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La socialdemocracia alemana se plantea incluir cuotas de líderes de la zona Este para igualar un país reunificado hace 29 años

Una muestra traza la historia del muro de Berlín en un tramo original aún en pie

Aldo Mas

Cada 9 de noviembre, Alemania celebra la caída del muro de Berlín. Aquello fue el principio de la reunificación alemana. Este viernes se cumplían 29 años de la histórica noche en la que berlineses del Este y del Oeste festejaban la caída de la frontera.

Económicamente, sin embargo, sigue habiendo un muro. Porque los años de división entre lo que fue la República Federal de Alemania (RFA) y la extinta República Democrática de Alemania (RDA) sigue marcando la vida de los alemanes. Los alemanes que viven actualmente en lo que fue la RDA cuentan con peores condiciones económicas respecto a los de sus compatriotas del Oeste.

En la parte de Alemania que fue comunista, la economía crece menos, un 1,4% en 2017. Ese año la economía de la parte occidental se expandió un 2,3%. También se cobra menos. De media, los alemanes del este cobran al mes unos 2.600 euros, montante que está por debajo de los 3.339 euros de media del Oeste germano. Las jubilaciones también son más bajas y, según las cuentas que manejan en el Gobierno, hasta el 2025 no se van a equiparar.

Otro de los segmentos del persistente muro económico que aún separa a alemanes orientales y occidentales se observa en el porcentaje de personas del Este que ocupan puestos laborales de gran personalidad. Sólo un 1,7% de ciudadanos oriundos de lo que fue la RDA ocupa actualmente este tipo de cargos.

Contra esta estadística tiene una solución Frauke Hildebrandt, profesora de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Potsdam e integrante del grupo de trabajo sobre política educativa del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). A saber, instaurar una cuota de alemanes del Este en puestos de responsabilidad de la administración que establezca que uno de cada seis cargos de directivos sean personas originarias de la antigua RDA.

Una “Ossi-Quote”, con ese término se conoce aquí la idea, no es nueva. Pertenece a esos recurrentes debates que se plantea la sociedad alemana, especialmente en fechas conmemorativas como las de estos días. Lo relevante ahora es la defensa de la medida que ha hecho en el debate público Frauke Hildebrandt, toda una hija de un icono socialdemócrata como era Regine Hildebrandt. Su madre fue de las cabezas visibles de la revolución pacífica vivida en el Este alemán que terminó con la caída del muro.

“Las desventajas estructurales deben ser confrontadas estructuralmente. Por eso pedimos la introducción de una cuota de alemanes del Este del 17% en puestos de dirección a nivel federal, regional y local”, escribía a finales del pasado mes la propia Frauke Hildebrandt en un artículo de opinión publicado en el diario berlinés Der Tagesspiegel.

La propuesta surge de una necesidad real de representar a los alemanes del Este alemán, que componen un 17% de la población. Se acumulan los estudios que dan cuenta de lo infrarrepresentada que está esta parte de la población germana en las posiciones de liderazgo. Jochen Franzke, politólogo y profesor de políticas públicas de la Universidad de Postdam, conoce esos informes. “No tenemos en el Ejército ningún general del Este alemán, apenas hay jueces del Este alemán en los grandes tribunales alemanes y, en las grandes empresas, no hay nadie, salvo contadas excepciones, ocupando la presidencia de un gran consorcio alemán que tenga orígenes en el Este de Alemania”, dice Franzke a eldiario.es.

En su opinión, Hildebrandt no se equivoca en su análisis. El problema, para él y para muchos en el Este y en el Oeste de Alemania, está en la idea de instaurar cuotas sobre una región con la que se puede identificar cualquiera en Alemania, pasadas ya tres décadas de la caída del muro de Berlín.

Diferente a la cuota de mujeres en la alta dirección

“Me parece poco realista, no creo que se pueda implementar políticamente, porque ¿Quién es el alemán del Este?”, se interroga Franzke sobre la propuesta. “¿Es un alemán del este el que nació en tiempos de la Alemania comunista?¿O la gente que lo hizo después? La definición es ya algo complicado”, abunda.

