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Desde el Open Arms: “Una de las mujeres protegió a su hija en Libia a cambio de ser violada cuando sus captores quisieran”

Rabiya duerme junto a sus dos bebés mellizos.

Desalambre

La mar se mantiene en calma en el Mediterráneo Central. La buena meteorología permite, de momento, rebajar la tensión de la espera a las 121 personas rescatadas que continúan a bordo del Open Arms sin puerto donde desembarcar. Una pregunta suena con frecuencia en la cubierta del buque humanitario: “¿A dónde vamos?”. La falta de respuesta suele conllevar una petición: “Libia, no”.

“Tenemos que ser muy cuidadosos al contar lo que está pasando. Hemos hablado con ellos, y les hemos dicho que estamos haciendo todo lo posible para llevarles a puerto. No decimos ningún lugar específico, para no crear ningún tipo de falsa expectativa: puede generar mucha frustración que, a su vez, aumente sus ansiedades”, dice a eldiario.es vía telefónica Anabel Montes, jefa de misión de Open Arms, desde la cabina del buque. Ante la falta de respuesta, la paciencia de quienes preguntan no se agota.

“Es sorprendente como asumen toda la información que le vamos diciendo. Les decimos: hay que tener paciencia y ellos nos responden ”muy bien gracias“, apunta Montes. Es consciente de que la situación puede cambiar. ”Cuanto más tiempo pasa, más aumenta la dificultad y más corta se hace la paciencia“, advierte la jefa de misión.

“Se incrementan la sensibilidad, las ansiedades; el cansancio se acumula...”, describe Montes, quien recuerda algunas de las duras experiencias que cada una de las personas rescatadas guardan en su memoria. “Tienen unos daños psicológicos graves y llevan cuatro días a bordo... A nosotros nos han contado una mínima parte de todo lo que cargan. De momento la situación es estable, pero cuando pasa el tiempo suele aumentar el nerviosismo ansiedades y sus ganas de bajarse”.

Safá y Hayad

Entre esa mínima parte de testimonios recabados por la ONG se encuentra el relato de Safá y Hayad. Son dos de las cinco mujeres que representan a tres generaciones diferentes de una misma familia sudanesa, explica a eldiario.es Francisco Gentico, socorrista y fotógrafo a bordo del buque de rescate. La abuela, sus tres hijas y su nieta. Huyeron a Egipto después de que el marido de Safá resultase gravemente herido en Sudán, explican. Después de someterse a distintas operaciones, el hombre falleció.

La familia decidió entonces intentar alcanzar la Unión Europea. Una vez en Libia, las cinco mujeres permanecieron encerradas en un centro de detención durante nueve meses, describen. Allí fueron golpeadas a palos y maltratadas. Una de las tres hermanas encontró una manera de proteger a sus hermanas y a su hija: sacrificarse por ellas para ser violada cuantas veces quisieran. Mientras la torturas se producían, sus secuestradores llamaban a familiares que permanecieron en Sudán para extorsionarlos. Tuvieron que vender su casa para pagar los 20.000 dinares libios (14.500 dólares) exigidos para financiar su libertad.

Issiada

Issiaga descansa tumbado sobre el suelo del buque. Sus dos pies se encuentran vendados. “Estuvo en varios centros de detención de Libia. Una de las veces que intento huir, le dispararon. Llegó con heridas de balas en los pies”, describe Anabel Montes. Intentó salir de suelo libio hasta en cinco ocasiones antes de lograr ser rescatado por un buque diferente a una patrullera libia. “Les pillaban, les devolvían, sufrían violencia. Los extorsionaban llamando a sus familias, que escuchaban sus gritos de dolor”.

Rabiya, sus mellizos y Angele

Entre los rescatados a los que ningún país abre sus puertos se encuentran Rabiya y sus dos bebés de nueve meses. Son mellizos y pasan las horas de espera junto a su joven madre. Cerca de ellas, pasa las horas Angele.

Huyó de Camerún a causa de un conflicto por las tierra en su región, que terminó con la muerte de su marido, según el testimonio recogido por el fotógrafo. “Ella era la siguiente, y decidió escapar a Libia, donde fue prisionera”, traslada Gentico desde el Open Arms.

“Todas las mujeres portan historias de violencia sexual”, dice la jefa de misión.

España no ofrece su puerto pero no descarta hacerlo

Ni Malta ni Italia han accedido a abrir sus puertos para ellos. Malta ha remitido al Open Arms solicitar permiso a su Estado de bandera, España. Su tripulación, sin embargo, no lo ha hecho por el momento: prefieren esperar a buscar una solución para poder desembarcar en los países seguros más próximos.

“Si lo solicitamos, estaríamos haciéndole el juego a España y Malta. Otra cosa es que uno a uno nos vayan diciendo que no y te acaban forzando a alejarte”, sostiene Montes. Lo que queremos que los Estados europeos hagan lo que deben hacer“.

Por su parte, el ministro de Fomentose se ha negado a ofrecer en este momento los puertos españoles a los 121 rescatados a bordo. “No puede ser que solo España constituya puertos seguros porque eso sería dramático desde el punto de vista del derecho humanitario, de las convenciones internacionales y de la propia Comisión Europea”, ha manifestado José Luis Ábalos, quien ha agregado que el Gobierno español está haciendo “muchísimas misiones de salvamento”.

El titular de Fomento ha matizado que, en caso de no alcanzarse una solución europea, su posición puede cambiar. “No es que no vaya a venir, tendrá que ser lo que tenga que ser”, ha apuntado Ábalos. Sin embargo, desde la Comisión Europea aseguran que, para iniciar el proceso de acuerdo de reubicación, es necesario que algún Estado miembro lo solicite. De momento, han asegurado fuentes de la institución humanitaria a El País, ningún país ha materializado este trámite.

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