Del discurso de odio a la RAE: cómo el acrónimo 'mena' pasó de categoría jurídica a estigmatizar a la infancia
La Real Academia Española (RAE) suele argumentar que su trabajo se limita a recoger en el diccionario de la lengua española —que comparte con el resto de las academias, principalmente de América Latina— los usos de los hablantes. Esa es la razón por la que, según la RAE, decidió incluir este año el término “mena” en el diccionario, transformando en una palabra el acrónimo jurídico que tanto ha utilizado la extrema derecha para criminalizar a la infancia migrante. Sin embargo, especialistas en lenguaje, expertas en migraciones y varias ONG consultadas por elDiario.es han criticado la inclusión de este término al considerar que la extensión de su uso no está lo suficientemente justificado como para aprobar su introducción en el diccionario, por lo que alertan de las posibles razones ideológicas y discriminatorias.
Aunque la inclusión de la palabra “mena” se produjo a principios de este año, los recientes cambios en su definición han vuelto a generar polémica sobre las razones que empujan a la RAE a transformar el acrónimo técnico Menor Extranjero No Acompañado (MENA) en una palabra. Desde el pasado mes de febrero, el diccionario de la lengua recoge, en su cuarta acepción, la definición de ‘mena’ como “inmigrante menor de edad que no cuenta con la atención de ninguna persona que se responsabilice de él”. Esta semana, la Academia ha incorporado en su definición un nuevo elemento: “A veces, en sentido despectivo”.
La decisión ha generado críticas entre las ONG defensoras de la población migrante, como la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes y la Fundación Raíces, que ha criticado que, en su opinión, legítima “un uso estigmatizante”. Por otro lado, profesionales expertas en migraciones e infancia han recordado que el acrónimo (Menor Extranjero No Acompañado), que en un principio se utilizaba en el ámbito jurídico, ha terminado “legitimando la criminalización total” de estos niños y niñas. También entre varias expertas en lenguaje.
Iraide Ibarretxe, catedrática en el área de Lingüística general de la Universidad de Zaragoza e investigadora en el campo del lenguaje y la cognición, explica que, aunque convertir el acrónimo en una palabra puede parecer más “útil” porque es más rápido que decir “menor no acompañado”, hacerlo esconde un problema: ‘mena’ elimina el hecho de que se trata de un menor. Desde un punto de vista psicolingüístico, cuando hablamos de menores no acompañados estamos centrando el relato en menores, niños y niñas o adolescentes, mientras que el acrónimo desplaza ese foco, analiza. “La primera eme deja de ser la característica principal: categorizas a una persona individual —un menor con muchísimas circunstancias—, la incluyes en un grupo y ya no se tiene en cuenta lo que le ocurre a cada uno de esos menores”, sostiene. Así, lo que antes describía una situación concreta pasa a funcionar como una etiqueta. “Esa es la parte deshumanizante y cosificadora”, sostiene.
Los criterios
Las expertas en lenguaje consultadas por elDiario.es, además, se preguntan por las razones que han empujado a la RAE a introducir esta palabra en el diccionario. Para incorporarla, la extensión del uso debe estar demostrado, y no siempre es suficiente con que solo se utilice en España. “Es importante saber qué criterios se usan a la hora de elegir las palabras que se introducen”, afirma María del Carmen Méndez Santos, doctora en Lengua española por la Universidad de Vigo y experta en creación léxica, neologismos y morfología. En cuanto al término ‘mena’, la lingüista sostiene que desconoce “cuál es el criterio de extensión” utilizado para incluirla como palabra. “No sé hasta qué punto creerme que el criterio es el de la frecuencia. El término violencia de género, que está muy extendida en el uso, no está”, cuestiona Méndez Santos.
