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El alarde mixto gana fuerza tras 25 años en una Hondarribia que aún no logra la igualdad de la mujer en sus fiestas

El alarde mixto a su paso por Hondarribia, entre apoyos y chicas jóvenes que le dan la espalda

Maialen Ferreira

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Hondarribia, de 17.000 habitantes, lleva años siendo objeto de polémica cada 8 de septiembre, al igual que ocurre en la vecina Irún cada San Marcial. 2022 no ha sido una excepción. En fiestas, la calle se divide y se desatan enfrentamientos ante la demanda, que ya cumple un cuarto de siglo, de que en el alarde las mujeres puedan participar exactamente igual que los hombres. Antes de estas fiestas -las primeras en normalidad tres años después a causa de la sucesivas oleadas de la COVID-19- habían vuelto a sucederse informes jurídicos cruzados, incluido uno de la Ertzaintza que subrayaba la importancia de separar en horario los dos alardes para evitar incidentes. Forman parte ya de la sociología del país los antidisturbios desplegados en medio de un acto festivo y los plásticos negros al paso de las mujeres que querían cambiar las cosas.

A diferencia de otros años, este jueves no se han visto plásticos negros ni se han escuchado insultos al paso por el municipio del alarde igualitario de la compañía Jaizkibel, aunque todavía algunos vecinos -principalmente mujeres- le han dado la espalda literalmente a su paso, a modo de protesta por ir “contra la tradición” aparente. De hecho, como ya es casi tradición también, los alardes han sido dos. El primero en salir, a las 08.00, ha sido el denominado igualitario, que en realidad es exclusivamente la compañía mixta Jaizkibel, que ha cumplido 25 años desfilando por los derechos de la participación de la mujer en la fiesta no solamente como cantinera. En el desfile han participado cerca de 1.000 personas, en su mayoría mujeres.

Una hora más tarde, desde el mismo lugar y realizando el mismo recorrido, ha desfilado el resto de milicias, el denominado alarde tradicional, organizado por una fundación en cuyo nombre actúa Iñaki Sagarzazu, que es primo del alcalde de la localidad por el PNV, Txomin Sagarzazu. Los fundamentos jurídicos para defender que esta fiesta limite la presencia de las mujeres a cantineras es que es un evento de carácter privado y que no es discriminatorio en tanto que “las mujeres y hombres que lo organizan, como los hombres y mujeres que tienen prevista su participación en esas unidades y compañías [del alarde, que es un parada militar], tienen la voluntad de que la configuración sea precisamente ésa y no otra distinta, no siendo dicha composición vejatoria ni indigna para las mujeres ni para los hombres”. “Desborda la potestad atribuida por el ordenamiento jurídico a la Administración local al intervenir la libertad de actividad de los particulares en esta materia”, arguyen fuentes municipales. Además, se esgrimen también razones de tipo histórico: en las milicias no había mujeres.

En Jaizkibel, en cambio, prefieren ver el vaso medio lleno. “La gente se está dando cuenta de que no se cambia la esencia del alarde porque participen las mujeres y Hondarribia está perdiendo el miedo a posicionarse a favor de la mujer. Hace 25 años no éramos más de 30, ahora somos 1.000 las que participamos y muchas más las que nos animan desde las aceras. Este trabajo ha valido la pena si nos fijamos en la cantidad de niñas y mujeres que participan felices. Nos han hecho mucho daño estos años, pero si algo ha demostrado Jaizkibel es que sabe perdonar y que de aquellas semillas ha nacido una flor que no se va a poder cortar”, explica a este periódico la que fuera capitana de la compañía Jaizkibel y una de sus precursoras, Izaskun Laruskain. Instituciones y partidos políticos, en 2022 como en años anteriores, han madrugado para apoyar expresamente este alarde.

La gente se está dando cuenta de que no se cambia la esencia del alarde porque participen las mujeres y Hondarribia está perdiendo el miedo a posicionarse a favor de la mujer

Izaskun Laruskain Antigua capitana de Jaizkibel

Pese a los múltiples intentos por crear un diálogo entre ambas organizaciones, tradicional e igualitaria, dicha conversación aún no se ha producido. Tampoco han logrado reunirse con el alcalde para, como asegura Laruskain, “tratar de estrechar lazos”. “Nuestro objetivo es crear un alarde único y que Jaizkibel forme parte de un desfile único y público. Que las mujeres participen en la compañía que quieran y lo hagan en el papel que ellas deseen”, sostiene.

Según detalla Laruskain, el pasado julio un grupo compuesto por 64 mujeres “ajenas a Jaizkibel”, solicitaron tanto al Ayuntamiento como a la organización del alarde tradicional poder “participar de una forma igualitaria” en el desfile. La solicitud fue denegada. “Es la primera vez que algo así ocurría. Mucha gente del pueblo piensa que nos deniegan la participación por un tema político o ideológico, o por ser Jaizkibel, pero entre estas mujeres había gente del entorno del alarde tradicional, que incluso habían desfilado como cantineras. No es algo contra Jaizkibel, es algo contra las mujeres, en general”, insiste.

