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Y después del contenedor, ¿qué? ¿Adónde va lo que tiramos al cubo amarillo?

Camión de reciclaje. / Foto: Ecoembes

Paola Amigo

“Yo no reciclo porque después lo juntan todo”. Probablemente, hayas escuchado a algún amigo o familiar pronunciar esta esta frase en alguna ocasión. La creencia de que no merece la pena separar los residuos en casa porque luego en el camión de la basura se mezcla todo no está muy extendida entre los españoles, pero una tímida minoría todavía esgrime este argumento para no reciclar. ¿Tienen razón? 

Lo cierto es que los distintos tipos de residuos no ‘se juntan’. Al contrario, son tratados de forma diferente en función del material que los componen. Así, el papel y el cartón depositados en el contenedor azul van directamente a los recuperadores y recicladores.

Los envases de plástico, los envases metálicos y los briks, por su parte, requieren un proceso algo más complejo. Todos ellos deben ser tirados al cubo amarillo, pero en él encontramos materiales de naturaleza muy distinta, por lo que es necesario que primero pasen por una planta de selección de envases antes de ser recuperados en los recicladores.

Las plantas de selección como piedra angular

Envases de yogurt, tapones de corcho, latas de conservas, briks de leche y corcho blanco de embalajes se pueden juntar en el contenedor amarillo. Aunque entre ellos haya un popurrí de materiales de lo más variopinto todos entran en el mismo saco. Ante tal heterogeneidad, el reciclaje de cada uno de ellos no sería posible si no fuera por las plantas de selección, donde los envases se separan por tipos para poder reciclarlos de manera independiente.

Para entendernos, entre los envases del contenedor amarillo podemos distinguir tres grandes grupos:

  • Metales (acero y aluminio).
  • Plásticos, divididos entre PET (polietileno tereftalato), PEAD (polietileno de alta densidad), film y plástico mezcla.
  • Briks.

Para separarlos, en España encontramos 95 plantas de selección de envases, de las que 62 de ellas son automáticas y están equipadas con la última tecnología.

Todos estos materiales entran juntos en cada planta de selección y saldrán de ellas por separado, pero tras este proceso hay un trabajo muchas veces desconocido. Una vez todos mezclados en una cinta transportadora primero se lleva a cabo una primera inspección manual en la que se retira todo aquello que no es envase, seguidamente una máquina los clasifica por peso, forma y tamaño, un aspirador aparta las bolsas de plástico y un gran imán selecciona los envases de acero.

Un sistema automatizado de separadores ópticos agrupa PET, PEAD y briks cada uno por su lado, para después y por último recurrir a un sistema de repulsión para apartar las latas de aluminio.

Con los materiales ya almacenados cada uno en su correspondiente silo, solo queda prensarlos para crear balas compactas listas para ser transportadas a las diferentes empresas de reciclaje. Una vez allí, se convertirán en materia prima para crear nuevos productos y todo el proceso volverá a empezar.

¿Qué debo tirar al contenedor amarillo y qué no?

La primera responsabilidad para que comience el ciclo del reciclaje recae en cada uno de nosotros y en nuestras manos está que los envases que desechamos puedan tener una nueva vida. Para facilitar el tratamiento de los mismos es importante tener claro qué va en el contenedor amarillo y qué no, pues todo aquello que no pertenezca a este contenedor entorpece y dificulta el proceso de selección posterior.

Así, por ejemplo, debemos tener en cuenta que los envases que van al contenedor amarillo son siempre de plástico, latas y briks, lo que no significa que se pueda desechar en él todo tipo de plásticos. Los juguetes, los tuppers, los cepillos de dientes, los cubos, las cajas de CD y DVD o los bolígrafos, aunque sean de plástico, no son envases, por lo que no deben tirarse al contenedor amarillo. Así como los tarros de barro o los vasos y las tarrinas de papel tampoco lo son.

Muy importante es tener en cuenta también que las cápsulas de café, hechas de aluminio, deben ser desechadas en el contenedor gris o en puntos de recogida específicos, pero nunca en los contenedores amarillos como si fueran un envase, porque no lo son.

1.399.582 toneladas de envases reciclados

Gracias al ciclo del reciclaje se consigue reutilizar los materiales, de manera que se reducen los vertederos, se disminuyen las emisiones de CO2, se ahorra agua y energía, se favorece la salud del planeta y además se crea empleo verde.

Para que todo esto sea posible en España los ciudadanos tienen a su disposición 378.272 contenedores amarillos y 212.852 contenedores azules. En 2017 se consiguieron reciclar 1.399.582 toneladas de envases domésticos, –según Ecoembes, la organización medioambiental que coordina el reciclaje de estos residuos–, superando en un 3,5% las cifras del año anterior. Gracias al proceso de separación que realizamos en casa, a los contenedores amarillos y azules, a las plantas de selección y a las empresas recicladoras se consiguió recuperar el 69,7% de los envases de plástico, el 86,9% de los envases de metal y el 81,1% de los envases de papel y cartón. Situando así a España por encima de los objetivos que marca la UE para este tipo de residuos.

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