Por otro lado, recuerda que es una palabra que se emplea, sobre todo, en España, cuando el diccionario de la lengua española cuenta con la participación de las Academias de América Latina. “La RAE tiene una sobrerrepresentación del vocabulario del español”, aclara la experta. Y esto es importante desde un punto de vista científico del lenguaje porque, según Méndez Santos, la palabra ‘mena’ se utiliza sobre todo en España, no así en el resto de los territorios hispanohablantes. Si el criterio es puramente técnico y científico, añade, habría que conocer la extensión que tiene la palabra en su uso para introducirla en el DLE.
El diccionario panhispánico del español, por ejemplo, incluye el término jurídico ‘menor no acompañado’ -y no ‘mena’- con una definición que, a juicio de la lingüista, es más ajustado: “Nacional de un tercer país o apátrida menor de 18 años que llega al territorio de los Estados miembros sin ir acompañado de un adulto responsable de él, ya sea legalmente o con arreglo a la costumbre, mientras tal adulto responsable no se haya hecho cargo efectivamente del menor”.
Las expertas también critican la inclusión de la aclaración: “A veces, en sentido despectivo”. “¿Cómo han medido el que ‘a veces’ sea en sentido despectivo?”, se pregunta. La experta cree que la palabra ‘mena’ invisibiliza el hecho de que “estamos hablando de niños y niñas”. Así, insiste en que hay otras muchas palabras muy usadas socialmente y que, sin embargo, no están incluidas. “Nada es neutro en la vida: elegir una palabra, y cómo se define, es una decisión que se toma con base en unos criterios que podemos discutir técnicamente, pero también ideológica y socialmente”, apunta.
“Tendríamos que saber en qué contextos del uso cotidiano no se utiliza la palabra ‘mena’ de manera despectiva”, explica a este diario Iraide Ibarretxe, catedrática en el área de Lingüística general de la Universidad de Zaragoza e investigadora en el campo del lenguaje y la cognición. La experta recuerda que el acrónimo, cuando se utiliza en el ámbito administrativo, no tiene una connotación estigmatizadora. “En el uso cotidiano sí es despectivo”, afirma. Y coincide con Méndez Santos. “Solo se utiliza en el español europeo, no en otras variedades del español”.
Ibarretxe profundiza en el hecho de que, si la palabra ‘mena’ solo se utiliza “a veces” de forma despectiva, habría que probarlo científicamente a través de un estudio profundo. Es decir, cuándo aparece la palabra en contextos no administrativos. “Habría que hacer un estudio psicolingüístico para comprobar, a través de un grupo representativo de personas, si la utilización de la palabra tiene esas connotaciones negativas o no”, argumenta.
Expertas sociales rechazan el término
Otras profesionales consultadas han lamentado también la inclusión de ‘mena’ en el diccionario de la lengua. En un comunicado —firmado por Mercedes Jiménez, antropóloga experta en infancia migrante y Lourdes Reyzábal, psicóloga experta en infancia y adolescencia—, la Fundación Raíces recuerda que el término “MENA” surgió como acrónimo de una categorización jurídica de personas que ya, en el origen del mismo, respondía “al diseño de políticas discriminatorias”.
“Ser niño o niña que llega sin protección familiar a España, nunca debió ser motivo de nueva categoría distinta a la de todos los niños y niñas que se encuentran en situación de desamparo”, puntualizan y añaden que haberlo hecho ha supuesto, como consecuencia, que “se les ofrezca un trato distinto”. En su opinión, su uso ha ido “deshumanizando” a esta infancia “para convertirla en una supuesta amenaza para la sociedad”.
Las expertas en el ámbito de la infancia migrante apuntan a que el término “MENA” en la RAE, así como el uso que la sociedad ha hecho de él, constituye la punta del iceberg que responde a un sistema que discrimina a estos niños y niñas. “No existen en la RAE otros ejemplos iguales. Incluir este acrónimo como sustantivo es consagrar el discurso de odio y la estrategia de deshumanización que hay detrás”, aseguran en un texto elaborado por ambas expertas.
