La igualdad también es cosa de hombres
Todos los días observamos y tomamos parte de una forma u otra de situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres. Vivimos en una sociedad en la que los roles de género aparecen claramente diferenciados y se aprenden desde la infancia. Por ello se convierten en algo casi incuestionable. A la mujer le toca ser sensible, comprensiva, cuidadosa y más organizada en las tareas del hogar. El hombre se asocia con la fuerza, la resistencia y la protección. Esto provoca consecuencias desastrosas para la vida de las mujeres; de ellas, la más devastadora es la violencia de género. Aniquilar esta mentalidad es el objetivo de los grupos feministas, esencialmente constituidos por mujeres. Sin embargo, son muchos los hombres que comienzan a sumarse a la lucha, para lo que se empeñan en construir una masculinidad libre de violencia y sentimientos de superioridad.
Muchos forman grupos de reflexión en los que se oponen al paradigma dominante de masculinidad. Buscan nuevas formas de constituirse como hombres y proponen, desde el conocimiento de uno mismo, una convivencia renovada con las mujeres, desprovista de la tradicional relación de poder a la que se han acostumbrado y en la que, la mayoría, han sido educados. En España estos grupos de reflexión comenzaron a funcionar en los años 80 y no han parado de aumentar.
Los hombres que participan en ellos cuestionan la concepción de virilidad dominante y pretenden acabar con esa simbólica armadura que suelen llevar puesta para ocultar su fragilidad. Consideran que la sociedad ejerce una presión invisible, de forma que cualquier hombre que escapa de los esquemas mentales de masculinidad, es frecuentemente percibido como débil, menos hombre, o a menudo, homosexual. Sin embargo, afirman que no es una cuestión de identidades sexuales, sino de potenciar un cambio que pase por el desarrollo de la libertad y la igualdad.
Con este mismo espíritu trabajan varias organizaciones que luchan por acabar con la violencia y otras formas de discriminación hacia las mujeres. Estos grupos entienden que los hombres son parte esencial del proceso. No es algo fácil de conseguir, pues la sociedad patriarcal se ha enquistado en las estructuras sociales que nos gobiernan y, como consecuencia, en nuestro esquema psicológico y nuestro día a día. Al encontrarse los hombres en una posición más favorecida y de mayor comodidad, se hace todavía más complicado que se impliquen en el cambio.
Sin embargo, algunas organizaciones sí lo han conseguido. CEPREV es el Centro para la Prevención de la Violencia, ubicado en Nicaragua, al que apoyamos desde la ONGD InspirAction, que se dedica a coordinar proyectos de prevención y capacitación en toda Centroamérica, así como de asistencia a víctimas. Para conseguir su objetivo de acabar con la violencia de género, desarrolla un modelo basado en un enfoque integral de la misma, abordando sus causas y consecuencias, así como la complejidad que la rodea.
El énfasis de su actuación lo pone en la transformación de las relaciones de género y en la construcción de masculinidades desligadas de la violencia. Para ello, y entre otras cosas, imparten talleres, elaboran materiales didácticos y llevan a cabo investigaciones y conferencias en escuelas, universidades e instituciones. Su labor se centra también en sensibilizar a diferentes colectivos.
La revolución del hombre está todavía pendiente. Organizaciones y grupos de reflexión han abierto el camino, a pesar de la dificultad que implica “decepcionar” a una sociedad que espera virilidad y hombría. Son hombres contra el machismo y la sociedad patriarcal, que han interiorizado que la igualdad también es cosa suya.