Auge y caída de la glorificación del sueño escaso: “Dormir nunca es una pérdida de tiempo”

El sueño ya no se desprestigia, ahora se cuida.

Juanjo Villalba

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“Dormir siempre me ha parecido una pérdida de tiempo”, declaraba este verano la escritora Danielle Steele en una entrevista en El País. La famosa autora de best sellers románticos, presumía de que, gracias a dormir solo cuatro horas al día, había podido criar a nada menos que nueve hijos, tener cinco maridos y además escribir casi 200 novelas.

Aunque es posible que a muchas personas estas declaraciones les dejarán completamente horrorizadas, la escritora neoyorquina no está precisamente sola en este desprecio por las horas de descanso. Donald Trump presume de que solo duerme unas tres o cuatro horas al día. Richard Branson, el millonario fundador de Virgin, tira con cinco horas en la cama. Margaret Thatcher lo hacía con cuatro, las mismas que la ex canciller alemana Angela Merkel.

A pesar de lo que podría parecer por los ejemplos anteriores, el descanso reducido no solo es religión de aquellos que profesan el pensamiento único. También se alinean con esta idea tendencias recientes surgidas en el ecosistema de las redes sociales como la de la that girl (esa chica), un retrato aspiracional de la mujer joven y exitosa que llega a todo planificando al milímetro sus rutinas en pos de una vida optimizada e hiperproductiva. Para ello, claro, madruga: internet está plagado de vídeos y artículos que sugieren que para llegar a serlo hay que levantarse, como tarde, entre las cinco y las seis de la mañana.

La culpa de todo la tiene la bombilla

Esta reacción antisueño no es precisamente un invento moderno. El desprestigio del buen dormir tiene ya una larga tradición que se remontaría a la Revolución Industrial. Eso cuenta Javier Albares, médico especialista en Neurofisiología Clínica, miembro de la Sociedad Española del Sueño (SES) y fundador y director de la Medicina del Sueño Doctor Albares, que acaba de publicar La ciencia del buen dormir (Península, 2023), una guía para comprender por qué necesitamos dormir, cómo podemos optimizar nuestro descanso, cómo detectar los trastornos del sueño que puedan necesitar atención médica y, en definitiva, cómo dormir más y mejor.

“El desprestigio del sueño surgió sobre todo tras el descubrimiento de la luz eléctrica, la cual permitió iluminar la noche”, dice el médico a elDiario.es. Hasta entonces, la actividad humana se había visto regida por la luz natural y el leve resplandor de las velas y los candiles. La llegada de la luz eléctrica nos permitió hacer más cosas y hasta más tarde. “A partir de ahí, gradualmente hemos ido entrando en una vorágine de hacer, hacer, hacer cada vez más, que al final casi ha terminado en que la humanidad está activa 24 horas al día, siete días a la semana, los 365 días del año”, continúa.

El desprestigio del sueño surgió sobre todo tras el descubrimiento de la luz eléctrica, la cual permitió iluminar la noche

Javier Albares médico especialista en sueño, autor de 'La ciencia del buen dormir'

“Cuanto más se ha divulgado esta forma de vivir, más se ha considerado que dormir era perder el tiempo. Hay muchos mensajes en este sentido a lo largo del último siglo. El propio inventor de la bombilla, Thomas Edison, decía que el sueño era un vestigio de nuestro pasado cavernícola. Durante este siglo ha habido muchos ejemplos, como Margaret Thatcher, que decía que dormir era de débiles”, apunta el especialista en sueño. “También los medios y el entretenimiento nos han intentado meter esa idea en la cabeza. Recordemos, por ejemplo, que el subtítulo de la película Wall Street era 'el dinero nunca duerme'. O el clásico eslogan 'ya dormirás cuando estés muerto', que se ha utilizado en publicidad. Los mensajes han sido constantes a lo largo, por lo menos, del último siglo y, en mi opinión, todo se ha tratado de un auténtico engaño porque dormir nunca es perder el tiempo, sino que es una función fisiológica imprescindible para tener una buena salud física, mental e incluso una buena salud social”.

Según cuenta Albares a partir de investigaciones antropólogicas, las noches de nuestros antepasados eran muy diferentes a las nuestras. Parece ser que el descanso nocturno de los humanos fue bifásico, con un periodo de sueño que se daba más o menos entre las diez de la noche y la una de la madrugada y que podía durar entre dos y cuatro horas.