El origen jurídico
Patricia Fernández Vicens es abogada especializada en infancia y migraciones. En su análisis a este diario, añade una capa más al contexto aportado por Jiménez y Reyzábal. Ella sitúa el origen del acrónimo en el ámbito del reglamento de extranjería de 2011. “Es cuando se incluye el concepto de menor extranjero no acompañado”, puntualiza. Ese acrónimo fue utilizado en el ámbito jurídico de las leyes y normas. Así, explica que, por ejemplo, hablamos de la “LOPIVI” para referirnos a la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia. “Se trata de un uso restringido que ni siquiera se vuelca en textos jurídicos”, aclara.
En el caso del término ‘mena’, Fernández asegura que se extiende “indebidamente” para designar “sin base alguna” a los niños y niñas extranjeros. “Muchas veces se utiliza con independencia de que fueran migrantes o no. Hay menores nacidos en España a los que a veces se designa con esta etiqueta pese a que están acompañados”, lamenta. La abogada cree que en la medida que hablamos de ‘menas’ y no de niños y niñas, convertimos el adjetivo (que son extranjeros y que están solos) en sustantivo, invisibilizando la infancia. Así, lamenta, es “muy fácil negarles la protección que les corresponde”.
La posición de la RAE
elDiario.es se ha puesto en contacto con la RAE para pedir una entrevista con algún académico o académica, o en su lugar una valoración por escrito, sobre la decisión de la institución. En su respuesta, fuentes de la RAE indican que la entrada mena⁴ ya figuraba en el Diccionario de la lengua española (DLE). “No se ha incorporado en su versión 23.8.1 que fue dada a conocer el pasado lunes 15 de diciembre”, indican.
Así, la Academia explica que la novedad que se ha presentado en la versión de este año trata de una enmienda de acepción, ya que en el pasado mes de febrero la RAE acordó modificar la entrada mena⁴ del Diccionario. Esta decisión, aseguran, fue ratificada por las Academias de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). La modificación ha consistido en añadir, afirman, “una marca que expresa que el término se utiliza en ocasiones con carácter despectivo”.
Finalmente, argumentan que el diccionario “recoge usos lingüísticos”. “Para que una palabra entre en el Diccionario, primero debe comprobarse que se trata de un uso suficientemente documentado”, valoran. A partir de ahí, detallan, pasa a ser estudiado por el Instituto de Lexicografía y, a continuación, por las comisiones académicas de la RAE y por las Academias de la ASALE. “Si la palabra es validada por todas esas instancias, se incluye finalmente en el Diccionario”, explican.
Se usa para “criminalizar” a la infancia
Fernández Vicens recuerda que vivimos en un contexto social en el que están aumentando muchísimo “los discursos del odio”. “Hace ya unos cuantos años que se está utilizando políticamente desde la extrema derecha, sobre todo, para deshumanizar a los menores”. En este sentido, argumenta que ninguna institución, sea pública o privada, “puede ser ajena al discurso democrático”.
“Esta palabra se está utilizando por parte de la extrema derecha para criminalizar a un sector de la población y vincularlo con la delincuencia”, coincide Ahmed Khalifa, presidente de la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes. En conversaciones con este diario, Khalifa explica que el lenguaje “no es neutro”, que las palabras sirven para describir realidades, y que en este caso, se utiliza una palabra para “señalar a los niños y niñas como enemigos”. Y, además, para instalar un determinado imaginario social: normalmente, indica, la palabra se refiere a un menor, de origen árabe, a quien pretenden despojar de su condición humana.
En su opinión, ahora la RAE ha dado el “carpetazo” final para socializar su uso. “La RAE debe, por lo menos, dejar de forma muy clara que es una palabra peyorativa y estigmatizante”, afirma Khalifa. Por estos motivos, Khalifa pide a la RAE que “reconsidere” esta decisión, incorpore una revisión crítica del término y abra un diálogo con profesionales del ámbito de la investigación, las migraciones, las ciencias sociales, y los derechos de la infancia.
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