La política es primaria(s)
Decía hace unos años el socialista Eduardo Madina que “la política es el arte de convivir con la frustración mucha veces”. Hizo esta declaración en una entrevista en el diario El País el 24 de octubre de 2011. Y se refería a la izquierda abertzale, entonces ya en su propia revolución interna para volver a la legalidad y separarse de la estrategia político-militar a la que había estado encadenada desde su nacimiento como partido. Era la campaña a las elecciones generales en las que el PSOE se hundió definitivamente, tras haberse despeñado previamente por acceder a practicar algunas de las políticas que ahora se desgañita criticando.
El periodista que le hizo la entrevista glosó a Madina de la siguiente manera: “Bilbaíno de 35 años, Eduardo Madina es desde 2009 secretario general del Grupo Socialista en el Congreso. Diputado desde 2004, encabeza la candidatura de su partido por Bizkaia para el 20-N. Antes fue el máximo responsable de las Juventudes Socialistas en Euskadi. Su vida está marcada por el atentado de ETA que sufrió en 2002. Una bomba lapa colocada en los bajos de su coche le amputó parte de una pierna”.
Para entonces, Madina llevaba años sintiendo el gustillo de ser caballo ganador, pese a que en sus propias filas tuvo que recibir -de manera muy minoritaria, todo hay que decirlo- aceradas críticas prendadas de cierta envidia por la fulgurante carrera política y la imagen de joven de éxito que en muy poco tiempo había logrado construir en torno a su figura. La verdad es que el joven socialista ha crecido en todo este tiempo. Si wikipedia no se equivoca de año, en 2012 fue elegido entre los 192 jóvenes más destacados del mundo por el Foro De Davos (World Economic Forum) dentro del programa de jóvenes líderes mundiales (Young Global Leaders). El pasado 11 de enero cumplió 38 años. Y sigue escuchando los cantos de sirena y las voces (muchas) del partido que le animan a presentarse a las primarias que previsiblemente celebrará su partido el próximo 30 de noviembre para elegir al cabeza de cartel del PSOE paras las próximas elecciones generales.
El socialismo español ha optado por intentar cumplir algo que los periodistas llevamos escuñando a sus líderes desde hace décadas: “vamos a abrir el partido a la sociedad”. Y eso es así porque los partidos y sus estrategas ya saben desde que se pinchó la otra burbuja, la de la crecibilidad de los políticos, que aquellos que quieran reencontrarse con la ciudadanía deberán dejar convertirse en auténticas esponjas, en material poroso creíble para sus potenciales electores, militantes o simpatizantes. Las primarias, ensayadas con éxito en Francia y en Italia, son un instrumento (otro más) para taponar la falta de credibilidad que arrastra la política y los políticos en la vieja Europa.
Hasta la derecha en Euskadi se ha dado cuenta de que el 'dedazo' no es buen compañero de viaje si se quiere llenar las alforjas de sufragios de futuro y conectar con la sociedad. Cuando este diario publicó a principios de noviembre pasado las intenciones del PP vasco de celebrar su cónclave extraordinario en el primer trimestre de 2014 para ratificar a Arantza Quiroga en su condición de lideresa por derecho propio, ya avanzábamos las intenciones de los populares de hacer el congreso más participativo de su historia. En donde todos los militantes que se apuntaran previamente en un censo podrían participar en la elección directa de su nuevo líder. Veremos como acaba ese experimento, pero no hay duda de que también en el PP vasco corren aires nuevos, soplados internamente por una generación, que como le ha pasado al PNV en la última década, intenta situar al partido en unas coordenadas alejadas de lo de siempre. En el caso del PP de la gomina, los sobres y la España cañí.
Otros partidos como EQUO lo llevan en el ADN desde su nacimiento. Nacieron con la vocación de ser “un espacio político que trabaja por otra forma de hacer política más abierta y alejada de la opacidad que caracteriza a los partidos tradicionales. Las primarias abiertas forman parte de ese compromiso por la transparencia y la participación democrática”, según reza su tarjeta de presentación virtual on line. Y cuando uno de sus rostros más reconocibles, Juantxu López de Uralde, se puso detrás de una pequeña mesa en la calle para presentar la campaña interna de primarias (a dos vueltas) -que finalizará con la proclamación de la cabeza de lista el próximo 14 de marzo- a nadie le chirrió la imagen.
Hay un sensación entre los políticos de la necesidad de volver a lo sencillo, a lo primario. Tal vez la política sea como decía Madina “el arte de convivir con la frustración mucha veces”, pero también debe comenzar a despojarse de todos esos ropajes inútiles que no han hecho sino ensanchar la sima con el ciudano. La política puede y debe ser primaria. Y esto, ahora mismo, va de primarias, de participación directa. Algo que bien puede llamarse hacer política con mayúsculas, pero sin alharacas.