Tras este periodo, las personas se levantaban y realizaban algunas actividades. “Era un momento para cuidar del fuego, del ganado o revisar que todo estaba tranquilo y que no acechaba ningún peligro. También parece que era un buen momento para el sexo”, explica el doctor. “Tras esto, había otro periodo de sueño de otras cuatro horas. Pero la llegada de la luz eléctrica hizo que las personas pudieran dedicar las últimas horas del día a socializar, a entretenerse, ir al teatro… Echándose a dormir un poco más tarde y unificando los dos periodos”.

Dormir nunca es perder el tiempo, es una función fisiológica imprescindible para tener una buena salud física, mental e incluso una buena salud social

Javier Albares médico especialista en sueño, autor de 'La ciencia del buen dormir'

El sinsentido del culto al no dormir

“No duermo lo suficiente. Pero nunca me he encontrado a alguien exitoso que me dijera 'Ojalá hubiera dormido más”, en esta frase, pronunciada por el empresario Robert Herjavec, y citada en un tuit por el fundador de la marca de ropa FUBU, Daymond John, se resume esa especie de mitificación de dormir poco que se ha hecho en los últimos años desde la cultura del emprendimiento, las criptomonedas, la bro culture y la girlboss culture.

El no dormir se considera en esos ámbitos como un símbolo de prestigio, como una cualidad que te diferencia de la 'gente normal'. Puedes montar tu empresa y hacerte rico, pero si además lo has hecho durmiendo tres horas al día, tu historia es mucho más interesante. Y el relato lo es todo.

Albares, por su parte, lo tiene claro: “Decir que dormir es perder el tiempo, que es algo de débiles o incluso explicarlo casi como un síntoma de virilidad o fortaleza es una auténtica barbaridad. Decir que 'cuando duermo poco estoy mejor' es una tontería. Sí que es cierto que sabemos que hay un porcentaje pequeño de la población que genéticamente está predispuesta a dormir menos. Con cinco o seis horas se encuentran bien, pero son muchos menos que aquellos que alardean de ello. Esta gente que va 'corta de sueño' no solo no funciona mejor, sino que corre el riesgo de padecer muchos problemas de salud. Por lo tanto, para mí esta cultura de alardear de dormir poco lo que me indica no es la excepcionalidad de una persona, sino su ignorancia”.

¿Por qué dormimos?

Según el doctor, dormir es necesario para tener una buena salud física, mental y emocional. En su libro, explica cómo el sueño sirve, en primer lugar, para eliminar todas las toxinas que vamos acumulando a lo largo del día. “Si dormimos poco”, explica, “vamos a acumular más toxinas, más productos de desecho que pueden facilitar que desarrollemos enfermedades”. 

“Nuestro sistema inmunitario también necesita el sueño para funcionar bien”, afirma. Es durante el sueño cuando este se fortalece, y es clave para defendernos de infecciones, procesos inflamatorios e incluso de la eliminación de posibles mutaciones malignas que pueden acabar desarrollándose en forma de cáncer. 

“Dormir es fundamental para la memoria”, continúa Albares. “Si no dormimos las horas suficientes, tendremos peor memoria a corto plazo y también a largo plazo, y tendremos más riesgo de padecer patologías como el alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas”.

Nuestro metabolismo, fertilidad, el buen funcionamiento de nuestro sistema cardiovascular, también dependen de un buen descanso. Así como nuestra productividad, nuestra creatividad, nuestra capacidad de concentración o nuestro equilibrio emocional.

Si dormimos poco vamos a acumular más toxinas, más productos de desecho que pueden facilitar que desarrollemos enfermedades

Javier Albares médico especialista en sueño, autor de 'La ciencia del buen dormir'

Quizá el mejor resumen de la importancia del sueño es el que el propio doctor hace en la introducción de su libro, en la que que afirma que: “Si te dijera que existe un tratamiento revolucionario que te permitirá vivir más plenamente y más años, algo capaz de mejorar tu inteligencia emocional y tu empatía, un método que te hará sentir menos irritable, más feliz y más productivo y que incluso te hará más simpático y atractivo… ¿Lo querrías? Si, además, este mismo tratamiento te permitiese mantenerte en tu peso ideal y disminuir el riesgo de sufrir todo tipo de enfermedades […] quizá pensarías que debe de ser tan caro que está fuera de tu alcance. Pues bien, tengo muy buenas noticias: ese maravilloso tratamiento está al alcance de tu mano. De hecho, es completamente gratuito. Simplemente tienes que dormir bien”.

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