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Sobre este blog

Un blog de Juventud Sin Futuro pensado por y para los jóvenes que viven entre paro, exilio y precariedad. Si quieres mandarnos tu testimonio, escríbenos a nonosvamosnosechan@gmail.com.

También desde las canchas

Campeonato de Streetball 3x3 en la jornada de ocio de JSF, el pasado julio en el Campo de la Cebada.

Francisco Verdes-Montenegro

Aunque no suelen mezclarse y hay numerosos partidarios de mantener ambas esferas separadas, al menos en público, el deporte y la política se tocan mucho más de lo que parece a simple vista. Más allá de la asociación de determinados deportes o ciertos equipos a determinadas ideologías, en los últimos días distintos medios se han hecho eco de noticias en las que la política ha entrado a poner límites en algunas prácticas reprobables que se dan en el fútbol, como sancionar al club que en su estadio se escuchan cánticos machistas y en los que se hace apología de la violencia de género, o suspender un campeonato de liga por los altercados violentos que se vienen registrando recurrentemente entre las aficiones. Esta injerencia de la política en el deporte no es bien vista por muchos que prefieren quitarle peso a lo sucedido o atribuirle la responsabilidad a una minoría que no es representativa del conjunto de aficionados que asisten al estadio. 

El deporte, o el fútbol en nuestro país, representa para algunos el opio del pueblo con el que se distrae a la ciudadanía mientras los políticos recortan derechos y libertades. Para otros es cada vez más un negocio en el que se desvirtúa el propio deporte a costa de los beneficios de las televisiones y las multinacionales. Otros muchos creen que es simplemente una actividad de desconexión y esparcimiento. Y también hay gente que no le ve ningún atractivo ni les suscita el mínimo interés. Sin duda, es un ámbito de lo social con muchas caras pero lo que no se puede negar es que, independientemente de la modalidad en cuestión, es una práctica saludable con la que se socializa y se interactúa con el entorno. 

Hace no tantos años, antes de que el fenómeno Podemos la diera a conocer a través de su profesorado, en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense un grupo de estudiantes teníamos como eslogan en unas elecciones a órganos universitarios que suscitaban poco interés y bastantes recelos: “porque si no hacemos política, nos la hacen”. En este sentido, se puede extrapolar la misma idea al deporte, ya que como actividad social que implica a millones de personas día a día en todo el mundo a través de una larga lista de prácticas (fútbol, baloncesto, rugby, etc.) no queda al margen de las lógicas de poder y los intereses, y si uno no es consciente de la política que hay detrás, al final el deporte te lo terminan haciendo. La regulación de los derechos de televisión en el mundo del fútbol, el propio reparto de los ingresos entre los diferentes equipos, o la distribución del gasto público por parte del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a las distintas federaciones deportivas o ese mismo gasto realizado por las concejalías respectivas en los municipios de este país, son solo algunos ejemplos de cómo a través de la regulación política se condiciona y da forma al panorama deportivo español, influyendo sin ir más lejos en el número de practicantes o las condiciones en las que se desarrollan estas actividades.

Si tomamos como ejemplo el caso de Madrid, lugar que durante años ha sido el cortijo del Partido Popular tanto en la Comunidad como en el ayuntamiento, las políticas de privatización de los servicios públicos y la mercantilización de todas las esferas de la sociedad ha afectado también al ocio y al deporte. Frente a problemáticas como la falta de inversión en infraestructuras públicas que afectan al estado de las canchas o los terrenos de juego públicos, la privatización de muchos de ellos o el encarecimiento de la propia práctica deportiva a través de la elevación de las tarifas, están surgiendo cada vez más experiencias como la Liga Cooperativa de baloncesto o Territorio Streetball, que pretenden subvertir estas lógicas mercantilizadoras asociadas al deporte, al mismo tiempo que se promueve y defiende el espacio público. La Liga Cooperativa de baloncesto lleva ya tres años funcionando y cada vez hay más equipos participando y disfrutando de un torneo gratuito que promueve una práctica colaborativa y activa de los jugadores. Por su parte, Territorio Streetball es un proyecto promovido por una serie de colectivos como Centro Social SecoMobb28 y Asociación de Vecinos Los Pinos, que trabajan en el barrio de Retiro y que pretende visibilizar la falta de inversión en las canchas del barrio. 

Desde Juventud Sin Futuro llevamos meses trabajando en la campaña #MadridNoEsCiudadparaJóvenes para visibilizar las carencias a nivel laboral, en vivienda, transporte, servicios públicos, ocio y deporte, al mismo tiempo que planteamos alternativas participativas. Sabemos que no todo es política pero preferimos hacerla a que nos la hagan, y por eso en el caso del deporte, nos convence más un deporte accesible para todos y todas, con instalaciones públicas en condiciones para su uso, y en el que se promuevan valores como el respeto, la convivencia vecinal o la integración interracial, intergénero e intergeneracional. Porque ya dijimos que luchamos desde todas partes, también lo hacemos desde las canchas, pistas, campos y terrenos de juego. ¿Te animas?

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