos la prueba de todo el procedimiento que se llevó a cabo en 1971 en el que denunciaron los maltratos aportando incluso partes médicos de la época. Es de los pocos casos de torturas franquistas que podemos demostrar con tanta fuerza documental.

En concreto, ¿cuáles son los hechos que se denuncian en la querella?

En estas querellas denunciamos el padecimiento de 19 días de aislamiento por parte de los detenidos y, sobre todo, las torturas que sufrieron por ser miembros del PCE. La Causa que se les imputaba era por asociación ilícita y propaganda ilegal, por lo que hablamos de presos políticos.  Allí les tuvieron sin comer, sin dormir, a algunos los mojaban y dejaban desnudos, les daban comida podrida, palizas contínuas en las llamadas “ruedas”, a otros les pegaron con barras en el aparato reproductor, uno tiene problemas de audición porque le reventaron el tímpano, etc.

¿Qué espera de este proceso?

Es un primer paso para que por primera vez en la historia de la democracia de este país se investiguen los crímenes de lesa humanidad del franquismo. Por primera vez se podría abrir la puerta a que se vieran reparadas miles de víctimas. Pero es muy triste que nos parezca extraordinario que hayan aceptado una querella como esta, porque debería de ser lo normal. Según el Derecho Internacional y el relator de la ONU, deberíamos estar investigando estos crímenes la Ley de Amnistía es nula según el derecho internacional tal y como está siendo utilizada. Por tanto, espero que siga adelante porque es una oportunidad a nivel social para restaurar los valores de esta democracia. Además puede servir de estímulo para animar a más gente que denuncie. Puede ser la oportunidad para que jueces y víctimas pierdan por el fin el miedo.

Sobre este blog

Exdirectora de Gabinete de Economía y Hacienda de Madrid. Autora del libro sobre confluencias municipalistas “La conquista de las ciudades”. Profesora de Historia. Exdiputada autonómica de Esquerra Unida y miembro de la dirección federal de Izquierda Unida.

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