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El 'gesto' por la paz que se encaró con la violencia en tiempos de ETA

Manifestación en Bilbao de Gesto por la Paz, enero de 1988

Maialen Ferreira

1 de septiembre de 2022 21:45 h

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Se concentraban cada lunes en barrios y pueblos tras una pancarta con un mensaje sencillo, pero difícil de lograr en aquellos años: la lucha por la paz. No querían esconderse entre la multitud, su objetivo era que se les viera dar un paso al frente y mostrarse contrarios a una violencia que llevaba años acechando Euskadi y Navarra frente a una sociedad que no en pocas ocasiones optaba por mirar para otro lado cuando los asesinatos ocurrían. “Lo más difícil era manifestarse por primera vez, dar el paso y perder la comodidad de las personas que aun estando en contra de ETA, decidían no hacer nada. Si te ponías detrás de una pancarta pidiendo la paz, te señalabas a ti mismo delante de tu gente cercana. Por eso siempre pretendimos que las manifestaciones en contra de cualquier asesinato se hicieran en pueblos y barrios, para que nuestros propios vecinos nos vieran y que reflexionaran sobre lo que estaba ocurriendo. Igual nunca se sumaban, pero al vernos de cerca se replanteaban si ellos también deberían protestar por la paz”, cuenta a este periódico Isabel Urkijo, una de las fundadoras de Gesto por la Paz, organización que protagonizó casi tres décadas de protestas contra la violencia.

Se manifestaban en contra de todas las muertes y sin ideologías que respaldasen sus protestas. Un discurso que calaba en unos y molestaba a otros, pero que nunca era indiferente. “Contábamos con miembros de ideologías contrarias y distintas sensibilidades. Había gente plural que participaba con total normalidad. Nadie le pedía el carnet a nadie. Todos teníamos un objetivo común y teníamos claro que esa era la prioridad”, sostiene Urkijo. Sus objetivos principales eran luchar por no olvidar, luchar por el derecho a la vida y condenar la violencia ubicando a las víctimas en el centro del mensaje. Sin embargo, entre sus protestas también se mostraron en contra de la dispersión de los presos de ETA, al considerar que debían estar cerca de sus lugares de residencia. “Hay quien piensa que el acercamiento de los presos lo inventó la izquierda abertzale, pero no es así. La izquierda abertzale siempre se ha posicionado en contra de la dispersión, pero defendía el reagrupamiento. Sin embargo, Gesto por la Paz no juzgaba dónde tenían que estar los presos de ETA, pero sí que pedían que estuvieran lo más cerca posible de sus lugares habituales de residencia porque lo miraba todo desde un prisma ético”, defiende.

Su labor les llevó a recibir importantes reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en el año 1993 entregado por “su abnegado afán de contribuir a eliminar la violencia y establecer y consolidar la paz para un adecuado convivir de los hombres, haciéndolo a través de formas de actuar genuinamente cívicas”. Años antes, en 1989, el Parlamento Vasco de forma unánime presentó a la organización al Premio Nobel de la Paz de 1990. La candidatura contó con la adhesión del Parlamento de Cataluña, la Asamblea de Madrid, el Parlamento de Navarra, la Mesa del Senado, el Consejo de Ministros de la República Democrática Alemana, Cruz Roja Española y Cáritas Española. No obstante, el galardón fue entregado finalmente a al ex presidente de la Unión Soviética de 1988 a 1991, el recientemente fallecido, Mijaíl Gorbachov.

Tres décadas de lucha por la paz llegan a la gran pantalla

El fin de Gesto por la Paz llegó con el fin de ETA, hace poco más de diez años, y es justo ahora, una década después, cuando aquellos lunes desde 1986 hasta 2012 serán recordados a través de un documental producido por la asociación 'Gogoan, por una memoria digna' en el que serán los propios protagonistas de la organización quienes narren lo que vivieron y sintieron con su lucha. La dirección del mismo ha sido desarrollada por el cineasta Xuban Intxausti, que ha creado una obra -en medio de la pandemia- en la que se entrelazan imágenes actuales con archivos de fotográficos y en vídeo de la época en la que Gesto por la Paz estaba en activo. En la película, que cuenta con el apoyo del Gobierno vasco y el Gobierno de Navarra, participará la propia Urkijo, además de otros miembros de la organización como Maite Leanizbarrutia, Jesús Herrero, Itziar Aizpuru, Xabier Askasibar y Javier Alcalde.

La aventura de crear un documental contando la historia de Gesto por la Paz comenzó en 2017, pero no fue hasta 2018 cuando, al ver que lograr la financiación requerida se volvía más complicado de lo esperado, decidieron crear un crowdfunding con el que lograron recaudar 28.497 euros. Así, comenzaron a grabar en octubre de 2020, pero a raíz de las restricciones por coronavirus paralizaron todo hasta julio de 2021. “Una vez en la fase de post-producción, fuimos conscientes de que el documental que nos estaba costando tanto realizar, no podía quedar como un producto testimonial, sino que, dado que el objetivo fundamental era difundirlo por todas partes, había que 'comercializarlo'”, explica Urkijo. Al comercializar una película, ésta puede venderse a distribuidoras de cine, plataformas digitales y llegar a festivales, sin embargo, el costo del proyecto aumentó, debido al precio de la cesión de algunas de las imágenes de que se muestran en el documental. “De la noche a la mañana, nos encontramos con un gasto suplementario de 11.000 euros, por ello, hemos comenzado otra campaña de crowdfunding para lograr el dinero que nos falta”, reconoce.

Pese a últimas dificultades de difusión, el documental se estrenará el próximo 17 de septiembre en el Festival de Cine de San Sebastián, donde, además de mostrarse por primera vez, competirá por un premio. “Nos presentamos y nos comunicaron que no solamente lo iban a proyectar, sino que lo cogían para concurso. No sé si tendremos posibilidades de ganar o no ganar, pero nosotros solamente con estar nos parece haber ganado muchísimo, porque nos da la posibilidad de que nuestra historia llegue a más personas”, confiesa, tras reconocer que se ha encontrado en el cine una ventana para que la memoria de una historia como la de Gesto por la Paz se mantenga viva a pesar del paso del tiempo.

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