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El regreso a casa desde Colombia ante la pandemia: “Me echaron de casa por ser española”

Yaiza Martín, antes de su marcha de Colombia por el coronavirus.

Alba Camazón

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“Me echaron de casa de mi amiga en Colombia por ser española, como si fuera un factor de riesgo o motivo suficiente”. Poco le importó a la madre de la amiga de Yaiza Martín, una zamorana de 30 años, que llevara fuera de España desde el 1 de febrero; cuando apenas había un puñado de casos en el país, o que ella viniera de una provincia sin casos.Yaiza pretendía recorrer América Latina durante los próximos ocho meses, pero ha tenido que volver por la pandemia del coronavirus. Ella se quedaba fuera de casa de su amiga y los hoteles “cerraban o no permitían entrar a los extranjeros” “Decían que solo admitían a colombianos”, lamenta esta periodista.

“Yo pensaba que mi sitio seguro era la casa de mi amiga. Nunca había vivido un episodio tan violento y embarazoso... No tenía ningún sentido, yo llevaba un mes y medio en Colombia, no podía estar contagiada”, recuerda Yaiza días después “fatídico” martes 17 de marzo. “Fue como una película de drama. Mi amiga cogió un resfriado, no tenía coronavirus, pero entraron en paranoia total. Entró en pánico y llorando me dijo que me tenía que ir, ni nos pudimos despedir”, recuerda.

El martes 17 de marzo fue una “pesadilla”. A primera hora, fue al consulado a que le recomendaran qué hacer, pero no le solucionaron nada. Cuando volvió a casa de su amiga, su madre la echó. En ese momento, Yaiza compró un vuelo a España para el domingo 22 de marzo. Con los nervios, decidió ir al aeropuerto para intentar cambiar el vuelo y volver antes por si cerraban las fronteras aéreas mientras buscaba dónde quedarse a dormir. “Compré un billete para el día siguiente. Ni me planteé buscar un hotel, los estaban cerrando o prohibían el acceso a extranjeros. En un plan desesperado, llamé a unos conocidos de otros viajes y me dejaron quedarme esa noche en su casa”.

La presión del Gobierno para que los españoles fueran repatriados influyó en las decisiones de Yaiza. “La sensación de que luego no podría volver fue muy angustiosa, porque si esperaba unos días podría ser demasiado tarde y podría quedarme en Colombia hasta que todo pasase”. Por eso se muestra decepcionada con la gestión que ha habido desde los servicios de Exteriores.

En el consulado no atendían presencialmente, y un guardia civil destinado allí les entregó un papel con un número al que nadie respondió. “El guardia civil me dijo: 'Si quieres volver, no hay ningún problema. Pero si quieres quedarte, está bien también, no te va a pasar nada si te quedas, haz como quieras'. Me pareció indignante”, explica Yaiza. Esta joven, además, estaba inscrita en el registro de viajeros, donde apuntó su correo electrónico y su teléfono móvil. “No recibí nada, y el Gobierno sabía que estaba fuera porque me apunté en el registro antes de irme. Ni un mail recibí”, lamenta. “Después de todo eso, me sentí más abandonada todavía. Era ridículo, frustrante, no entiendo por qué no asesoraban a nadie. Al día siguiente estuve hablando con otros españoles que decían lo mismo, que no les hacían ni caso ni nos asesoraban”, reprocha esta periodista.

Yaiza tenía previsto pasar unos días en Colombia y cruzar la frontera hacia Ecuador y Perú. Tenía reservados hoteles y campings en el Eje Cafetero de Colombia, pero la llamaron para decir que cerraban o que restringían el acceso a los extranjeros. “Solo admitían a colombianos”. Varios departamentos (equivalente a las autonomías) cerraban el acceso a los extranjeros e instauraban toques de queda.

En el aeropuerto, el caos aumentaba. Yaiza no ha sido la única que ha sido discriminada por su origen. “unos españoles se quejaban a Iberia, unos franceses me contaron que llamaron a un hotel que les recomendó la Embajada y les colgaron directamente al detectar su origen. También les pasó a los italianos... Fue una ola de racismo injustificado”, rechaza.

Su vuelo se retrasó dos horas que resultaron “angustiosas”, con un ambiente “tenso”. “Una chica estaba haciendo meditación y cantando unos mantras... había una sensación de impaciencia y nerviosismo generalizado. El vuelo estaba lleno de gente que se volvía a casa, con miedo de aterrizar en Madrid”, señala.

Yaiza ya está en Zamora, en cuarentena como el resto de España, y eso le da perspectiva para analizar todo lo que le pasó en Colombia. “Soy una persona bastante tranquila y me costó ver la gravedad del asunto”, reconoce. “Por un lado, mejor que me echara, porque así me precipité para volver. Si no, a lo mejor me hubiera quedado hasta el domingo y no hubiera podido entrar en España”.

Al llegar a casa, Yaiza siguió las recomendaciones de las autoridades sanitarias. “Me quité toda la ropa para lavarla, he tirado las mochilas, desinfectado el móvil, el cargador, me duché... y no salgo ni a sacar a la perra porque he pasado por Madrid, aunque viniera directa en el tren y no tengo síntomas”, explica.

Con los días, Yaiza ve “interesante” analizar cómo cambia la actitud hacia el extranjero en situaciones así, cómo en Colombia un extranjero se convierte en un “apestado” de repente a pesar de que normalmente trata “muy bien” a los extranjeros. “Duele esa xenofobia, pero si lo piensas es interesante, sirve para ponernos en la piel de los demás, que sufren el racismo todos los días”. Ahora lo que toca es cuidarse y quedarse en casa y poco le preocupa ahora el dinero perdido con la cancelación del viaje. “Estoy en proceso de asimilarlo. Duele mucho, pero en una situación tan desesperada tiene que priorizar y es ahora cuando las prioridades cambian”.

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