De esta manera, ha querido insistir en la importancia de la participación de los hombres para crear un diálogo que solucione el bloqueo. “Me he dado cuenta de que en Jaizkibel, aunque hay algunos hombres, las mujeres somos muchas más. Es muy cómodo para ellos seguir formando parte del alarde tradicional sin cuestionar que nos están quitando nuestro derecho a formar parte de la fiesta. Tenemos que trabajar juntos y apoyarnos entre nosotros”, indica.

En este sentido, un centenar de jóvenes del alarde tradicional 'se reveló' contra sus mayores para exigir que las mujeres tengan la posibilidad de participar. “Si una sola mujer de Hondarribia alberga el deseo de desfilar -sea de un modo u otro- en el alarde, tiene todo el derecho a hacerlo”, explicaron en un manifiesto publicado en 2019, en el que aseguraban “que aman la antigua celebración” que supone el alarde de Hondarribia y por eso, y “para poder vivirlo de manera saludable”, hacen una serie de observaciones sobre la situación que se vive en la localidad guipuzcoana. Entre ellas, que la realidad de la situación actual del pueblo “no provoca más que el daño y deterioro del alarde, hasta el punto de poner en peligro su futuro”.

Mensaje para el alcalde: un mes de plazo para preparar una reunión

Nervios, emoción y algunas lágrimas de alegría se han podido ver en las calles de Hondarribia tras dos años de parón por la pandemia, que aún no ha acabado pero que ya no genera restricciones. Por la tarde, ambos desfiles han recorrido las calles de Hondarribia nuevamente con el mismo recorrido... pero a diferente hora. A las 17.00 ha sido el turno de la compañía igualitaria, y media hora más tarde, a las 17.30, han marchado los varones con armas y las mujeres de cantineras. También ese último desfile de la compañía igualitaria se ha producido sin altercados y entre gritos de apoyo a la participación de las mujeres.

La actual capitana de Jaizkibel, Oihana Etxebarrieta -que es parlamentaria por EH BIldu, un partido que llegó a expulsar en 2013 a uno de sus ediles por desfilar en el alarde tradicional- ha señalado después del desfile que “ha quedado claro que Jaizkibel es cada vez más grande y que cada vez sienten que hay más apoyo de personas ajenas a la compañía”. “Es de celebrar el apoyo social que sentimos y también que Hondarribia está cada vez más activa en la búsqueda de una solución. Cada vez se pide más, por eso consideramos que es hora de realizar un emplazamiento al alcalde: le damos un mes de plazo para que sea el líder de una mesa de diálogo en la que participen todos los agentes implicados y que ponga solución a este conflicto”, ha anunciado.

Las tradiciones surgen en contextos históricos determinados, y por eso precisamente, tienen que adaptarse a los nuevos tiempos

Izaskun Landaida Directora de Emakunde

Las componentes de la compañía Jaizkibel, pese a la presencia de la directora del Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) en el desfile igualitario, han reconocido que el apoyo institucional a lo largo de los últimos 25 años de lucha por la igualdad “no ha sido suficiente”. A pesar de ello, han agradecido el apoyo recibido tanto por partidos políticos como por asociaciones vascas. La directora de Emakunde, como única representante del Gobierno vasco en el desfile mixto, ha destacado que “las tradiciones surgen en contextos históricos determinados, y por eso precisamente, tienen que adaptarse a los nuevos tiempos. Esa adaptación no supone ir en contra la tradición, sino enriquecerla ofreciendo los mismos derechos a hombres y mujeres”.

También a través de la cuenta de Twitter del PNV, partido que gobierna en Hondarribia, han destacado que “una representación” del partido ha “esperado y aplaudido el paso de la compañía Jaizkibel y, tras ella, el del alarde tradicional”. “El PNV, desde el respeto debido a todos y a todas las hondarribiarras que viven su fiesta, aboga por que se vayan olvidando los resquemores y los incidentes que, desgraciadamente, ha protagonizado tiempo atrás el alarde y, aboga por el entendimiento y la normalización”, ha publicado la formación ante el silencio del alcalde del municipio que, como bien han anunciado desde la compañía igualitaria, dispone de un mes para posicionarse o, al menos, crear una mesa de diálogo para acercar posturas y desencallar el conflicto.

Abotsanitz, principal fuerza de la oposición, escribió la siguiente reflexión: “Después del parón por la alarma sanitaria, volvemos este año al bullicio y al ambiente festivo. No parece que éste periodo haya provocado cambios profundos, pero sí creemos que ha servido para extender una visión más amplia acerca de la evolución del alarde. Los cambios más importantes se están produciendo en cada persona. El tema del alarde despierta un conflicto entre la voluntad de avanzar y las heridas del pasado. Todavía nos da miedo dar pasos, miedo a que nos dé la espalda la gente que nos rodea. Afortunadamente, van desapareciendo esas muestras de desprecio y se va creando un ambiente donde predominan las posturas posibilitadoras. El surgimiento, en los últimos años, de grupos nuevos y nuevas propuestas es buen ejemplo de ello. En Abotsanitz pensamos que se deben tender puentes para que un pueblo dividido y agotado pueda seguir adelante. La palabra ha sido y es la herramienta básica del proceso que iniciamos hace años intentando superar el dolor sin buscar culpables”.

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