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Euskadi, de la “economía de guerra” al optimismo en las previsiones para 2023

Urkullu, este lunes en la inauguración del Secretariado de la Coalición Local 2030 en Bilbao

Iker Rioja Andueza

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El lehendakari, Iñigo Urkullu, acuñó en un acto en la sede logística de Lidl en Vitoria el concepto “economía de guerra”. Era el primer líder político en hablar en esos términos cuando apenas habían pasado unos días del inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Ahora, ocho meses después, el Gobierno vasco es quien con más insistencia hace alusión al optimismo económico en un contexto de crisis energética europea e inflación de precios en el supermercado, en la búsqueda de vivienda o en la gasolinera. ¿Recesión? No es probable. ¿Y si llega? “No sería un drama”, respondió el hombre de los números de Urkullu, el consejero Pedro Azpiazu, en su más reciente entrevista pública.

El titular de Economía y Hacienda presentó la pasada semana el proyecto de presupuestos. Las cuentas son expansivas, ofrecen la previsión de gasto más alta de la historia -5.000 millones más que los primeros presupuestos de Urkullu hace una década, por ejemplo- y se fundamentan en un cuadro macroeconómico favorable. “Como saben, nuestras previsiones de crecimiento, que han sido avaladas por la Airef, estiman un crecimiento del 2,1% en 2023. Me gustaría señalar que el crecimiento potencial antes de la pandemia era del 1,8%, como dato para poder ponderar las nuevas cifras”, destacó entonces Azpiazu, que apuntó también a la creación de unos 26.000 puestos de trabajo este año y otros 12.000 el que viene, es decir, que se avecina una “significativa reducción de la tasa de paro”. Su colega la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, redondeó el escenario con el siguiente anuncio en 'Cinco Días': “Las exportaciones en 2022 vivirán un año de récord”. “Por lo tanto, cierta calma”, pidió públicamente un consejero que no emplea la palabra 'crisis' en sus intervenciones.

El Ejecutivo vasco admite que hay “turbulencias planetarias” y que Euskadi es una “veleta” que puede verse afectada por esos vientos lejanos. Pero el argumentario es que la recesión está igualmente lejana y que, si llega, hay bases “sólidas” para salir al paso. “Salir rápidamente”, prometió Azpiazu en esa reciente entrevista en ETB. De hecho, en uno de sus últimos discursos antes de presentar los presupuestos, el propio lehendakari enfatizó que Euskadi encadena ocho trimestres consecutivos de crecimiento, es decir, desde el final del confinamiento por la COVID-19 que paró el mundo bruscamente. Urkullu pronunció estas palabras en el parque tecnológico de Miñano con motivo de su trigésimo aniversario y se mostró convencido también de que la economía vasca del futuro será competitiva y transformadora.

El más reciente Sociómetro -las encuestas que hace el Gobierno para pulsar la opinión ciudadana- mostraba que un 68% de los vascos veía buena o muy buena la situación económica frente a un 29% que sostiene que es mala o muy mala. Llega al 78% entre los jóvenes menores de 30 años. Significativamente, los mismos encuestados definían en un 73% como mala o muy mala la situación española. Sin embargo, en paralelo son la economía y el mercado de trabajo los dos principales problemas autonómicos. Pero también se mencionan en una proporción más baja que en el resto de España. El 68% de la ciudadanía comparte con el Ejecutivo una visión optimista del futuro vasco. Como dato adicional, el 75% de los votantes socialistas ve positiva la situación económica vasca pero solamente el 32% piensa lo mismo de la española.

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