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Educación frente a la desmemoria: “Es la mejor manera de conmemorar a largo plazo a las víctimas del terrorismo”

Raúl López Romo y María Jiménez, en la segunda jornada del XXI Seminario Fernando Buesa

Rubén Pereda

Vitoria —

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Más de una década después del anuncio del cese definitivo de la violencia de ETA, aún permanecen instalados en el imaginario colectivo algunos de los mitos que justificaron el terrorismo. La educación se presenta como una herramienta útil para afianzar el recuerdo de las víctimas y para cambiar visiones a través de los testimonios, como han compartido los expertos que han participado en la segunda jornada del XXI Seminario Fernando Buesa, titulado 'Aquellos mitos con los que mataron. Valores, democracia y terrorismo'. “La educación es la mejor manera de conmemorar a largo plazo a las víctimas del terrorismo”, ha condensado Raúl López Romo, del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, que ha defendido que integrar la historia del terrorismo en los planes de estudio es lo mejor que se puede hacer cuando existe un “pasado sucio” como el de Euskadi y España.

María Jiménez Ramos, periodista y doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra, de la que es también profesora, así como autora de diversos libros sobre el terrorismo y sus víctimas, ha destacado la importancia de “entrenar la mirada” de los jóvenes de una generación que ha tildado de ser “la de la desmemoria” por no haber convivido con la violencia, de tal manera que se puedan acercar a la historia y dispongan también de herramientas para afrontar y descifrar la realidad. ¿Qué se ha hecho y qué se puede hacer ahora? “El objetivo de todo lo que hemos hecho y de lo que queremos hacer en el futuro es sentar las bases del relato del terrorismo”, ha asegurado Jiménez. Más de una década después de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia, en una etapa de “posterrorismo”, existe cierta tentación, según Jiménez, por “arrinconar lo que más incomoda”, y esto conduce al olvido. “Cuando les preguntamos a los alumnos dónde se habla de terrorismo, de dónde reciben información sobre el tema, la mayoría señala a los medios de comunicación e Internet, y bastante por detrás está la escuela”, ha resumido, y ha apostillado: “La incomodidad no reside tanto en los jóvenes como en los adultos”. Ha apelado a aprovechar la “potencia memorialística de las víctimas y sus testimonios” y a construir memoria a través de sus voces. “La pedagogía de las víctimas es revolucionaria, porque cambia visiones del mundo”, ha recalcado.

En el relato de la violencia, ha explicado asimismo Jiménez, hay tres planos: el plano personal, que es innegociable, porque no se puede rebatir; el historiográfico, que depende de las fuentes que se consulten y que también puede ser plural, pues existen diferentes interpretaciones de las razones que están detrás, y el moral, donde la pluralidad no es posible: “Matar está mal, secuestrar mal, extorsionar está mal, el silencio cómplice y la complicidad indiferente están mal y contribuyen a perpetuar el mal; ahí no hay espacio para la pluralidad ni para la ambigüedad, porque entonces no habrá convivencia ni deslegitimación de la violencia”. No obstante, ha señalado que en la actualidad existe un contexto de polarización que resulta en una disparidad entre lo que se requiere de las víctimas y lo que se requiere de los victimarios. “Las exigencias cívicas que se les hacen hoy a las víctimas del terrorismo son inversamente proporcionales a las exigencias políticas que se les hacen a los perpetradores y su entorno”, ha lamentado.

“El testimonio cambia a las personas para mejor”

Raúl López Romo, responsable del área de Educación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, ha apuntado que la educación es una herramienta muy potente para “conmemorar” a largo plazo a las víctimas del terrorismo y se ha fijado Alemania como espejo en el que mirarse, por los pasos que allí se están dando en la integración del estudio del nazismo en los planes de los centros educativos. “Es un fenómeno que se presta a un tratamiento transversal, en diferentes asignaturas”, ha añadido. Sin embargo, considera que, pese a ser el pasado reciente y haber marcado a la población, no se está “procesando suficientemente” a pesar de ser la construcción de una convivencia democrática un objetivo primordial y “noble”. “¿Cómo vamos a enseñarles derechos humanos si las más graves conculcaciones habidas entre nosotros no las conocen?”, se ha preguntado retóricamente.

En esa línea, ha apuntado también que, según los datos, aún existe mucho desconocimiento y radicalización: apenas el 0,5% de los estudiantes de la ESO, ha remarcado, saben quién fue Miguel Ángel Blanco, concejal del Partido Popular en Ermua secuestrado y asesinado por ETA en 1997, y hasta un 30% no sabe siquiera lo que fue la banda terrorista. En un estudio con futuros profesores de Primaria, con una muestra de 160 personas, se ha descubierto recientemente que hasta el 22% de esos futuros docentes justificaba su apoyo a ETA y había hasta un 13% que, llegado el caso, estaría dispuesto a emplear la violencia. Estos porcentajes, sin embargo, disminuyeron después de escuchar el testimonio de una víctima del terrorismo. “El testimonio cambia a las personas para mejor”, ha sostenido, aunque estas experiencias son muy limitadas, con apenas un 4,3% de los alumnos accediendo a un testimonio directo en el curso 2019-2020.

En cualquier caso, en Euskadi víctimas de ETA y también del GAL, los Comandos Autónomos Anticapitalistas y otros grupos terroristas llevan años acudiendo a las aulas para estar con los más jóvenes. “Desde que se empezó a implementar el Plan de Convivencia 2013-2017, hay testimonios en todas las etapas educativas y todo se ha hecho con mucho mimo, cuidado, esfuerzo y satisfacción”, ha apuntado Begoña Pedrosa, viceconsejera de Educación del Gobierno vasco, que ha cifrado en 34.000 los alumnos vascos a los que se ha llegado con estas voces y que ha recalcado que se trata de un programa que incluye a “víctimas educadoras”.

En la primera jornada del seminario, la de este jueves, Marta Buesa, hija del vicelehendakari socialista asesinado por ETA en el año 2000 junto a su escolta, Jorge Díez Elorza, lamentó y tildó de “tremendamente decepcionante” que la coalición abertzale EH Bildu no se sumase a la “condena” al ataque con pintura contra la tumba de su padre perpetrado a comienzos de octubre en el cementerio de Santa Isabel de Vitoria. Buesa reprochó a la coalición, en la que se integra Sortu, su “indecente asimetría moral”. “Es con esa parte de la sociedad, que aún vive atada a los mitos con los que mataron, con la que tenemos que construir la convivencia”, protestó.

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