A su entender la cuota de las mujeres en cargos de dirección de empresas es una medida más sencilla de aplicar. En Alemania entró en vigor hace algo más de dos años una normativa que establece cuotas del 30% de mujeres en los consejos de administración de grandes empresas. Hoy, los estudios señalan que esa ley está funcionando en los ámbitos entre las compañías sometidas a controles.

“La medida está surtiendo efecto”, se lee en informes recientes del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW). Sin embargo, para las grandes empresas, a la hora de reclutar, “venir del Este de Alemania o del Oeste no juega ningún papel”, dice a eldiario.es Oliver Stettes, investigador del Instituto de la Economía de Alemania, think tank con sede en Colonia.

Ahora bien, la existencia de una identidad diferente propia a los alemanes del este está fuera de toda duda. Franzke, el profesor universitario de Postdam —una de las capitales importantes del Este alemán—, señala que está “más arraigada entre los alemanes del Este la esperanza de que el Estado pueda resolver sus problemas”. En Leipzig, otra de las ciudades importantes del Este germano, Benedikt, un joven estudiante de Economía, plantea otro tipo de elementos más típicos de esa identidad.

“La identidad del alemán del Este es algo muy fuerte, se reconoce por su carácter más desprendido, más abierto y cálido. No se puede generalizar, pero esos son los estereotipos que existen”, dice este representante estudiantil de la Facultad de Economía de la Universidad de Leipzig. El padre de Benedikt es originario del Oeste alemán. Su madre, es del Este.

Para este joven de 20 años, lo importante a la hora de ocupar un puesto de directivo, ya sea en la administración pública o en el mundo de la empresa, es la “cualificación de la persona”, aunque no olvida “que es importante también tomar medidas para igualar el nivel de vida entre el Este y el Oeste”. Coincide Benedikt con lo que apunta Franzke desde Postdam, incluso en rechazar la idea de las cuotas.

Sustitución de élites durante la reunificación

El profesor de Potsdam y el estudiante de Leipzig coinciden a sabiendas de que, tras la caída del muro de Berlín, hubo una “sustitución de élites”, en la que, de facto, los alemanes del Oeste pasaron a ocupar los puestos de responsabilidad que había por ocupar en el Este. Ahí radica la escasa participación de los alemanes de lo que otrora fue la RDA en los cargos de responsabilidad actuales.

Aquello fue un proceso “normal”, según Franzke, porque esos responsables del Oeste estaban en mejores condiciones para enganchar la Alemania del Este a la administración de la RFA. Ésta última, grosso modo, se amplió hacia el Este con la reunificación. “Lo problemático de ese proceso es que cada persona trajo una red de colaboradores con los que trabajar, a los que había formado o con los que había cooperado antes, y, después, se quedaron haciendo difícil la entrada de personas procedentes del Este en ese círculo”, plantea el profesor de Postdam.

Según sus cuentas, todavía hoy, entre los responsables de la administración regional de los Länder del Este hay más de un 80% de personas que no son del Este. “Ahí hay un problema”, plantea Franzke. Para resolverlo, se habla ahora de las cuotas de Frauke Hildebrandt, pero otros señalan que sería más eficaz atajar la problemática de raíz.

“Más que hablar de cuotas, hay que hacer para igualar la relación del Este con el Oeste, por ejemplo, resolviendo la cuestión de unas jubilaciones que siguen siendo más bajas en el Este que en el Oeste, o hacer algo ante la escasa presencia de instituciones oficiales de la República en el Este”, sostiene el profesor de Potsdam. “Estas instituciones generan mucho empleo allí donde están ubicadas”, plantea.

El paro, actualmente en su mínimo histórico desde la reunificación, también es más alto en el Este alemán (6,4%) que en el Oeste (4,5%).

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